Latinoamérica cierra un año de postración

Suspensiones de pagos, crisis políticas y la caída del precio de las materias primas hunden la economía de la región en 2002

Latinoamérica ha perdido otra media década. Las crisis de Asia (1997) y Rusia (1998) secó el flujo de capitales hacia los mercados emergentes, hacia la dependiente Latinoamérica. El año pasado fue el quinto consecutivo sin crecimiento per capita; el PIB global de la zona se redujo el 0,5%, sobre todo por Argentina, Uruguay y Venezuela. La renta per cápita quedó por debajo de la de 1997.

Algunos economistas, como el ex viceministro de Economía argentino Juan Llach, se preguntan si la de 2000 resultará otra década pérdida, como la de los ochenta, con sus crisis de deuda e hi...

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Latinoamérica ha perdido otra media década. Las crisis de Asia (1997) y Rusia (1998) secó el flujo de capitales hacia los mercados emergentes, hacia la dependiente Latinoamérica. El año pasado fue el quinto consecutivo sin crecimiento per capita; el PIB global de la zona se redujo el 0,5%, sobre todo por Argentina, Uruguay y Venezuela. La renta per cápita quedó por debajo de la de 1997.

La tasa de paro se elevó del 8,4% en 2001 al 9,1% actual. Ni siquiera en la crisis de los ochenta había tantos desempleados
La prima de riesgo de Argentina ascendió en el peor momento de 2002 al 70%, lo que demuestra la insolvencia del país

Algunos economistas, como el ex viceministro de Economía argentino Juan Llach, se preguntan si la de 2000 resultará otra década pérdida, como la de los ochenta, con sus crisis de deuda e hiperinflación. En cambio, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en su reciente balance preliminar de 2002, pronostica que el nuevo año no será tan malo: el PIB regional crecerá un modesto 2,1%.

El deterioro de las condiciones financieras, que derivó en la suspensión de pagos de Argentina en diciembre de 2001, quedó reflejado en una transferencia neta de recursos de Latinoamérica al exterior de 39.000 millones de dólares durante 2002. El año pasado también resultó negativo por el bajo dinamismo de la economía de Estados Unidos, principal destino de las exportaciones de México, Centroamérica y parte del Caribe. Se deterioraron los términos del intercambio de las economías latinoamericanas, con la excepción de las petroleras Venezuela, Ecuador, México, Colombia y Argentina. La mayoría de los países, en especial Brasil, Bolivia y Honduras, sufrieron por la caída de precios de materias primas agrícolas -incluido el café-, minerales, algodón y celulosa, entre otros productos de exportación. El desfavorable contexto externo no pudo compensarse mediante las políticas fiscal y monetaria, restringidas para frenar las fuertes devaluaciones de las monedas.

Cóctel explosivo

El cóctel de factores propios y ajenos resultó explosivo en este subcontinente tan desigual. La tasa de paro regional alcanzó una marca histórica al elevarse del 8,4% en 2001 al 9,1% actual. Ni siquiera durante la crisis de los ochenta se habían registrado tantas personas sin trabajo. Argentina padece un 23% de paro, aunque el Gobierno de Eduardo Duhalde contabiliza sólo un 17%, pues considera empleados a los dos millones de beneficiados por el Plan para Jefes y Jefas de Hogar Desocupados. Colombia, Uruguay, República Dominicana, Panamá y Venezuela también padecen altos índices de paro. La maquila mexicana, la industria de ensamblaje de electrónica e indumentaria destinada a Estados Unidos, destruyó 300.000 empleos entre octubre de 2000 y marzo de 2002 y sólo recuperó 29.000 entre abril y septiembre últimos.

No sólo creció el desempleo sino también el trabajo sumergido. Los salarios reales se redujeron de media el 1,5% por las crisis que derivaron en devaluaciones seguidas de una inflación del 12%. Los precios minoristas habían subido el 6% en 2001. En Argentina, los trabajadores perdieron el 15% de sus ingresos reales. A partir del año pasado, Latinoamérica sumó siete millones de nuevos pobres.

Argentina batió marcas por la caída de su economía: -11%. La devaluación del peso, después de 11 años de paridad fija con el dólar, perturbó el sistema de contratos -incluidos los ahorros-, acentuó la crisis financiera y prolongó la caída de la actividad que el país ya sufría desde mediados de 1998. "La actividad tocó fondo en el primer trimestre de 2002 y a partir del segundo se observaron signos de un leve repunte en la producción", destaca el balance de CEPAL.

Contagiados por la crisis argentina, Uruguay sufrió una disminución del 10,5% del PIB y Paraguay, una del 3%. Para completar el desafortunado cuadro de Mercosur, Brasil apenas creció el 1,5% en un año de elevada incertidumbre electoral. Venezuela, beneficiada por los buenos precios del petróleo pero perjudicada por su continua crisis política, padeció una contracción del 7%. México, la segunda economía regional después de Brasil, creció un modesto 1,2%, tras la merma del 0,4% del PIB en el año anterior.

Los países que más crecieron fueron Perú (4,5%), República Dominicana (4%) y Ecuador (3,4%). Perú ocupó un lugar en las noticias internacionales en 2002 por las violentas protestas que frenaron el proceso de privatizaciones dispuesto por el presidente Alejandro Toledo. Sin embargo, sus exportaciones se convirtieron en el primer motor de crecimiento, según CEPAL, organismo de Naciones Unidas. La producción minera se expandió el 15%, sobre todo por la apertura del yacimiento Antimina en 2001. También mejoraron la demanda interna, la construcción -gracias a un programa público de viviendas-, la agricultura y la industria.

Pese a la caída de las exportaciones y del turismo internacional, República Dominicana creció por la demanda interna alentada por el incremento de los gastos de consumo y de la formación de capital. Al igual que en 2001, la expansión ecuatoriana continuó ligada el año pasado a las cuantiosas inversiones en el Oleoducto de Crudo Pesado (OCP). El dolarizado Ecuador, que suspendió pagos en 1999, ya reestructuró su deuda pero aún carece de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Su tipo de cambio sobrevaluado deterioró las cuentas externas -las exportaciones crecieron el año pasado el 5%, frente al 23% de las importaciones- y la economía crecerá sólo 1% en 2003, según el informe de CEPAL.

Mayor prima de riesgo

Después del festival de endeudamiento de los noventa, Latinoamérica ha pasado a la escasez de financiación externa. Esta nueva condición, que difícilmente se revertirá en el corto plazo, se reflejó en subidas en la prima de riesgo de los títulos públicos latinoamericanos. Así fue que estos países no pudieron aprovechar los menores tipos de interés internacionales. La prima de riesgo de Argentina ascendió en el peor momento de 2002 al 70% y en la actualidad se ubica en el 61%. Estos tipos demuestran la insolvencia de un país que aún no se ha sentado a negociar con los acreedores externos privados. Sobre Brasil también flotaron los fantasmas de la suspensión de pagos. En noviembre, después de la victoria electoral de Luiz Inácio Lula Da Silva, y pese al nuevo acuerdo con el FMI, la prima de riesgo trepó al 17%. Sin embargo, bajó al 12% en los primeros días de 2003 y de la gestión del nuevo presidente obrero. La deuda de Uruguay perdió la calificación de grado de inversión, que garantiza el bajo riesgo de los bonos soberanos y le posibilita al país beneficiado financiarse en los mercados internacionales a tipos de interés adecuados. Sólo Chile y México conservan el grado de inversión en Latinoamérica.

Los pronósticos para el nuevo año indican que la región retomará la senda del crecimiento. Brasil, en el primer año de gobierno de Lula, aumentará levemente el ritmo de expansión hasta el 1,8%. México también acelerará su marcha: el 3%. Argentina, después de cuatro años de depresión económica, se expandirá el 2%. Las previsiones de CEPAL indican que Chile y Perú liderarán con tasas de crecimiento del 3,5%. En cambio, se prevé que las economías de Uruguay, Paraguay y Venezuela continúen contrayéndose.

La mejora para el nuevo año se explica por la incipiente recuperación que se inició en el segundo trimestre de 2002, lo que generará un efecto de arrastre del 1,1%. Los economistas de CEPAL esperan que las expansiones de China e India alienten las exportaciones latinoamericanas. Confían menos en la evolución de Estados Unidos, Europa y Japón. Otro factor externo que puede jugar a favor radica en una apreciación de las materias primas agrícolas, los minerales y el petróleo.

En el Cono Sur, Uruguay y Paraguay no se contagiarán del repunte argentino sino que sufrirán el arrastre de la crisis de 2002. El Gobierno de Montevideo, no obstante, se esperanza con un alza de las exportaciones. Paraguay, en cambio, enfrenta un año de elecciones presidenciales. Su Congreso avanza en un juicio político contra el presidente Luis González Macchi y rechaza el paquete de ajuste exigido por el FMI. La fiebre aftosa reapareció en el ganado vacuno y volvieron a cerrarse destinos de exportación, al tiempo que se agravaron los problemas de deuda externa.

Chile, la excepción

Chile continúa siendo la excepción suramericana por su estabilidad económica y política. Aunque lejos de los índices de más del 6% de crecimiento de la década pasada, este país se beneficiará en 2003 de la puesta en vigencia de los recientes acuerdos comerciales con la Unión Europea, Estados Unidos y Corea del Sur. El Gobierno de Santiago confía en que esos convenios, sumados a los que mantiene como asociado a Mercosur, constituirán una plataforma de inversión para las multinacionales interesadas en la región.

La Comunidad Andina de Naciones se expandirá el 1,6%, pese a las desventuras de Venezuela, de acuerdo con las proyecciones del balance. Se prevé que Colombia crezca el 2%, en una prolongación de la leve recuperación iniciada en el segundo semestre del año pasado. Perú moderará su ritmo de expansión: alcanzará el 3,5%, motorizado por el aumento de la inversión y la demanda en el sector de la construcción.

México crecerá el 3% por un incremento de las exportaciones, una modesta recuperación de la inversión y el mantenimiento de los niveles de consumo de 2002. La creciente competencia de la maquila asiática por el mercado estadounidense está poniendo en jaque a la mexicana, que deberá mejorar su productividad. La mano de obra barata resulta insuficiente para competir, según apuntan los analistas privados.

La crisis política arruina Venezuela, pese al petróleo

Un año de potencial guerra en Irak supone una segura subida de precios del barril de crudo y debería representar un buen porvenir para la petrodependiente Venezuela. Sin embargo, la unanimidad de los economistas predicen que este país suramericano atravesará un mal año. La crisis política echará a perder las oportunidades de expansión y los pobres se convertirán en sus peores víctimas.

El balance preliminar de CEPAL indica que la economía de Venezuela se contrajo el 7% en 2002, el año del golpe de Estado fallido contra el presidente Hugo Chávez. No obstante, la merma puede terminar resultando mayor por la huelga que dispuso la oposición, el establishment, la central sindical y los gerentes de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). Si la huelga continúa y la crisis política se agrava, la economía se reducirá más del 0,5%, que prevé CEPAL.

La situación política provocó una masiva salida de capitales. El Gobierno de Chávez terminó rindiéndose en su intento de defender el valor del bolívar y dejó en febrero de 2002 que el tipo de cambio flotara, como también hicieron Argentina y Uruguay. La devaluación del bolívar ascendió al 41%. Los tipos de interés subieron. La inflación también: 30%. La inversión bruta fija bajó el 20%.

El Gobierno de Chávez procuró evitar una fuerte devaluación en los primeros meses del año pasado y así perdió 5.000 millones de dólares de los 20.000 millones que contaba de reservas. La depreciación favoreció los ingresos fiscales, dependientes de los dólares que provee la exportación de petróleo. De todos modos, el déficit fiscal finalizó en el 4% del PIB. Además, la actual huelga contra Chávez no sólo restringe la provisión de alimentos y combustibles sino también la exportación de petróleo.

Argentina, pendiente de las elecciones

Ocho millones de argentinos atestaron los centros turísticos de su país en este verano austral. Durante los 11 años en que el peso equivalió a un dólar, muchos de ellos se daban el lujo de marcharse de vacaciones a las playas de Uruguay, Chile, Brasil o el Caribe, a comprar en los centros comerciales de Estados Unidos o visitar los museos de Europa. La devaluación del 70% del peso, iniciada en enero de 2002, obligó a los argentinos a veranear sin cruzar las fronteras.

El buen momento de la industria del turismo tal vez sea un símbolo de la incipiente recuperación de la economía argentina que, después de cuatro años de crisis, crecerá en 2003 el 2%, según el informe de CEPAL. Claro que, mientras ocho millones descansan, otros 28 millones se quedan en casa porque la depreciación del peso los empobreció aún más.

El Gobierno de Eduardo Duhalde, que prometió dejar el poder el 25 de mayo, calcula que el país se expandirá el 3%. La mayoría de los economistas privados consideran razonable esa cifra, aunque algunos vaticinan un alza de sólo un 1% y otros, hasta un 7%. Dependerá del resultado de las elecciones presidenciales de abril. Seguidores de Duhalde pretenden retrasarlas hasta octubre para construir una candidatura que derrote al ex presidente Carlos Menem en las primarias peronistas. Duhalde representa un modelo de país orientado a la producción y con un peso devaluado, frente a Menem, cuyo Gobierno benefició a los servicios y a la banca mediante una economía dolarizada.

El economista Mario Teijeiro, del Centro de Estudios Públicos (CEP), considera que, gane quien gane los comicios, el peso se mantendrá devaluado porque el nuevo presidente generará desconfianza o porque adoptará una política coherente. Sin crédito ni inversión del exterior, Argentina precisa de un superávit comercial alto para volver a pagar algún día su deuda externa.

La devaluación tiene ventajas para exportar y sustituir importaciones en el mercado doméstico. Pero las ventas internas están por los suelos por el paro, el descenso de los ingresos de los consumidores y la escasez de crédito.

Brasil se aleja de suspender pagos y afronta serios ajustes

"La esperanza venció al miedo", repitió Luiz Inácio Lula da Silva cuando asumió el 1 de enero la presidencia de Brasil. En los días siguientes quedó demostrado que se ha desvanecido el temor de los mercados. La Bolsa de São Paulo ha comenzado un repunte. El dólar, que llegó a rozar los 4 reales antes de las elecciones presidenciales de octubre, ha descendido a 3,35.

La prima de riesgo de los títulos públicos de Brasil ha bajado del 17% hace dos meses al 12% actual, con lo que comienzan a esfumarse los peligros de suspensión de pagos de su deuda externa. Si bajara a menos del 10%, el gigante suramericano se aseguraría el acceso a los mercados internacionales de crédito. "El elevado nivel que alcanzaron los spread -prima de riesgo- soberanos en el segundo semestre de 2002, a raíz del proceso electoral, significan una tasa de interés implícita extremadamente alta que torna insostenible la evolución de las deudas pública y externa brasileñas, y hacen inviable cualquier esfuerzo de ajuste interno", apunta el balance de CEPAL.

El Brasil de Lula se expandirá el 1,8% en 2003, apenas por encima del 1,5% del año pasado, según el pronóstico del organismo de Naciones Unidas. Los economistas privados calculan un alza de entre el 1% y el 2,5%. La mayoría desestima una suspensión de pagos, pero anticipa que 2003 será un año de ajustes. El crecimiento fuerte deberá esperar a 2004.

La expansión de Brasil está condicionada, según CEPAL, a que se mantengan las condiciones internas y externas del año pasado: una situación cambiaria favorable -el real se devaluó el 15,9% en términos reales- y elevadas tasas de interés (22%). La Lulamanía no puede ocultar los problemas de Brasil. CEPAL apunta algunos, como la inflación y el paro.

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