Reportaje:

La confianza es lo último que se pierde

Los bancos españoles confían en que mejore el riesgo de sus inversiones latinoamericanas

La expansión de los mayores bancos españoles en Latinoamérica no ha sido una versión financiera de la búsqueda de El Dorado, pero tampoco una apuesta de tan dudoso éxito que requiera su revisión. La experiencia española en América, tras los años transcurridos, presenta luces y sombras y ha estado jalonada de grandes oportunidades y de grandes riesgos.

Los bancos españoles se han reafirmado en su compromiso de permanencia a largo plazo en América Latina y, pese a los ingentes recursos movilizados para sanear y consolidar sus inversiones iniciadas a mediados de la pasada década, su presen...

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La expansión de los mayores bancos españoles en Latinoamérica no ha sido una versión financiera de la búsqueda de El Dorado, pero tampoco una apuesta de tan dudoso éxito que requiera su revisión. La experiencia española en América, tras los años transcurridos, presenta luces y sombras y ha estado jalonada de grandes oportunidades y de grandes riesgos.

Las filiales latinoamericanas, que aportan el 30% del beneficio atribuido del BBVA y el 40% del SCH, permanecen 'al ralentí'

Los bancos españoles se han reafirmado en su compromiso de permanencia a largo plazo en América Latina y, pese a los ingentes recursos movilizados para sanear y consolidar sus inversiones iniciadas a mediados de la pasada década, su presencia en el área constituye la prueba de que la internacionalización de la banca española, y los motivos que la impulsaron, no se han cuestionado.

Los bancos españoles, segundos proveedores de recursos financieros en la región tras Estados Unidos, siguen confiando en Latinoamérica y, aunque su tamaño y ambiciones han mermado, la zona sigue siendo su primera y, quizá por bastante tiempo, única oportunidad para adquirir una dimensión internacional.

Los grandes bancos españoles cuando empiezan a desembarcar, primero tímidamente en 1995, y de forma más intensa en 1996-1998, lo hacen al calor del proceso privatizador que registra Iberoamérica -en 1993, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), de las 500 grandes empresas latinoamericanas 93 eran públicas y, cinco años después, el número se reducía a 40- y de la apertura de sus mercados a los inversores extranjeros.

A los bancos españoles, acostumbrados a competir en el maduro mercado doméstico, con márgenes estrechos y escasas ganancias adicionales de negocio, se les presenta un área emergente con escasa experiencia bancaria, márgenes altos, buenas perspectivas económicas y demográficas, a pesar de las turbulencias financieras posteriores y, lo no menos importante, con unos precios atractivos. Según los cálculos de expertos, el 1% del mercado alemán costaba en 1999 unos 2.300 millones de dólares, el de Argentina 196 millones y el de México 205 millones.

La expansión hacia el este de Europa o Asia ofrecía atractivos limitados a los bancos españoles, mientras que los procesos de desregulación y liberalización de los años noventa registrados en el sistema bancario latinoamericano ofrecían similitudes con los experimentados en el mercado español en la década anterior. Cuando el entonces Banco Santander desembarca en la región inicia una reacción inversora en sus competidores que llega a alcanzar los 26.000 millones de euros (17.000 millones el SCH y el resto el BBVA, según las propias entidades).

Exposición en la zona

Hoy, sin embargo, y tras las turbulencias financieras en los mercados emergentes, las entidades españolas han reducido significativamente su exposición en la zona. El Grupo Santander redujo el año pasado sus activos en balance en América un 35%, y el BBVA un 24%, con una caída de los resultados en Latinoamérica del 8% y del 12%, respectivamente.

Según el Banco de España , el negocio de los bancos españoles en el exterior en 2002 se contrajo más de cinco puntos porcentuales sobre el año precedente, que se compensaron con ganancias por igual cuantía en el mercado doméstico, por la evolución negativa de los tipos de cambio de las divisas locales y el menor número de filiales en América. Con todo, el 20% de los beneficios consolidados del sector bancario procedieron del exterior y en torno al 25% los márgenes (sobre activos totales medios).

De ser uno de los principales paradigmas de la liberalización y desregulación económicas en los años noventa, lo que movilizó grandes inversiones extranjeras, Latinoamérica se ha convertido en el último trienio en un enfermo débil que, según la Cepal, el año pasado atrajo un 33% menos de inversión directa extranjera, una caída proporcionalmente mayor que la de otros mercados mundiales y que habría continuado descendiendo en el primer trimestre.

Sin embargo, los organismos e inversores internacionales están valorando positivamente la paulatina recuperación de la confianza en los países emergentes, expresada en el descenso del riesgo país, y que se está concretando en el apoyo internacional a Brasil.

La ligera caída de la inversión extranjera directa en los países en desarrollo en el primer trimestre a 23,8 millones de dólares, desde los 26,6 millones en el mismo periodo del año pasado, según el Banco Mundial, podría estar presagiando una gradual mejora de la situación económica. Los ejecutivos del SCH y BBVA participan de estas expectativas de mejora del clima de confianza y prácticamente dan por concluida la peor parte de la crisis en la región.

Debilidad del dólar

Los bancos españoles se sienten confiados en que se produzca la esperada mejora del riesgo en Latinoamérica, donde la depreciación de las monedas locales frente a un euro apreciado por la debilidad del dólar sigue desluciendo las cuentas de resultados. La previsible estabilización del tipo de cambio de las divisas en lo que queda de año jugará un papel clave en el cierre del ejercicio. En el SCH, el beneficio atribuido habría crecido en los seis primeros meses un 36,3% sin el efecto cambiario frente al 8% final; en el BBVA, un 9,6% contra un resultado final plano (subió un 0,1%).

Las filiales latinoamericanas, que aportan el 30% del beneficio atribuido del BBVA y el 40% del SCH, están al ralentí. Los márgenes han continuado bajando por la depreciación cambiaria y la caída del negocio, que ha disminuido por la política de reducción del riesgo. Por ejemplo, la inversión crediticia de la Banca Comercial América del SCH se contrajo un 20,6%, y un 13,5% la del BBVA. Como consecuencia, los bancos han hecho un menor esfuerzo de dotación de provisión por insolvencias, que cayeron un 85% en el SCH y un 25% en el BBVA.

"Las cosas en América Latina van bien, el PIB de la región está mejorando y los spreads bajando; prevemos un crecimiento del negocio este año", afirmaba recientemente el director financiero del SCH, Francisco Gómez Roldán. "Tenemos una franquicia en Latinoamérica preparada para crecer", señalaba, por su parte, José Ignacio Goirigolzarri, consejero delegado del BBVA.

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