Bush defiende su política de guerra preventiva para doblegar el 'eje del mal'

El presidente de EE UU centra su discurso sobre el estado de la Unión en asuntos internos

En contra de lo que ha ocurrido en los años anteriores, el presidente de EE UU, George W. Bush, tenía previsto arrancar su discurso sobre el estado de la Unión (pronunciado a las tres de la madrugada de hoy, hora peninsular española) con política exterior, para saltar enseguida a la agenda doméstica. Bush iba a repasar el estado del mundo en unos pocos párrafos con el propósito de dedicar el grueso de su intervención a promesas de política interna con una carga mayor de rentabilidad electoral. No había intención de diseñar un nuevo eje del mal. Al contrario: Bush buscaba defender su po...

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En contra de lo que ha ocurrido en los años anteriores, el presidente de EE UU, George W. Bush, tenía previsto arrancar su discurso sobre el estado de la Unión (pronunciado a las tres de la madrugada de hoy, hora peninsular española) con política exterior, para saltar enseguida a la agenda doméstica. Bush iba a repasar el estado del mundo en unos pocos párrafos con el propósito de dedicar el grueso de su intervención a promesas de política interna con una carga mayor de rentabilidad electoral. No había intención de diseñar un nuevo eje del mal. Al contrario: Bush buscaba defender su política de guerras preventivas.

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El discurso sobre el estado de la Unión, convertido históricamente en una ceremonia de agasajo político y patriótico para el presidente de turno, permite al protagonista formular promesas de todo calibre, independientemente de su probabilidad de ejecución. El rito siempre acaba convertido en un torrente de aplausos de los legisladores interrumpido por frases de enorme grandilocuencia y dudoso contenido. En ese sentido, Bush es una excepción. Es uno de los pocos presidentes que ha usado el discurso para anticipar sus acciones y uno de los que más ha sufrido las consecuencias de sus propios errores e imprecisiones. Hace dos años, adelantó el comienzo de una guerra que tardó 14 meses en empezar, pero empezó. Un año después, incluyó referencias falsas en el texto (menciones a los supuestos intentos de comprar uranio por parte de Irak) que todavía le están pasando un precio político.

El discurso de esta madrugada tenía por objetivo evitar ese tipo de deslices. Al mismo tiempo, los autores del texto preparado en la Casa Blanca no podían obviar la falta de pruebas sobre las acusaciones contra Irak en la que se basó la guerra.A última hora de la noche de ayer, la Casa Blanca adelantó algunos párrafos del discurso del presidente en los que Bush aseguraba que construir un nuevo Irak es "duro" pero es "una tarea justa". Y apostillaba: "Gracias a la voluntad y a la determinación de América, el mundo cambia para mejor".

Bush utilizó la ausencia de atentados en suelo de EE UU desde el 11-S para destacar las virtudes de su gobierno en la lucha contra el terrorismo, pero introdujo de nuevo el elemento del miedo: "Han pasado 28 meses desde el 11 de septiembre de 2001, más de dos años sin un solo ataque en suelo de EE UU. Corremos la tentación de pensar que hemos dejado atrás el peligro. Esa idea", dijo Bush, "es comprensible, reconfortante y falsa".

Trabajo inacabado

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Para quienes duden de su resolución bélica, especialmente en los cuatro próximos años si renueva su mandato en las elecciones de noviembre, advirtió: "EE UU es un país llamado a grandes responsabilidades. Y estamos a esa altura. No hemos llegado hasta aquí, en medio de tragedia, desgracia y guerra, para ahora vacilar y dejar nuestro trabajo inacabado".

Quizá el Gobierno de Libia iba también a recibir una mención honorífica en el discurso por su iniciativa de interrumpir y desmantelar su programa nuclear. Sin embargo, la felicitación no iría dirigida tanto para Muammar el Gaddafi sino para el propio ego de Bush: la decisión de Libia se presentará en el discurso como la prueba más clara del acierto de esta Casa Blanca al diseñar la política de acciones preventivas. No estaba prevista mención alguna al eje del mal. En contraste, Bush pretendía instar a los países de esa lista que quedan por invadir (Irán y Corea del Norte) a seguir el ejemplo de Trípoli, e incluso podría hacer alguna referencia a la voluntad de su Gobierno de resolver ésas y otras enemistades (léase Siria) de manera diplomática.

Éste no puede ser un año de confrontaciones internacionales para Bush, dispuesto a sentar esa premisa en el discurso de esta madrugada. En ese campo, a mitad de camino entre la política interna y el programa electoral, Bush debía hacer propuestas para reducir el coste de los servicios sanitarios mediante la desgravación fiscal de las inversiones en seguros privados. Según la Casa Blanca, Bush también iba a proponer un uso mejor de la tecnología para evitar los errores médicos, algo que permite en último término reducir gasto en sanidad.

Tal y como lo describía anoche un analista político, la mayor parte del discurso de Bush iba a girar en torno a tres ejes: la economía, la economía y la economía. El presidente se disponía a tratar de convencer a los contribuyentes de que las reducciones de impuestos han mejorado el volumen de sus bolsillos y de que el mercado laboral despegará en los próximos meses. En el terreno social, Bush se disponía a reafirmar su convicción en que el matrimonio sea sólo entre un hombre y una mujer, pero sin llegar a proponer una enmienda constitucional para establecerlo. Tampoco tenía previsto mencionar sus aspiraciones espaciales, quizá porque 6 de cada 10 encuestados por The Washington Post han mostrado nulo interés en que su país gaste más dinero en volver a la Luna o llegar a Marte.

George W. Bush revisa su discurso junto a Condoleezza Rice y su asesor de discursos, Mike Gerson.REUTERS
El presidente de EE UU, George W. Bush, prepara su discurso sobre el estado de la Unión.ASSOCIATED PRESS

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