Reportaje:

Cegados en la revuelta

El golpe de estado en Guinea Bissau frustra la labor de un equipo de oftalmólogos voluntarios de Elche

Apenas ve cuando abre los ojos al despertarse. El escenario que antes dejaba ver la llegada del sol de cada mañana se ha convertido en una mancha de luz. La única esperanza de este guineano se llamaba Anawin, la entidad sin ánimo de lucro que, financiada por el Ayuntamiento de Elche, pretendía poner en marcha un quirófano para atajar los problemas de glaucoma y cataratas entre los vecinos de la zona de São Domingos, al norte de Guinea Bissau. Sin embargo, el ruido de sables acabó con miles de ilusiones, entre ellas la de volver a ver una nueva mañana guineana.

Este ruido de sables lo pr...

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Apenas ve cuando abre los ojos al despertarse. El escenario que antes dejaba ver la llegada del sol de cada mañana se ha convertido en una mancha de luz. La única esperanza de este guineano se llamaba Anawin, la entidad sin ánimo de lucro que, financiada por el Ayuntamiento de Elche, pretendía poner en marcha un quirófano para atajar los problemas de glaucoma y cataratas entre los vecinos de la zona de São Domingos, al norte de Guinea Bissau. Sin embargo, el ruido de sables acabó con miles de ilusiones, entre ellas la de volver a ver una nueva mañana guineana.

Este ruido de sables lo produjo el golpe de estado incruento del general Veríssimo Seabra en Guinea Bissau, que ha obligado a volver a los siete cooperantes ilicitanos que llegaron al país africano el día de la revuelta militar del pasado 13 de septiembre. Su marcha supone la suspensión de casi 100 intervenciones quirúrgica programadas. Allí quedan las ilusiones de varios enfermos y un proyecto para formar a carpinteros en ciernes.

"El país se ha paralizado y con ello la llegada del material necesario para poder intervenir las cataratas, que era nuestro principal objetivo. Muchas personas ya disponían de la citación para ser intervenido, pero no ha sido posible", afirma el oftalmólogo y cirujano del proyecto, Manuel Martínez Ferrer. La falta de este material y las recomendaciones de seguridad del Ministerio de Asuntos Exteriores terminaron por suspender el programa y adelantar la marcha de este grupo de siete voluntarios ilicitanos. Su proyecto, que pretendía comenzar a operar de cataratas y glaucoma en un hospital guineano se terminó con sólo 150 revisiones y 10 operaciones de glaucoma.

"Finalmente el problema ha sido la falta de seguridad", afirma Martínez Ferrer, "y las exigencias del consulado que nos pidió que saliéramos del país", explica. "No podíamos estar allí y crear falsas expectativas. Cómo le dices a alguien con problemas que tiene solución, que sólo hay que operar, pero que no se le va a intervenir porque te tienes que ir", se lamenta Martínez Ferrer.

Al menos, la puesta en marcha del quirófano, construido y equipado en la última expedición del equipo el pasado año, ya es una realidad, afirma. "Las bases del quirófano están puestas para cualquier intervención", comenta el doctor.

La coordinadora de este proyecto de la concejalía de Bienestar Social, Carmen Gómez, señaló que el programa queda "suspendido" hasta que la situación política de Guinea Bissau permita reanudar las actividades en la zona.

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Más alentador fueron las explicaciones del funcionario municipal desplazado a Guinea Bissau, Miguel Espinosa, encargado de poner en marcha una escuela taller de carpintería.

Este funcionario municipal partía con el objetivo de enseñar a cinco carpinteros técnicas de trabajo con maquinaria eléctrica. La idea era convertir a estos profesionales guineanos de la madera en futuros monitores de jóvenes aprendices. "Eso lo hemos logrado, aunque me hubiera gustado quedarme algunos días más para terminar con la formación", indicó Espinosa. El proyecto ha consistido en el envío previo de maquinaria eléctrica que "estos profesionales, acostumbrados a trabajar con la madera que han entendido su funcionamiento sin problemas", explicó. La zona de São Domingos cuenta con materia prima suficiente de sus bosques, que pueden utilizar para crear una industria más moderna que asegure un puesto de trabajo a los jóvenes del lugar. "La construcción de muebles puede ser una salida laboral interesante", apuntó. La escuela taller de São Domingos ya está en marcha a pesar de la revuelta militar.

La esperanza de los cooperantes es volver en breve a Guinea Bissau para terminar con el trabajo que desarrollan desde hace cuatro años. "La gente se ha volcado con nosotros", comenta Cristina López, enfermera. La zona de São Domingos cuenta con posibilidades de desarrollo. "En un país deprimido, como la mayor parte de África, São Domingos tiene posibilidades, tiene calles asfaltadas, electricidad que funciona con generadores y luz en las calles". La misma que no tienen otros en su vista, la que ha cegado los militares hambrientos de poder.

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