CRISIS CON MARRUECOS

Benaissa elogió la ayuda española a los emigrantes que cruzan el Estrecho justo antes de la ocupación

El miércoles por la tarde, el ministro de Asuntos Exteriores marroquí, Mohamed Benaissa, elogió en el Parlamento de Rabat la colaboración española en la Operación Paso del Estrecho que hasta ahora ha permitido cruzar de España a Marruecos a 252.000 emigrantes, y sus 54.000 vehículos, que veranearán en su país. En total serán 1,2 millones los que, a lo largo del verano, transitarán por Algeciras o Almería.

Al día siguiente, sin embargo, un puñado de militares marroquíes se apoderaba de la isla Perejil y, ya por la noche, el Ministerio de Exteriores marroquí justificaba la acción a través...

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El miércoles por la tarde, el ministro de Asuntos Exteriores marroquí, Mohamed Benaissa, elogió en el Parlamento de Rabat la colaboración española en la Operación Paso del Estrecho que hasta ahora ha permitido cruzar de España a Marruecos a 252.000 emigrantes, y sus 54.000 vehículos, que veranearán en su país. En total serán 1,2 millones los que, a lo largo del verano, transitarán por Algeciras o Almería.

Al día siguiente, sin embargo, un puñado de militares marroquíes se apoderaba de la isla Perejil y, ya por la noche, el Ministerio de Exteriores marroquí justificaba la acción a través de la agencia de prensa oficial MAP.

Una vez más, la diplomacia española se ha dejado sorprender por estas iniciativas, aparentemente contradictorias, que le inducen a sospechar que falta coordinación en la política exterior marroquí a menos que no existan en Rabat varios centros de poder que actúan cada uno por su cuenta y consiguen, de forma rotatoria, imponer sus designios.

De sus contactos con sus interlocutores marroquíes, diplomáticos o responsables de partidos de la coalición gubernamental de Abderramán Yussufi, varios funcionarios y políticos españoles sacaron la conclusión de que el Ejecutivo de Rabat se enteró prácticamente por la prensa del desembarco en la isla Perejil. Los números dos de la diplomacia española y marroquí, Miquel Nadal y Taieb Fassi-Fihri, hablaron el jueves por teléfono y otro tanto hicieron sus subordinados.

Como ya sucedió en octubre de 2001 cuando el rey Mohamed VI llamó a consultas a su embajador en Madrid, la decisión de instalarse permanentemente en el islote debió de ser tomada por el propio monarca y su círculo íntimo de colaboradores civiles y militares.

Algunos testigos indirectos contaron, sin embargo, que en octubre pasado, al borde de la piscina de su palacio de Agadir, el soberano montó en cólera al ser informado de la evolución de la actitud de España en la ONU sobre el Sáhara o del seudo referéndum celebrado en Andalucía sobre la independencia de la ex colonia española. Ahora da más bien la impresión de que la iniciativa fue meditada y no obedeció a un impulso súbito.

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