Entrevista:J. FISCHER | Ministro alemán de Exteriores | GUERRA EN IRAK | La entrevista

"Debe haber reglas iguales para países grandes, pequeños y medianos"

El ministro de Exteriores alemán, el verde Joschka Fischer, concedió esta entrevista al semanario Der Spiegel el jueves por la noche cuando ya se había iniciado el ataque de EE UU contra Irak. Ofrecemos un resumen.

Pregunta. Con las primeras bombas sobre Bagdad ha fracassu concepción de desarmar a Irak por medios pacíficos. ¿Cómo se ha llegado a esto?

Respuesta. Porque las dos posiciones -aquí desarme controlado, allí cambio de régimen con violencia- no han hecho posible, lisa y llanamente, un compromiso.

P. ¿Era eso imaginable?

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El ministro de Exteriores alemán, el verde Joschka Fischer, concedió esta entrevista al semanario Der Spiegel el jueves por la noche cuando ya se había iniciado el ataque de EE UU contra Irak. Ofrecemos un resumen.

Pregunta. Con las primeras bombas sobre Bagdad ha fracassu concepción de desarmar a Irak por medios pacíficos. ¿Cómo se ha llegado a esto?

Respuesta. Porque las dos posiciones -aquí desarme controlado, allí cambio de régimen con violencia- no han hecho posible, lisa y llanamente, un compromiso.

P. ¿Era eso imaginable?

R. Seguro. Un desarme total de Irak podría haber prosperado con una combinación de presión militar, inspecciones y pasos concretos.

P. Un bonito juego mental, pero para eso se debía haber renunciado a los tonos mitineros y haber conversado en serio con los americanos.

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"Los Gobiernos que apoyan a EE UU han tenido problemas que en parte les llevan al límite de la desestabilización democrática"
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R. Yo hice eso. Desde el 18 o el 19 de septiembre de 2001 el subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, me dibujó a grandes trazos cómo pensaba él que debía ser la respuesta al terrorismo internacional. Él opinaba que una larga lista de países debían ser liberados de sus gobiernos terroristas por la fuerza, si era necesario. Al final se levantaría un nuevo orden mundial con más democracia, libertad, estabilidad y seguridad para las personas.

P. Una visión de futuro que se supone que usted no comparte del todo.

R. Ni puedo ni quiero plantearme que nos hallemos ante una serie de guerras para el desarme. Antes nos deberíamos preocupar por fortalecer los instrumentos para soluciones pacíficas, especialmente la ONU. No puede ser que al final nos encontremos ante la disyuntiva de o soportar un terrible peligro o ser arrastrados hacia una guerra para el desarme. Esto hay que evitarlo. Esa es la tarea de la política, y eso quiere la mayoría del Consejo de Seguridad. Pero sobre esto no hemos llegado hasta hoy a un auténtico diálogo transatlántico.

P. ¿Por qué no?

R. Porque los europeos han empezado tarde a dirigir por sí mismos una discusión estratégica. Esto tenemos que recuperarlo ahora. Son las grandes cuestiones de la humanidad: ¿En qué orden mundial queremos vivir? ¿Cuáles son los elementos esenciales? ¿Cuáles son los nuevos peligros y riesgos de nuestra política de intervención hasta ahora? ¿Cómo debemos afrontarlos?

P. ¿No se trata más bien de que el diálogo transatlántico no se ha logrado porque los alemanes se situaron demasiado sesgados del lado de Francia y después también de Rusia?

R. No.

P. ¿Y porque el Gobierno alemán se pronunció demasiado pronto y demasiado claro como para vincularse al proceso de decisión de los americanos?

R. La pregunta decisiva, desde luego, es si los países que ahora se sitúan estrechamente al lado de EE UU han tenido o tienen alguna influencia. ¿Deberíamos realmente habernos orientado en la línea del Gobierno americano? Usted no puede representar una política de la que no está convencido. En eso se termina a posteriori el reproche al canciller de que utilizó Irak como tema de la campaña electoral. Por supuesto, ésta era la cuestión central de la campaña electoral, como en muchos otros países. En eso los gobiernos que han apoyado la posición de los americanos han tenido problemas tan grandes que en parte llegan hasta el límite de la desestabilización democrática.

P. ¿Se refiere a países como Gran Bretaña y España?

R. Sí, pero otra cosa sorprende. Tomen ustedes México, tomen ustedes Chile o ahora Turquía, todas jóvenes democracias. En esos países se evidencia la obstinación de la democracia. Porque democracia significa también tener otra opinión en cuestiones existenciales y de principio incluso frente a gobiernos amigos. Ésta es una experiencia muy, muy importante que rebasa el día a día. Y esto significa: cuando en Europa otros tienen una concepción distinta de la nuestra esto no es ni motivo para la intranquilidad ni para el rechazo. Más bien se trata de un signo de madurez democrática.

P. El caso de Irak enseña que los Estados que disponen de armas de destrucción masiva sólo son obligados al desarme con la amenaza de la violencia militar.

R. Discrepo. En el caso de Corea, el antecesor de Bush, Clinton, logró durante mucho tiempo y con medios diplomáticos limitar en buena medida su programa nuclear.

P. Aunque que la mayoría del Consejo de Seguridad se pronunció contra la guerra en Irak, Naciones Unidas ha sido ignorada por EE UU. ¿Después de este desastre hay futuro para Naciones Unidas?

R. Hagan ustedes una propuesta. ¿Qué debería ocupar su lugar? No conozco ni en la práctica política, ni en la teoría política una alternativa seria que sólo pudiera aproximarse a lo que aporta la ONU.

P. Todo esto no cambia que América es la única fuerza de orden que ha quedado y que puede actuar de forma global.

R. El poder de Estados Unidos es un factor totalmente decisivo para la paz y la estabilidad en el mundo. Pero un orden mundial no puede funcionar si el interés nacional de la mayor potencia se convierte en el criterio de definición para la misión de la potencia militar de ese país. En definitiva, las mismas reglas han de servir para los grandes, los medianos y los pequeños.

P. Los neoconservadores, que ostentan el poder en Washington, seguramente descalificará su insistencia en reglas e instituciones internacionales como pensamiento de la vieja Europa

R. El politólogo americano Robert Kagan ha dibujado ese extravagante panorama, según el cual los europeos viven en Venus colgados del sueño de la paz eterna, mientras los americanos proceden de Marte y se hallan en la dura realidad de la guarida del lobo de la política internacional, en la lucha de todos contra todos. El que conozca la historia de Europa, sabe que aquí se han librado muchas guerras. Los americanos no han tenido ningún Verdún en su continente. En Estados Unidos no hay nada comparable a Auschwitz o Stalingrado o a los otros lugares horriblemente simbólicos de nuestra historia.

Joschka Fischer habla por el móvil en Barcelona en 2002.MARCEL.LÍ SÁENZ

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