CAMBIOS EN EL GOBIERNO ESTADOUNIDENSE

La Casa Blanca pierde su rostro moderado

La salida de Colin Powell confirma la continuidad de la política exterior del presidente Bush

Colin Powell, el rostro moderado del Gobierno de Bush, ya no se sentará a la derecha del presidente en las reuniones de Gabinete. A la espera de saber quién ocupará su puesto, lo importante es conocer con detalle las razones de su salida. ¿Se va o le echan?

El secretario de Estado aseguró ayer que se trata de "una decisión personal", pero la mayoría de los observadores coinciden en que se trata de un movimiento lógico de frustración por parte de Powell ante las señales de continuidad de la política exterior de EE UU y de la dificultad para orientar en otro sentido diferente al actual la...

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Colin Powell, el rostro moderado del Gobierno de Bush, ya no se sentará a la derecha del presidente en las reuniones de Gabinete. A la espera de saber quién ocupará su puesto, lo importante es conocer con detalle las razones de su salida. ¿Se va o le echan?

El secretario de Estado aseguró ayer que se trata de "una decisión personal", pero la mayoría de los observadores coinciden en que se trata de un movimiento lógico de frustración por parte de Powell ante las señales de continuidad de la política exterior de EE UU y de la dificultad para orientar en otro sentido diferente al actual la política exterior del Gobierno.

Significativamente, las primeras reacciones que lamentaron la salida de Powell procedieron de los demócratas. El senador Joseph Biden, que aspiraba a ser secretario de Estado en caso de victoria de Kerry, dijo que "Powell deja su puesto con la cabeza alta y una reputación sin par de integridad y conocimientos". Para Bill Richardson, gobernador de Nuevo México, "es una pérdida para las voces internacionalistas moderadas en el Gobierno".

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A pesar de que la salida era esperada, Philip Gordon, de la Brookings Institution, se confiesa un poco sorprendido: "Creí que iba a estar unos meses por Oriente Próximo, ahora que el presidente acaba de anunciar un compromiso mayor, y por las elecciones iraquíes. Es verdad que nunca es el momento oportuno para que un secretario de Estado deje el puesto, pero estoy un poco sorprendido de que haya sido tan rápido".

A la espera de tener más datos, Gordon cree que ahora "se puede analizar lo que parece que es; y parece que Powell no podía esperar un minuto más a salir del puesto, y que por eso es todo tan rápido. Porque, en su conjunto, la experiencia no ha sido positiva para él, y porque estaba tan frustrado de la dificultad de llevar adelante la diplomacia estadounidense que no ha aguantado más". "Creo que defendió su imagen de voz moderada dentro del Gabinete y en la política exterior, pero no fue capaz de que esa política se moviera en la misma dirección, y de ahí su frustración". agrega.

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Powell, de 67 años -35 de ellos en las Fuerzas Armadas-, es uno de los modelos del sueño americano: hijo de inmigrantes jamaicanos, ganó medallas en Vietnam, pero allí aprendió a ser muy cauteloso sobre el papel de las Fuerzas Armadas y forjó la doctrina Powell: cualquier despliegue exterior tiene que contar con una fuerza de choque aplastante y debe tener un amplio respaldo interior. En 1991, Powell, entonces al frente del Estado Mayor, abogó por una intervención con fuerzas abrumadoras y defendió luego el alto el fuego sin derrocar a Sadam Husein.

Powell trató de mantener esa política en vísperas de la segunda guerra del Golfo, según escribe en Plan de ataque el periodista Bob Woodward, que asegura que, en el verano de 2002, el secretario de Estado advirtió de que si había una invasión, Bush sería el responsable de "todos los sueños, las aspiraciones y los problemas de 25 millones de iraquíes"; en otras palabras, la regla de oro de Powell: quien rompe, paga. Woodward afirma que el secretario de Estado "prácticamente no se hablaba" con el vicepresidente Dick Cheney y con el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Aun así, Powell defendió ante el mundo, el 5 de febrero de 2003, los argumentos para la guerra, las supuestas pruebas de que Sadam Husein tenía armas de destrucción masiva. El periodista Wil S. Hylton contó hace seis meses que el número dos del Departamento de Estado, Richard Armitage, amigo de Powell, le dijo que aquel discurso de la ONU es aún "una fuente de enorme zozobra". Según los testimonios recogidos entre su equipo, nunca se recuperó de haberse jugado su prestigio en la presentación que hizo en el Consejo de Seguridad.

Desde entonces, Powell fue una máquina de enviar mensajes de descontento. Y ahora "da la impresión de que ha llegado al convencimiento de que no había espacio para ningún cambio. Si ha interpretado que el resultado de las elecciones aplicado a la política exterior implica un mandato para hacer esa política a la manera de Bush, y no a su manera, sabe que ha perdido la batalla y que debe considerarse excluido. Ésa es la impresión que yo tengo: que Powell está frustrado y ha llegado a la conclusión de que el presidente quiere avanzar en una dirección diferente a la suya", analiza Philip Gordon.

En cuanto a su sustitución, Richardson sintetiza las aspiraciones demócratas e internacionales al afirmar: "Confío en que sea una persona más pragmática que ideológica". No hay que descartar movimientos de tensión, porque, frente a las fuentes republicanas que hablaban ayer de Condoleezza Rice, el periodista Charles Krauthammer, abanderado de la corriente neoconservadora, declaró ayer a la cadena Fox que "lo lógico es que John Danforth, embajador ante la ONU, sustituya a Powell". Para Philip Gordon, "habrá que esperar, porque hay muchas combinaciones posibles, pero nadie debería pensar que Bush va a enviar un mensaje de cambio de rumbo en política exterior. Él cree que ha obtenido un mandato para continuar en el camino por el que iba y nadie debería esperar que sus nombramientos reflejaran otra cosa distinta a ésa".

Powell entra en el vestíbulo del Departamento de Estado tras una reunión.ASSOCIATED PRESS

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