Columna

Dos colones

Cristóbal Colón es un enigma y una sustancia privilegiada para descubrir nuevos mundos, con todas sus consecuencias. Y ahí está el riesgo. El lugar donde reposan sus despojos es hoy un reto para los investigadores y los prestigios patrios. Se los disputan las catedrales de Sevilla y de Santo Domingo. Antes de seguir adelante, quizá fuera más prudente concederle a ambas ese honor. Y nadie saldría perjudicado, aparte del pique de ciertos historiadores. En el Museo del Hombre de París se exhibe el cráneo de Descartes, como un trofeo antropológico y turístico. Y hay quienes afirman que han visto d...

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Cristóbal Colón es un enigma y una sustancia privilegiada para descubrir nuevos mundos, con todas sus consecuencias. Y ahí está el riesgo. El lugar donde reposan sus despojos es hoy un reto para los investigadores y los prestigios patrios. Se los disputan las catedrales de Sevilla y de Santo Domingo. Antes de seguir adelante, quizá fuera más prudente concederle a ambas ese honor. Y nadie saldría perjudicado, aparte del pique de ciertos historiadores. En el Museo del Hombre de París se exhibe el cráneo de Descartes, como un trofeo antropológico y turístico. Y hay quienes afirman que han visto depositado, en otra ciudad provinciana, el cráneo de Descartes, pero de niño, ante el desdén y la burla de algunos parisienses estirados. ¿Es que acaso Descartes carecía de cráneo a los siete u ocho años?, ¿insinúan tales individuos que, a esa edad, Descartes era un descerebrado? Pues aún resulta más singular el hecho de que diversos países se proclamen depositarios de los pechos de una joven virgen martirizada por los gentiles. Un mordaz escritor y diplomático, destinado en el Vaticano, preguntó, al purpurado responsable de esos asuntos, cómo se explicaba que aquella virgen tuviera un centenar de pechos. El purpurado le replicó sutilmente: Por la naturaleza del milagro.

Si ha habido dos Españas, y al parecer sigue habiéndolas, como Aznar recordó recientemente, ¿por qué no puede haber dos Colones? De momento los investigadores, ya han exhumado los restos del Colón de Sevilla, para identificarlos mediante el ADN. Pero el ADN lo carga la genética y con una pizca de ácido desoxirribonucleico se puede clonar un Cristóbal Colón. Y, sin ninguna duda, el nuevo Cristóbal Colón emprendería su quinto viaje, más arriba del Caribe, por el Potomac, hasta el mismo Washington, para descubrirnos y certificarnos esos otros Estados Unidos, que enunció el novelista John Dos Passos: "Ellos sobornan a los jueces; ellos se sientan con los pies encima de la mesa; ellos nos ignoran; ellos tienen los dólares, los cañones, las fuerzas armadas. Somos dos naciones". Mejor dos Colones.

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