El partido de Sharon rechaza formar un Gobierno de coalición con los laboristas

El Likud vuelve a desautorizar el plan de retirada de Gaza del primer ministro israelí

El primer ministro israelí, Ariel Sharon, recibió ayer un varapalo durante la Convención del Partido Likud, cuyos militantes votaron contra la formación de un Gobierno de coalición con los laboristas. El líder del Likud sometió a votación una propuesta para poder adoptar pactos con "cualquier formación sionista" y ampliar la base del Ejecutivo que fue rechazada por un 58% de los 3.000 delegados. Sharon quería contar con mayor margen de maniobra en el Parlamento para sacar adelante su plan de retirada de Gaza; pero la oposición del ala dura de su partido ha complicado sus planes.

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El primer ministro israelí, Ariel Sharon, recibió ayer un varapalo durante la Convención del Partido Likud, cuyos militantes votaron contra la formación de un Gobierno de coalición con los laboristas. El líder del Likud sometió a votación una propuesta para poder adoptar pactos con "cualquier formación sionista" y ampliar la base del Ejecutivo que fue rechazada por un 58% de los 3.000 delegados. Sharon quería contar con mayor margen de maniobra en el Parlamento para sacar adelante su plan de retirada de Gaza; pero la oposición del ala dura de su partido ha complicado sus planes.

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La carrera de obstáculos en la que se ha convertido la gestión de Gobierno de Sharon desde el pasado mes de diciembre, fecha en la que anunció por primera vez, aunque sin grandes detalles, el plan de retirada de Gaza en un foro político, tuvo ayer su última etapa. Para el primer ministro israelí obtener el visto bueno de la convención del Likud implicaba poder hablar de un pacto con los laboristas y, por ende, de una retirada de Gaza.

Aunque no es vinculante, la votación de anoche representa un claro mensaje para el primer ministro desde los sectores del Likud que consideran que Sharon no debe ignorar otra vez las decisiones de su propio partido, cuya base rechazó el plan de evacuación de Gaza el pasado 2 de mayo en una votación interna.

Aquel rechazo del Likud no pareció frenar al líder derechista, que ya en ocasiones anteriores obvió las decisiones de la convención de su partido, como ocurrió en 2002, cuando el máximo órgano del Likud desestimó la creación de un Estado palestino en el futuro. Sharon respondió de forma contraria.

Además, el líder del Likud acudió a la Convención con un as en la manga. Tras esta derrota interna, el primer ministro puede convocar elecciones anticipadas, sabedor de que la mayoría de los militantes de su partido no lo desea. Las encuestas auguran una más que presumible derrota del Likud en caso de comicios anticipados. Los sondeos también señalan que la mayoría de los israelíes aprueban el plan de retirada de Gaza. Muchos analistas consideran, sin embargo, que el riesgo de una escisión dentro del Likud sería enorme si Ariel Sharon vuelve a ignorar a los dirigentes del partido que preside.

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La reunión, que comenzó a las 18.30 hora local (las 19.30, hora peninsular española), contó con la participación de cuatro oradores por cada sector, y concluyó, antes de la votación, con un discurso del primer ministro. Sharon, lejos de amedrentarse, acusó a sus más directos rivales de "trabajar en contra del Gobierno" e insistió en que no aceptará "la descalificación automática de partidos o personalidades con los que desea entablar negociaciones".

A la convención del partido, la instancia encargada de designar a los candidatos del Likud en cada consulta electoral, se presentaron dos sectores de la organización política bien definidos desde el principio: el defendido por el primer ministro y el de los representantes del sector duro, a cuya cabeza figuran Uzi Landau, ministro sin cartera, y el ministro de Exteriores, Silvam Shalom, que no compareció ante ninguna de las diez urnas ubicadas en el templo de la Cultura de Tel Aviv, donde se desarrolló la votación interna. Shalom se ha mostrado indignado por la retirada del Ejército israelí de Gaza, pero sobre todo porque intenta defender su cartera ministerial. Para los editorialistas de la prensa de Israel, la cartera de Asuntos Exteriores era uno de los principales beneficios que los laboristas confían en obtener en caso de llegar a un acuerdo con el Likud para gobernar conjuntamente.

Para el ala dura del Likud, es impensable una retirada de Gaza, ya que a su juicio significa ir en contra de la ideología del partido, que no concibe la división del Eretz Israel, la nación de Israel en sus fronteras bíblicas, que abarcan desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo. Otros dirigentes de la derecha israelí descontentos, como el ministro de Finanzas, Benjamín Netanyahu, se niegan a renegociar bajo ningún concepto los presupuestos aprobados el domingo y que cuentan con importantes recortes salariales para los empleados de la Administración pública.

Entretanto, miles de palestinos se manifestaron durante la llamada Jornada del Prisionero Palestino en solidaridad con la huelga de hambre que los presos iniciaron el pasado domingo. Los manifestantes, que desfilaron por las localidades de Ramala, Qalqiliya, Tulkarem o Yenín portaban retratos de familiares detenidos y banderas palestinas y de grupos radicales como Hamás y la Yihad Islámica mientras coreaban lemas de apoyo. El Servicio de Prisiones israelí aseguró ayer que el número de huelguistas ascendió a 2.200, y que al menos un centenar había renunciado a continuar con el ayuno.

Ariel Sharon, tras el discurso inaugural de la Convención del Likud, ayer en Tel Aviv.EFE
Una niña, en un acto a favor de los presos palestinos, ayer en Gaza.ASSOCIATED PRESS

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