OPINIÓN DEL LECTOR

Formas de acoso

El acoso al trabajador por parte del empresario no es nada nuevo. Ha existido desde siempre. Lo que cambia son las formas de acosar. El mobbing es una forma de acoso, sutil, refinado, aplicando el denominado terrorismo psicológico hacia la víctima. Pero este acoso, hacia trabajadores de la Administración pública, tiene dos víctimas, una directa y otra indirecta.

La víctima directa es el trabajador sometido al acoso, no dejándole cumplir sus funciones, denegándoselas, impidiendo su promoción laboral y que, como consecuencia, sufre repetidas bajas por las enfermedades que el acoso ...

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El acoso al trabajador por parte del empresario no es nada nuevo. Ha existido desde siempre. Lo que cambia son las formas de acosar. El mobbing es una forma de acoso, sutil, refinado, aplicando el denominado terrorismo psicológico hacia la víctima. Pero este acoso, hacia trabajadores de la Administración pública, tiene dos víctimas, una directa y otra indirecta.

La víctima directa es el trabajador sometido al acoso, no dejándole cumplir sus funciones, denegándoselas, impidiendo su promoción laboral y que, como consecuencia, sufre repetidas bajas por las enfermedades que el acoso provoca. La víctima indirecta son los ciudadanos.

Según Manuel Velázquez, inspector de Trabajo y Seguridad Social, y miembro de la Unidad Progresista de Inspectores de Trabajo: "Cuando la fuerza y la voluntad de doblegar al otro es perpetrado en democracia, precisamente por quienes tienen la obligación social y legal de cuidar de los ciudadanos (...) es como el padre que teniendo la obligación de proteger a sus hijos, los viola". Así pues, ¿cómo se puede defender a una víctima de acoso laboral cuando es la Administración la que usa el poder que le dan los ciudadanos para atacar a sus trabajadores?

Las víctimas suelen responder siempre a un perfil muy concreto: personas libres e independientes, con un alto sentido de la justicia, de la dignidad, del honor y del orgullo que toda persona debe poseer, incluso ante los superiores, que lo son, sólo, en su categoría profesional o de rango jerárquico, pero nada más.

Este tipo de personas resultan incómodos para los jefes, ya que, por lo general, son funcionarios que accedieron a la Administración por oposición libre, y que no tienen nada que agradecer a los políticos de turno, a los que gustan más trabajadores hipotecados mediante contratos precarios, que se ven forzados a agradar por los medios que sea a sus contratadores.

Afortunadamente, la Justicia y sus agentes ya están tomando cartas en el asunto para combatir esta forma de terrorismo psicológico. ¿Cuántas formas de terrorismo hay? A los que practican el terrorismo psicológico, ¿cómo hay que llamarlos? La ley y la justicia deben desenmascarar a estos miserables y castigarlos como lo que son: terroristas.

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