Editorial:

Aislado frente a Cuba

Estados Unidos se está quedando cada vez más s

olo en su absurda y perjudicial política de embargo comercial a Cuba. La Asamblea General de Naciones Unidas ha votado, por 179 votos contra tres (EE UU, Israel y las islas Marshall, con la abstención de Marruecos y Micronesia), por el levantamiento de estas sanciones, impuestas en 1962.

Aunque la Asamblea lo viene haciendo regularmente desde hace 12 años, y se reduce paulatinamente el apoyo a EE UU, esta vez su voto cobra mayor importancia. Con la pérdida de credibilidad del Consejo de Seguridad por la guerra de Irak, la Asamblea Ge...

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Estados Unidos se está quedando cada vez más s

olo en su absurda y perjudicial política de embargo comercial a Cuba. La Asamblea General de Naciones Unidas ha votado, por 179 votos contra tres (EE UU, Israel y las islas Marshall, con la abstención de Marruecos y Micronesia), por el levantamiento de estas sanciones, impuestas en 1962.

Aunque la Asamblea lo viene haciendo regularmente desde hace 12 años, y se reduce paulatinamente el apoyo a EE UU, esta vez su voto cobra mayor importancia. Con la pérdida de credibilidad del Consejo de Seguridad por la guerra de Irak, la Asamblea General está ganando peso moral y político, aunque sus resoluciones no tengan consecuencias jurídicas directas. Además, el régimen de Castro está viviendo sus horas más bajas, esperando el final del dictador, con coletazos como la ola de represión contra los disidentes que ha producido el distanciamiento de Europa, y un enorme fracaso económico en su balance.

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El embargo parece tan trasnochado como el castrismo. Y, además, no es del todo real. Al amparo de la ayuda por la catástrofe del huracán Michèle, EE UU se ha convertido en el primer suministrador de alimentos de Cuba, desbancando a Francia, Italia y España. La aparición de empresarios estadounidenses en una feria comercial en La Habana es un reto a la política de Washington. Bush ha endurecido en octubre las sanciones contra Cuba para intentar asegurarse los cruciales votos de los exiliados cubanos en Florida en las elecciones de noviembre próximo. Hay demasiada política interna en la posición de EE UU frente a Cuba, y el propio exilio cubano aparece dividido.

El castrismo está en sus últimas no sólo por la aparente mala salud del propio Castro, sino porque es incapaz de mejorar la economía y las condiciones de vida de sus conciudadanos. El sector privado no sólo no ha seguido expandiéndose, sino que se ha contraído. Y e

l régimen comunista no es capaz de aguantar sin cambios profundos el viento fresco que significaría una oleada de inversiones e importaciones de EE UU y la capacidad de exportar habanos y otros productos al gigante vecino. Para no hacer sufrir más a los castigados cubanos, y por inteligencia política, Washington debería hacer caso a la Asamblea General.

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