Los maremotos de Sevilla
Sevilla, 12 de enero, 10.20 horas en la línea C3. Una joven al levantarse de su asiento estuvo a punto de caerse por una revista tirada. ¿Anécdota? No, resulta muy grave la dejación que hace la gente al tirar todo tipo de cosas para nuestra integridad física y convivencia. La suciedad y destrozo supone nuestro silencioso y diario maremoto particular: una inmundicia de papeles, desechos de envoltorios, plásticos, periódicos enteros, envases, cartones, muebles que se tiran a la calle, botellas rotas, excrementos de perros a sortear en cada baldosa... Como si grandes olas turbias, tras haber arra...
Sevilla, 12 de enero, 10.20 horas en la línea C3. Una joven al levantarse de su asiento estuvo a punto de caerse por una revista tirada. ¿Anécdota? No, resulta muy grave la dejación que hace la gente al tirar todo tipo de cosas para nuestra integridad física y convivencia. La suciedad y destrozo supone nuestro silencioso y diario maremoto particular: una inmundicia de papeles, desechos de envoltorios, plásticos, periódicos enteros, envases, cartones, muebles que se tiran a la calle, botellas rotas, excrementos de perros a sortear en cada baldosa... Como si grandes olas turbias, tras haber arrasado papeleras y contenedores, hubiera desperdigado todo.
En este país resulta muy fácil echarle la culpa a la administración pero no se puede tener un barrendero por cada dos sevillanos. Esos que arrojan ni se caracterizan por su arrojo ni por ser de una pasta especial, son de vasto papel cuché y dudo que su mala educación sea reciclable. Precisamente, Lipasam ha dado el parte de guerra del efecto nuestro tsunami navideño: Sevilla ha recogido durante estas navidades 24.000 toneladas de desechos frente a las 21.500 del año pasado, es decir, 2.500 toneladas más. Conclusión, la basura nos come cada año más. Si abucheáramos a los guarros como hacemos con los árbitros de fútbol, nuestras calles parecerían alemanas..