Los vecinos se rozan en el Estrecho

El 14 de agosto se produjo el incidente más grave, cuando una patrullera marroquí se lanzó a toda velocidad contra otra española

Desde que estalló la crisis del islote Perejil, las aguas del estrecho de Gibraltar parecen haberse encogido. Los roces inevitables entre vecinos, que antes se resolvían amistosamente, ahora hacen saltar chispas. Aunque la susceptibilidad es mayor del lado marroquí, la desconfianza es mútua.

Fue la desconfianza la que llevó a actuar el pasado domingo al jefe del Mando de Artillería de Costa del Estrecho (MACTAE). A las 13.15, los radares del regimiento de Algeciras (Cádiz) detectaron cómo la patrullera El Hahiq, de 475 toneladas, fondeaba a un milla de Perejil y soltaba una lanch...

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Desde que estalló la crisis del islote Perejil, las aguas del estrecho de Gibraltar parecen haberse encogido. Los roces inevitables entre vecinos, que antes se resolvían amistosamente, ahora hacen saltar chispas. Aunque la susceptibilidad es mayor del lado marroquí, la desconfianza es mútua.

Fue la desconfianza la que llevó a actuar el pasado domingo al jefe del Mando de Artillería de Costa del Estrecho (MACTAE). A las 13.15, los radares del regimiento de Algeciras (Cádiz) detectaron cómo la patrullera El Hahiq, de 475 toneladas, fondeaba a un milla de Perejil y soltaba una lancha neumática, que se dirigía a toda velocidad a la costa.

Temiendo que se repitiese lo sucedido el 11 de julio, cuando una docena de gendarmes se aposentaron en el disputado islote, ordenó a un helicóptero Hugues 500 que realizase un vuelo de reconocimiento. Este helicóptero pertenece a la Sexta Escuadrilla del Arma Aérea de la Armada, con base en Rota (Cádiz), pero estaba en ese momento en Tarifa, adscrito al Ejército de Tierra en el marco del ejercicio aeronaval Neo-Tapón, que se desarrollaba desde el 17 de septiembre y hasta el próximo jueves entre el mar de Alborán y Canarias.

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Simultáneamente, se ordenó que se dirigiera a la zona la patrullera Ízaro P-27, uno de los cuatro buques de la Armada destacados en Ceuta en misión de vigilancia. No tuvo tiempo de llegar, pues el helicóptero, con una velocidad máxima de 276 kilómetros por hora, lo hizo antes. Tras sobrevolar durante varios minutos el peñasco, comprobó que estaba desierto y que en su embarcadero no había rastro de la lancha, que pasó de largo hacia la costa.

El Ministerio de Defensa niega que el helicóptero se posase sobre el islote, como aseguran los marroquíes, y afirma que se limitó a sobrevolarlo a baja cota.

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El ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, reconoció ayer que, desde la crisis de Perejil, 'han menudeado pequeños incidentes' entre los buques y aviones españoles que realizan misiones de vigilancia y las autoridades marroquíes. Pese a ello, advirtió: 'España no renuncia ni renunciará al ejercicio de los derechos de soberanía sobre sus aguas jurisdiccionales, espacio aéreo y territorio'.

A falta de una delimitación acordada de las aguas jurisdiccionales, España toma como frontera la mediana entre las respectivas líneas costeras, siempre que no haya distancia suficiente para reconocer a cada parte 12 millas.

Además, según las normas del derecho marítimo internacional, la navegación por el estrecho de Gibraltar es libre, aunque los submarinos están obligados a cruzarlo en superficie. El problema se plantea con Ceuta, Melilla y los peñones, a los que Marruecos no reconoce aguas jurisdiccionales.

Hasta ahora, no ha sido objeto de litigio el acceso a las dos ciudades norteafricanas a través de pasillos aéreos y navales. Más controvertido resulta el tránsito desde Ceuta y Melilla hasta los peñones por aguas de jurisdicción inequívocamente marroquí.

La primera señal de alarma, a la que no se dio importancia, la dio Marruecos el 5 de julio, antes de la crisis de Perejil, cuando Rabat protestó airadamente por la llegada de cinco buques españoles a los peñones de Alhucemas.

El incidente más grave se produjo el 14 de agosto. En pleno verano, numerosas embarcaciones de recreo se acercaban a Perejil, bajo la vigilancia discreta de las dos marinas. A la caida del sol, cuando la patrullera española hacía su última ronda, la marroquí se lanzó contra ella a toda máquina, lo que obligó a la primera a cambiar de rumbo para evitar la colisión. Lo que pudo acabar en un grave accidente se saldó con disculpas, pero sin explicaciones

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