"Denuncié a mi Gobierno para conseguir medicación"

Una sentencia ha mantenido vivo a Odir Miranda. Este salvadoreño de 37 años fue diagnosticado de VIH en diciembre de 1996. "Estaba ya en fase sida, con fiebre, sudoraciones, pérdida de apetito y de peso", recuerda. La médico que le dio el resultado le pronosticó tres meses de vida. "Entonces no había retrovirales, sólo se daba el AZT", explica.

Para conseguir medicación ha probado de todo. Su primer cóctel estaba formado por productos caducados. Cuando su caso se hizo público, un donante anónimo de Estados Unidos le empezó a enviar medicación. Para entonces Miranda ya no estaba s...

Una sentencia ha mantenido vivo a Odir Miranda. Este salvadoreño de 37 años fue diagnosticado de VIH en diciembre de 1996. "Estaba ya en fase sida, con fiebre, sudoraciones, pérdida de apetito y de peso", recuerda. La médico que le dio el resultado le pronosticó tres meses de vida. "Entonces no había retrovirales, sólo se daba el AZT", explica.

Para conseguir medicación ha probado de todo. Su primer cóctel estaba formado por productos caducados. Cuando su caso se hizo público, un donante anónimo de Estados Unidos le empezó a enviar medicación. Para entonces Miranda ya no estaba solo. Fundó la asociación Atlacatl (el nombre de un indio que luchó contra la conquista española) y emprendió una batalla legal. "Denuncié a mi Gobierno ante los tribunales y la Procuraduría de Derechos Humanos [el equivalente al Defensor del Pueblo] para conseguir medicación". En enero de 2000 presentó además una demanda ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Todos fallaron a su favor, pero el Gobierno no accedió hasta 2001.

La sentencia se vio empañada por el fallecimiento de la última de los fundadores de Atlacatl. "Murió el mismo día. Fue una celebración muy triste", recuerda. "Me consuela pensar que gracias a esa iniciativa 1.700 personas -teóricamente todos los que lo necesitan- reciben tratamiento en El Salvador".