Crítica:LIBROS

Las múltiples caras del dinero

Las máscaras del dinero no es un libro de economía propiamente dicho, aunque la materia prima del texto sea la quintaesencia de la economía. En realidad es un libro de filosofía, modalidad ensayo analítico, cuyo objetivo es recordar al lector el origen del dinero, su esencia y naturaleza. Como tal ensayo, apoyado por consideraciones históricas, quizá no atraiga demasiado a los lectores más pragmáticos. Pero sin duda gustará a quienes ven en la economía algo más que una relación mejor o peor ordenada de fuerzas estrictamente productivas impulsadas por el margen de beneficio y sometidas a...

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Las máscaras del dinero no es un libro de economía propiamente dicho, aunque la materia prima del texto sea la quintaesencia de la economía. En realidad es un libro de filosofía, modalidad ensayo analítico, cuyo objetivo es recordar al lector el origen del dinero, su esencia y naturaleza. Como tal ensayo, apoyado por consideraciones históricas, quizá no atraiga demasiado a los lectores más pragmáticos. Pero sin duda gustará a quienes ven en la economía algo más que una relación mejor o peor ordenada de fuerzas estrictamente productivas impulsadas por el margen de beneficio y sometidas a las leyes de la oferta y la demanda o a la presión de los costes laborales.

Sánchez Capdequí orienta rápidamente su análisis hacia los orígenes religiosos del dinero. Se significa casi de inmediato que la "elección del animal sacrificial es el primer acto del pensamiento económico". Este origen se prolonga en la línea inevitable de la intermediación sacerdotal: los sacerdotes atesoran bienes (se supone que santos) que se ven obligados a intercambiar por otros bienes que los feligreses no les suministran. Bien, ya está descrito el origen del trueque. El dinero (moneda) aparece cuando se busca la igualación, la equivalencia. Resulta que los bienes, sean animales, vegetales o minerales, son distintos en sí mismos. Cada buey, cerdo o cabra que se intercambia es distinto de otro. El dinero -y el peso, habría que añadir- es el gran instrumento nivelador. Siguiendo el argumento, bien podría concluirse algo opuesto a la tesis de Sánchez: que el primer acto de pensamiento económico nace cuando los intercambios de bienes se igualan y se hacen asépticos a través del dinero. Porque hasta ese momento no hay término de comparación que lleve al individuo a pensar más allá del trueque.

Las máscaras del dinero. El simbolismo social de la riqueza

Celso Sánchez Capdequí

Editorial Antrophos

ISBN 84-7658-677-9

El libro discurre bajo el manto protector de los análisis del dinero, muy relevantes por cierto, que elaboraron filósofos y sociólogos de reputada profundidad. Werner Sombart, Max Weber, Thorstein Veblen o Georg Simmel han dedicado páginas impagables a los rostros de la riqueza y el dinero, su valor mítico, simbólico y antropológico, su cerrado dominio de los comportamientos humanos y su preeminencia icónica sobre cualquier otro referente social.

No deja de resultar llamativo el dominio de los referentes sagrados y litúrgicos para explicar el dinero, sobre todo como símbolo. Esta abrumadora presencia de lo religioso es un inconveniente del texto, fácilmente subsanable si se hubiera ampliado las contadas referencias a Adam Smith, Karl Marx o a Joseph Schumpeter.

Acompañado de referencias históricas precisas -Mediterráneo, Grecia- y ejercicios de comprensión del fenómeno en épocas tan lejanas del mito sagrado original como la actualidad, la aportación básica del texto es la inquietud que suscita su lectura sobre las amenazas de fondo que el dineo plantea a la sociedad democrática. Tales inquietudes están sólo esbozadas, pero son muy nítidas incluso en el recuerdo de los clásicos. Frente a la exploración claramente descriptiva y moderadamente optimista de Weber (el dinero ayuda a calcular y a disponer), otras visiones insisten en la cuña que abre el dinero en la sociedad. "El individuo económico es el peor enemigo del ciudadano", sostuvo y desarrolló Alexis de Tocqueville. Para Veblen, el dinero es el regulador de las reglas de exclusión e inclusión social. Ya no estamos ante máscaras sagradas, sino ante descarnadas consecuencias sociales.

La última consecuencia de esta dialéctica sería la imposición de una racionalidad primitiva de lo rentable, en términos de gastos menos ingresos, a las reglas del juego político. La democracia ¿es cara o es barata? ¿Puede ser sustituida por órdenes políticos más baratos? La lógica espesa del mundillo de los neocon anglosajones, presuntamente demócratas, se aproxima irremisiblemente a este tipo de desatinos. Del mito sacrificial a las tinieblas.

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