Bunbury y Ani Di Franco ponen un broche de calidad en el Festival Arezzo

Para poner un broche de calidad a la última jornada del Festival Arezzo de músicas jóvenes, dos artistas tan distintos como el aragonés Bunbury y la norteamericana Ani Di Franco desplegaron sus poderes de convicción musicales ante una audiencia entregada a los siempre interesantes valores de la diferencia cultural, idomática, melódica y rítmica.

Aunque el sonido no le acompañó demasiado, Bunbury ofreció una convincente muestra de su calidad en un concierto pensado para volver a abrirse camino en el país transalpino, como ya hiciera con éxito en su anterior etapa al frente de Héroes del ...

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Para poner un broche de calidad a la última jornada del Festival Arezzo de músicas jóvenes, dos artistas tan distintos como el aragonés Bunbury y la norteamericana Ani Di Franco desplegaron sus poderes de convicción musicales ante una audiencia entregada a los siempre interesantes valores de la diferencia cultural, idomática, melódica y rítmica.

Aunque el sonido no le acompañó demasiado, Bunbury ofreció una convincente muestra de su calidad en un concierto pensado para volver a abrirse camino en el país transalpino, como ya hiciera con éxito en su anterior etapa al frente de Héroes del Silencio. Con el soporte de las canciones de su último disco Flamingos como base, el artista supo introducir elementos de sus primeros discos en solitario, como la versión de El jinete, de José Alfredo Jiménez, e incluso interpretó su clásico Maldito duende, para deleite de los numerosos españoles que se habían desplazado hasta Arezzo. Tras él, cambio de turno estético para recibir a una de las triunfadoras del Arezzo Wave 2002 -junto a Sonic Youth, que ancturon la primera noche. Ani Di Franco ofreció una actuación llena de profundidad, implicación y compromiso con un sonido folk-punk y unas letras llenas de contenido militante. Creando una atmósfera llena de ritualidad y pese a no ser una elección demasiado acertada para la conclusión de la actividad en el escenario más grande de un festival, Ani se llevó de calle a una audiencia conocedora de su obra. Al terminar el concierto, la fiesta siguió en Love zone, con los disckjockeys españoles, Milinko y Sideral.

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