ELECCIONES EN CATALUÑA

Primeros síntomas de fatiga empresarial

Si la celeridad con que se abandona un acto político es un síntoma del interés que despierta, puede concluirse que los empresarios empiezan a acusar fatiga de la sobredosis de convocatorias a la que se ven sometidos. Ayer, nada más acabar la conferencia de Artur Mas, que fue un éxito de convocatoria, la gran mayoría se precipitó, pies para qué os quiero, hacia sus despachos.

Y es que la ronda de líderes en busca del clásico examen de la clase dirigente empieza a desbordar la paciencia del más pintado. Todo empezó cuando Pasqual Maragall reunió en una cena el pasado mes de julio a 550 em...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Si la celeridad con que se abandona un acto político es un síntoma del interés que despierta, puede concluirse que los empresarios empiezan a acusar fatiga de la sobredosis de convocatorias a la que se ven sometidos. Ayer, nada más acabar la conferencia de Artur Mas, que fue un éxito de convocatoria, la gran mayoría se precipitó, pies para qué os quiero, hacia sus despachos.

Y es que la ronda de líderes en busca del clásico examen de la clase dirigente empieza a desbordar la paciencia del más pintado. Todo empezó cuando Pasqual Maragall reunió en una cena el pasado mes de julio a 550 empresarios, que pagaron 600 euros cada uno como contribución a su campaña electoral. Se dijo entonces que el mundo económico olía a cambio.

Esta tendencia fue ratificada el 28 de octubre, cuando Maragall compareció en la Llotja de Mar en un acto convocado por la Cámara de Comercio para ofrecer un modelo de gobierno muy liberal y alejado de las fórmulas tradicionales de la izquierda. Aquel día, Maragall mostró una nueva manera de dirigirse al mundo económico; no habló exclusivamente a los patronos, sino al conjunto del sistema productivo, y lo hizo acompañado del notario Juan José López Burniol -que cierra la candidatura socialista por Barcelona-, el filósofo Xavier Rubert de Ventós, el arquitecto Oriol Bohigas y la escritora Pilar Rahola.

Golpe de efecto

Por su parte, Artur Mas ha intentado contrarrestar la moderación con la que su oponente se mete en el bolsillo a los empresarios a base de acusarle de inspirador de la izquierda pasada de moda y poco operativa. El candidato nacionalista consiguió su mejor golpe de efecto el pasado 20 de octubre, cuando compareció junto a Bill Clinton -una referencia de la alternativa de centro izquierda de ámbito mundial- en un acto organizado por la Cámara de Comercio Americana.

En la precampaña, José María Aznar y Mariano Rajoy tuvieron también su examen. El primero en forma de despedida, el pasado día 27, en un acto organizado por The Wall Street Journal, y Rajoy, unos días antes, en una conferencia de trámite ante los socios del Círculo de Economía.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

La reiteración de los políticos ante los empresarios estuvo ayer aderezada por la voz de mando de Artur Mas, que en medio de su conferencia nombró embajadores ante José María Aznar a los miembros de Pimec Sefes. Algunos de los comensales no salían de su estupor, pero los más veteranos saben que la Pimec -origen de la actual Pimec-Sefes, que preside Joep González- fue la patronal orgánica del nacionalismo y desde su fundación, en 1978, a instancias de Convergència Democràtica de Catalunya, persiguió el objetivo de contrarrestar entre los pequeños empresarios el sesgo derechista de la gran patronal, Fomento del Trabajo Nacional.

Archivado En