La terapia hormonal no mejora la calidad de vida

Una nueva investigación aporta otra razón de menos para recomendar el tratamieno hormonal sustitutorio tras la menopausia. El estudio, realizado en más de 16.000 mujeres, concluye que el tratamiento con estrógenos y progesterona tiene escaso efecto en la calidad de vida de las mujeres a menos que el tratamiento se plantee como una terapia a muy corto plazo y sólo para reducir los sofocos y los sudores nocturnos.

Muchas mujeres solicitan la teapia hormonal porque creen que mejorará su calidad de vida tras la menopausia. Sin embargo, un nuevo estudio, dirigido por Jennyfer Hays, del Baylo...

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Una nueva investigación aporta otra razón de menos para recomendar el tratamieno hormonal sustitutorio tras la menopausia. El estudio, realizado en más de 16.000 mujeres, concluye que el tratamiento con estrógenos y progesterona tiene escaso efecto en la calidad de vida de las mujeres a menos que el tratamiento se plantee como una terapia a muy corto plazo y sólo para reducir los sofocos y los sudores nocturnos.

Muchas mujeres solicitan la teapia hormonal porque creen que mejorará su calidad de vida tras la menopausia. Sin embargo, un nuevo estudio, dirigido por Jennyfer Hays, del Baylor College of Medicine de Houston, indica que las mejoras emocionales y físicas experimentadas por 8.506 de las mujeres sometidas al tratamiento no eran significativas y desaparecieron después del primer año de tomar hormonas. Las otras 8.102 mujeres del grupo de control que recibieron placebo tuvieron los mismos niveles de actividad sexual, insomnio y depresión que las mujeres que habían recibido estrógenos y progesterona.

La terapia hormonal ha sido cuestionada en el últimos años en varios estudios al comprobarse que no ofrece protección frente a las cardiopatías y que los efectos adversos observados superan los posibles beneficios. El riesgo de accidente vascular cerebral, cáncer de mama y embolia pulmonar son mayores que el beneficio observado en la prevención de la pérdida de masa ósea que se produce tras la menopausia a causa de la caída natural de la producción de estrógenos.

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