Entrevista:JUAN SÁNCHEZ-ENCISO | Profesor y finalista del Premio de Pedagogía Rosa Sensat

"Hay chicos que se estudian los textos de memoria porque no entienden nada"

"Melo hadi cho bi enclaro". Así escribía, con casi 16 años, uno de los alumnos con los que empezó a trabajar el profesor Juan Sánchez-Enciso (Madrid, 1950) en el instituto Badalona 9 (B9), según narra en Los mejores años (editorial Octaedro-Rosa Sensat). Este catedrático de literatura de secundaria, especializado en Lengua y Literatura, cuenta en el texto su experiencia durante los seis años vividos en este difícil y conflictivo centro público situado en el barrio de San Roque. Allí, junto a un grupo de profesores "generosos y temerarios", dice que luchó en los años noventa por la democ...

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"Melo hadi cho bi enclaro". Así escribía, con casi 16 años, uno de los alumnos con los que empezó a trabajar el profesor Juan Sánchez-Enciso (Madrid, 1950) en el instituto Badalona 9 (B9), según narra en Los mejores años (editorial Octaedro-Rosa Sensat). Este catedrático de literatura de secundaria, especializado en Lengua y Literatura, cuenta en el texto su experiencia durante los seis años vividos en este difícil y conflictivo centro público situado en el barrio de San Roque. Allí, junto a un grupo de profesores "generosos y temerarios", dice que luchó en los años noventa por la democratización y la igualdad de oportunidades educativas. No pudo ser por falta de apoyo de las administraciones, dice Sánchez-Enciso. Ahora, su libro ha sido finalista del premio de Pedagogía Rosa Sensat 2002.

P

regunta. ¿Qué ha sido de aquel experimento pedagógico que fue el instituto B9, donde se luchó contra la exclusión?

Respuesta. Ahora es un instituto con una matrícula especial de alumnos de perfil no violento, pero con grandes dificultades en el aprendizaje, y que comparte el espacio con un escuela de oficios. En realidad recoge descartes de otros centros. No saben qué va a pasar, aunque es posible que le den carpetazo. Es el instituto de la derrota. Nosotros queríamos uno normal, no un gueto.

P. Afirma en su libro que la educación en la diversidad, como está planteada, es una estafa.

R. Sí, pero por falta de medios, de apoyo, de estrategias y de ayudas. En un aula diversa, con niños de distintas procedencias, que siempre es un aula difícil, los profesores deberían tener muchos más instrumentos. Apoyar la diversidad implica, por ejemplo, que un instituto en una zona complicada tenga más ayudas económicas y menos alumnos por clase que otro situado en zonas de renta alta o media. Debe querer decir discriminación positiva, ayudas y apoyo al profesor. Y debe incluir fórmulas de colaboración con los servicios sociales. Hay chavales que están en clase reventándolo todo porque sienten que esa aula no les da respuesta a nada.

P. Usted cuenta que las chicas con ganas de aprender son un revulsivo muy importante para el resto.

R. Una experiencia educativa es un encaje de bolillos, un organismo vivo, contradictorio y complejo, con dinámicas que tiran en diferentes sentidos: unas hacia el conflicto o la pasividad - y en éstas eran muy importantes los que eran conocidos como "los jetas", los que se daban aires de algo- y otras hacia querer vivir una experiencia de aprendizaje mejor. Y las chicas que querían saber cosas, eran muy importantes para que las clases se inclinaran hacia la construcción en vez de la disgregación.

P. También defiende la necesidad de incidir más en la enseñanza de la lectura y la escritura.

R. Seguimos sin enseñar a leer y a escribir de verdad en todos los institutos. No les enseñamos bien y después decimos: "¡Qué mal hablan, qué mal asimilan!". Sin la escritura y la lectura, sólo les queda la cultura oral o audiovisual, y en ella no hay un conocimiento real. Hay algunos chicos que están acabando bachillerato y te confiesan que se estudian los textos de memoria porque no entienden nada.

P. ¿Qué opina de los sucesivos cambios legislativos?

R. Yo aposté mucho por la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), de 1990, y me la creí. Estaba convencido de que la enseñanza comprensiva aportaba un elemento igualitarista y democrático. Pero, como muchos otros profesores, he tenido la sensación de no haber recibido suficiente apoyo. A eso hay que añadir una política claramente orientada a favorecer a la enseñanza privada, a la que se ha contribuido dando la imagen de que la pública se estaba deteriorando.

P. ¿Qué le faltó a esa ley?

R. De entrada, financiación. Y que los poderes públicos creyeran en ella de verdad. Estar al lado de los profesores, formarlos, investigar y estudiar las experiencias. Se han conjurado además factores políticos y sociales para echar por tierra una experiencia que lo que intentaba era buscar alternativas para personas condenadas al fracaso, y darles oportunidades con una educación pensada para ellos. Ahora, la Ley de Calidad, del PP, vuelve a los contenidos puros y duros, lo que no ayuda a sobrevivir a gente como muchos de nuestros alumnos de San Roque, que necesitan un currículo pensado para ellos. Si no, seguirán destinados a ocupar los márgenes de la sociedad.

El profesor Juan Sánchez-Enciso.JOAN GUERRERO

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