El Saló del Tinell ilustra la relación del 'Quijote' con Barcelona

La exposición refleja los episodios del libro que tienen la ciudad como escenario

Un capazo con algarrobas recibe al visitante para, si así lo desea, ir masticando sabores de otros tiempos mientras visita la exposición El Quijote y Barcelona, que hoy se inaugura en el Saló del Tinell de Barcelona, donde podrá verse hasta el 9 de octubre. Carme Riera, comisaria de la exposición, organizada por el Museo de Historia de la Ciudad, reconoció ayer, después de tres años de trabajo: "La sorpresa es que la exposición es más de diseño que de erudición, pero creo que el resultado es muy didáctico y que interesará también a aquella gente que nunca ha leído el Quijote". El...

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Un capazo con algarrobas recibe al visitante para, si así lo desea, ir masticando sabores de otros tiempos mientras visita la exposición El Quijote y Barcelona, que hoy se inaugura en el Saló del Tinell de Barcelona, donde podrá verse hasta el 9 de octubre. Carme Riera, comisaria de la exposición, organizada por el Museo de Historia de la Ciudad, reconoció ayer, después de tres años de trabajo: "La sorpresa es que la exposición es más de diseño que de erudición, pero creo que el resultado es muy didáctico y que interesará también a aquella gente que nunca ha leído el Quijote". El concejal de Cultura, Ferran Mascarell, indicó que fue a raíz de la propuesta de esta exposición que surgió la idea del Año del Libro

Barcelona, "archivo de la cortesía", según Don Quijote, es la única ciudad que aparece citada en el libro -ya muy al final, entre los capítulos 60 y 72 de la segunda parte - y en la que es atracado por bandoleros, presencia dos muertes violentas y un combate naval, es motivo de burla pública y acaba siendo derrotado por el bachiller Sansón Carrasco camuflado como el Caballero de la Blanca Luna y obligado a volver a su lugar de la Mancha donde, pocos capítulos más tarde, morirá junto a sus fantásticas aventuras. "Algunos libros dicen que Don Quijote viene a morir a Barcelona, pero yo diría lo contrario, viene a revivir en Barcelona", indicó ayer Carmen Riera. "En el combate con el Caballero de la Blanca Luna en la playa, Don Quijote acepta la muerte antes que aceptar que su Dulcinea no es la más bella, y con este gesto retorna el carácter heroico y grandioso del personaje que había perdido en los episodios anteriores".

La escritora y catedrática, que en abril organiza un congreso de cervantistas sobre el mismo tema que la exposición, señaló también que es en los episodios de Barcelona en los que Cervantes introduce dos problemas sociales de la época como eran el bandolerismo y la expulsión de los moriscos. El primero aparece de la mano del bandolero Roque Guinart (que en la historia real era Perot Rocaguinarda, uno de los jefes de la banda de los nyerros, una facción enfrentada a los cadells en las luchas de la nobleza catalana de los siglos XV al XVII), y el segundo con el reencuentro del personaje del morisco Ricote con su hija Ana Félix.

La exposición se divide en dos partes, una que ilustra los capítulos del Quijote que acontecen en Barcelona y otra en la que se recuerda la polémica que se vivió en la ciudad con motivo del tercer aniversario de la publicación de la obra maestra de Cervantes. Se abre con la reproducción de un gran mapa histórico en el que se señalan las rutas de Don Quijote y una vitrina con tres ejemplares del libro: las primeras ediciones de la primera y segunda parte (en 1605 y 1615) y la edición en 1617 en Barcelona de las dos partes unidas, que es como desde entonces se publicó el libro.

El montaje de la exposición, a cargo de Dani Freixes, entra después en el mundo de la recreación escenográfica del libro. Para ello se sirve de pantallas con sombras; sonidos como el del mar o la música; recreaciones de la casa de Antonio Moreno (el barcelonés que acogió a Don Quijote), concretamente de un comedor en el que se supone que estaba "la cabeza encantada" y del dormitorio en el que el hidalgo convaleció de las heridas del duelo con el bachiller; o de réplicas de vestidos y de una imprenta de la época. Todo ello salpicado con algunas piezas originales - armas, monedas, cerámicas, mapas y libros- y citas del Quijote proyectadas en las paredes. La segunda parte, que se inspira tanto en un ajedrez como en un laberinto, incluye libros y reproducciones de la época que daban cuenta de la polémica que en 1905 se vivió en Cataluña entre los partidarios de participar en las celebraciones del tercer centenario y los que consideraban que la figura del Quijote representaba el españolismo castizo que se oponía al nacionalismo catalán.

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