Columna

Púlpitos

La Ley de Conglomerados Financieros va a devolver a la Junta de Andalucía la gestión de Cajasur, única caja de ahorros de toda España que no depende de su Comunidad Autónoma por el mero hecho de haber sido fundada por la Iglesia Católica y de estar gestionada por un sacerdote. En realidad Cajasur debería pasar a depender del Ministerio de Fomento.Ya puestos, la misma lógica que llevó a Arenas y Rato a hurtar a la Junta la gestión de la caja cordobesa puede llevar al Partido Socialista a cambiarla de sitio. Qué más da. Si Cajasur eligió en su día al Ministerio de Hacienda gracias a la operación...

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La Ley de Conglomerados Financieros va a devolver a la Junta de Andalucía la gestión de Cajasur, única caja de ahorros de toda España que no depende de su Comunidad Autónoma por el mero hecho de haber sido fundada por la Iglesia Católica y de estar gestionada por un sacerdote. En realidad Cajasur debería pasar a depender del Ministerio de Fomento.Ya puestos, la misma lógica que llevó a Arenas y Rato a hurtar a la Junta la gestión de la caja cordobesa puede llevar al Partido Socialista a cambiarla de sitio. Qué más da. Si Cajasur eligió en su día al Ministerio de Hacienda gracias a la operación de los dos antiguos vicesecretarios del PP, estaría bien que Magdalena Álvarez tutelase la entidad de ahorro. Yo creo que los cordobeses se lo merecen. Al fin y al cabo llevan soportando al cura Castillejo un montón de años, qué menos que resarcirlos con un verdadero cambio. Así el padre Castillejo podrá expiar sus pecados mediante el ejercicio de la penitencia y el PP tendrá nuevos motivos para agitar el espantajo de la Guerra Civil.

La Iglesia Católica disfruta de demasiados privilegios a pesar de que la inmensa mayoría de los españoles están al margen de la religión. Sigue recibiendo importantes transferencias de los Presupuestos Generales del Estado y una cantidad aún mayor para las órdenes religiosas a través de los conciertos educativos. A cambio reparten juicios morales sobre el comportamiento del Estado en asuntos absolutamente ajenos a su competencia como la regulación de los matrimonios, del divorcio y los métodos anticonceptivos. Lo normal es que los creyentes paguen cada uno a la iglesia a la que pertenezcan. El colmo es que el Estado pague a los profesores de educación que eligen los propios obispos cuando en realidad es un contrasentido que se enseñe religión en las escuelas ya que esta debería ser del ámbito privado. Disolver los privilegios de la iglesia católica ofreciendo igual trato a otras religiones es la elevación al absurdo. En vez de ir hacia el laicismo vamos hacia la plurirreligiosidad. Encima los púlpitos son utilizados contra el Gobierno, contraviniendo el principio caritativo de "no muerdas la mano de quien te da de comer".Y para completar el cuadro, cuando llega la Semana Santa, se tienen que paralizar las ciudades andaluzas para que los creyentes expresen su fe.

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