Reportaje:EN BUSCA DE UN PAPA

El idioma de los cardenales

Los más veteranos se comunican en latín. Pero será el italiano la lengua franca de todos ellos

Muchos de los 115 cardenales que elegirán al nuevo Papa a partir del lunes no habían cruzado nunca una palabra entre ellos antes de la muerte de Juan Pablo II. Ahora aprovechan los nueve días que transcurren desde el funeral hasta el inicio del cónclave para conocerse. Y será el idioma italiano en el que se aproximen o distancien unos de otros. Algunos de los cardenales, sobre todo, los mayores, se comunican entre ellos en latín. Pero será el italiano la lengua franca de todos ellos. La influencia de Italia no sólo se extenderá a los dominios de la lengua. También influirá en el modo y las man...

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Muchos de los 115 cardenales que elegirán al nuevo Papa a partir del lunes no habían cruzado nunca una palabra entre ellos antes de la muerte de Juan Pablo II. Ahora aprovechan los nueve días que transcurren desde el funeral hasta el inicio del cónclave para conocerse. Y será el idioma italiano en el que se aproximen o distancien unos de otros. Algunos de los cardenales, sobre todo, los mayores, se comunican entre ellos en latín. Pero será el italiano la lengua franca de todos ellos. La influencia de Italia no sólo se extenderá a los dominios de la lengua. También influirá en el modo y las maneras en las que los cardenales establezcan sus relaciones.

"El nuevo Papa", explica un sacerdote de Roma que prefiere preservar el anonimato, "tendrá no sólo que hablar enseguida italiano a la perfección, sino adaptarse de inmediato a las costumbres de la diplomacia italiana. La mayoría de los empleados del Vaticano son italianos. Ellos siempre sirven como piezas de engranaje. Cada vez que hay alguna fricción, siempre hay un italiano que negocia, que engrasa las relaciones y acerca posturas. A mí me lo dijeron nada más llegar a Roma: 'tienes que aprender a servir tu vino español en copas de Italia'. O lo que es lo mismo: 'tú usa tu furia, pero mantén siempre las formas, deja puertas abierta".

"El nuevo papa tendrá que hablar italiano a la perfección", explica un sacerdote

"Los funcionarios del Vaticano", indica la misma fuente, "cuando viajan al extranjero suelen acudir a las embajadas italianas. Allí conversan, debaten, negocian con los diplomáticos del Gobierno italiano, pertenezcan al partido que pertenezcan. Y eso lleva haciéndose desde hace muchísimos años con buen resultado".

La norma jurídica que regula el proceso de cada cónclave, el ordo, solía escribirse en latín. Pero la de éste último se escribió en latín y en italiano. Ahora bien, cuando ya se ha hablado todo lo que había que hablar, queda cada uno sólo ante su voto. "Toda la ley que regula este cónclave está pensada para asegurar la independencia de cada uno

", aclara el cura Juan Ignacio Arrieta, profesor de derecho canónico en el Instituto Pío X, de Venecia, y de la universidad pontificia de la Santa Cruz, en Roma, propiedad del Opus Dei. "Cada cardenal estará muy solo a la hora de ejercer su deber. Se pena con la excomunión prometer el voto para alguien".

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Arrieta, uno de los mejores expertos en los vericuetos de la ley que regula el proceso de votación sostiene que el mecanismo que fija la ley es esencial, "condiciona muchísimo" el resultado. "En un día promedio se pueden dar dos votaciones por las mañanas y dos por la tarde. Se trata de 115 señores mayores que entran en fila a votar, que se sientan cada uno en su sitio... Se comienza rezando. El clima, el ambiente hace que te plantees muchas cosas que antes, cuando hablabas con los demás a lo mejor no habías pensado. El proceso de las votaciones es muy largo. Cada uno ha de llevar su papeleta en alto, bien a la vista de todos. La papeleta después se ensarta en una cuerda. Y cada uno está viendo como votan los otros. Desde su sitio. Y según va viendo cómo se dirigen los votos hacia una u otra persona, el cardenal va reflexionando y a lo mejor cambiando su punto de vista", indica Arrieta.

La cuestión es que antes de votar tienen que conocerse. Ver por dónde respira cada uno, cómo piensan. Y ahí, en el terreno de las relaciones personales, donde no llega el derecho canónico y a veces ni siquiera las afinidades ideológicas, actúa la química. Y el idioma.

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