Horst Köhler, ex director del FMI, firme candidato a presidir Alemania

Socialdemócratas y Verdes proponen a la acádemica Gesine Schwan

El economista de 61 años Horst Köhler, hasta el pasado marzo director del Fondo Monetario Internacional (FMI), tiene todas las papeletas para salir elegido hoy presidente de Alemania con el apoyo de los partidos de oposición, la democracia cristiana (CDU / CSU) y los liberales (FDP). El partido socialdemócrata de Alemania (SPD) y su socio de coalición en el Gobierno federal, Los Verdes, apoyan a Gesine Schwan, de 61 años, rectora de la universidad europea Vedrina en Francfort del Oder.

En la Asamblea Federal, que se reúne hoy en Berlín para elegir presidente, la oposición cuenta con uno...

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El economista de 61 años Horst Köhler, hasta el pasado marzo director del Fondo Monetario Internacional (FMI), tiene todas las papeletas para salir elegido hoy presidente de Alemania con el apoyo de los partidos de oposición, la democracia cristiana (CDU / CSU) y los liberales (FDP). El partido socialdemócrata de Alemania (SPD) y su socio de coalición en el Gobierno federal, Los Verdes, apoyan a Gesine Schwan, de 61 años, rectora de la universidad europea Vedrina en Francfort del Oder.

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En la Asamblea Federal, que se reúne hoy en Berlín para elegir presidente, la oposición cuenta con unos veinte delegados por encima de la mayoría absoluta necesaria para elegir presidente en la primera votación.

La elección presidencial en Alemania tiene unas características especiales. La suprema magistratura alemana carece de funciones ejecutivas y ejerce una misión más bien representativa. No obstante, las elecciones presidenciales han desencadenado casi siempre en Alemania maniobras políticas, han servido de piedra de toque sobre la correlación de fuerzas y se han interpretado como señales de cambios políticos. Por eso la oposición -democristianos (CDU / CSU) y liberales (FDP)- se las prometen muy felices ante la elección de hoy y atribuyen al triunfo de su candidato el efecto de toque de muerto ante las elecciones legislativas de 2006 para el Gobierno SPD-Verdes que gobierna Alemania desde 1998.

La Asamblea Federal, el gremio encargado de elegir presidente, se reúne sólo una vez cada cinco años con esa única misión. Forman la Asamblea 1.205 delegados, los 602 diputados del Parlamento Federal (Bundestag) en este momento, más otros tantos representantes de los Estados federados, según su número de habitantes. Esta representación refleja las fuerzas políticas de cada Estado federado.

Los desastres electorales del SPD en cada elección regional han llevado a que en la Asamblea Federal el Gobierno SPD-Verdes cuente con 549 delegados, y la oposición CDU / CSU-FDP, con 624. Si todo sale según lo previsto y los delegados, en votación secreta, respetan la disciplina de partido, el candidato democristiano Köhler no tendrá el menor problema y saldrá elegido en la primera votación.

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Si esto no ocurre, ya sería una sorpresa, y se repetiría la votación. Si en segunda votación Köhler tampoco consigue la mayoría absoluta, la sorpresa sería mayor e indicaría que en las filas de la oposición algunos le mandan un aviso a la jefa de la democracia cristiana (CDU), Angela Merkel, que hizo de comadrona en la candidatura del ex director del FMI. En la tercera votación, a Köhler le bastaría la simple mayoría para ser elegido presidente. Si no la consigue y resultase elegida Schwan, la candidata del Gobierno, se viviría en todo el país un terremoto político con consecuencias graves para el liderazgo de Merkel.

Los dos candidatos a la presidencia de Alemania presentan en esta ocasión como característica su escasa vinculación con la política profesional. Köhler, afiliado a la democracia cristiana desde 1981, ha seguido una carrera hasta los más altos cargos, secretario de Estado de Hacienda, pero conservó siempre el sello de tecnócrata.

La intervención del Gobierno del canciller Gerhard Schröder (SPD) aupó a Köhler hasta la dirección del FMI en mayo de 2000, el cargo que ahora ocupa el español Rodrigo Rato.

Las peleas en el seno de la democracia cristiana (CDU), más otras con sus hermanos de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), y las exigencias de los liberales (FDP) provocaron el pasado marzo un lamentable espectáculo. La suprema magistratura alemana quedó a la altura del betún convertida en objeto de almoneda en las pugnas partidistas. Al final, tras un antiestético regateo entre unos y otros, el problema se zanjó. Merkel propuso la candidatura de Köhler, que aceptó renunciar al bien dotado puesto, 400.000 dólares al año libres de impuestos, para desempeñar la presidencia de su país.

De inmediato, el mismo día 4 de marzo, Schröder y su socio el ministro de Exteriores y líder de Los Verdes, Joschka Fischer, sacaron de la chistera a Gesine Schwan y el argumento de que ya es hora de que una mujer presida por primera vez Alemania.

Schwan, afiliada al SPD pero mujer de una gran independencia, ha resultado una buena candidata y ha alcanzado una elevada popularidad. Si el presidente alemán se eligiese por sufragio universal, sin duda, el país viviría hoy un codo a codo electoral.

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