Tribuna:

Un hilo de Ariadna para el Carmen

Una serie de decisiones adoptadas, al menos in pectore, por los responsables autonómicos del patrimonio cultural y de las bellas artes han provocado un alud de posicionamientos en los medios de comunicación, incluida la web, en los que no siempre está claro que se defiendan intereses generales. Hubiera sido deseable que la propia Administración promoviera un debate ordenado en el que participaran las instituciones científicas y culturales y las de representación ciudadana. Me refiero a las actuaciones que conlleva el proyecto de lo que es conocido como Museo del Siglo XIX.

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Una serie de decisiones adoptadas, al menos in pectore, por los responsables autonómicos del patrimonio cultural y de las bellas artes han provocado un alud de posicionamientos en los medios de comunicación, incluida la web, en los que no siempre está claro que se defiendan intereses generales. Hubiera sido deseable que la propia Administración promoviera un debate ordenado en el que participaran las instituciones científicas y culturales y las de representación ciudadana. Me refiero a las actuaciones que conlleva el proyecto de lo que es conocido como Museo del Siglo XIX.

Creo que existe un suficiente consenso social en torno a la necesidad de ordenar el rico patrimonio cultural valenciano en lo que se refiere a las bellas artes, al menos el de titularidad pública, de acuerdo con los criterios de lo que es un museo; es decir, aquellos que tienden a reunir, conservar y restaurar, documentar e investigar las obras de arte y a difundir su conocimiento y facilitar su disfrute por parte de todos los ciudadanos. Con este fin se emprendieron las obras de rehabilitación y ampliación del Museo de Bellas Artes de Valencia (San Pío V) y el nuevo diseño de presentación de sus colecciones y se acordó la creacion de nuevas instituciones o la construcción de nuevos museos en Valencia y otras ciudades.

La conciencia del valor de las producciones artísticas valencianas del siglo XIX (o para ser precisos, como manifestaba Fernando Benito, del periodo 1860-1930) aconsejaba una presentación autónoma en un edificio que funcionase un poco como gozne entre el museo de San Pío V y el IVAM. El Asilo de San Juan, en la calle de Guillem de Castro fue uno de los candidatos a finales de los años ochenta. Otra cosa es que estas colecciones presentadas de forma coherente sean administradas por una institución, que habría que crear, distinta a alguna de las ya existentes; razonablemente, el Museo de Bellas Artes que debiera, para ello, dotarse de más recursos humanos especialmente conservadores especialistas en ese periodo histórico. En mi opinión no es necesario otro museo, entendido como institución, aunque haya más de un edificio. El Museo Nacional de Arte de Cataluña, por ejemplo, es una sola institución con dos sedes. En cualquier caso el proyecto museográfico de esas colecciones tiene que tener suficiente rigor científico y calidad de presentación para que no se convierta, por un mal entendido afán didáctico, en una mezcla de obras excelentes con otro material más propio de otro tipo de museos como los de artes decorativas, de la indumentaria o de la arqueología industrial.

Parece que finalmente será el antiguo Convento del Carmen la sede de este nuevo museo o de la colección ampliada con fondos depositados en otras dependencias públicas o propiedad de otras administraciones y particulares benévolos. El proyecto inicial de conservación y restauración de ese convento se amplió con otras obras de rehabilitación con el fin de acondicionarlo como dependencias museísticas o de exhibición de obras artísticas. Es verdad que hubo otras previsiones para este espacio y, de hecho, otros usos. Que yo recuerde, existía una idea de acondicionar talleres para jóvenes artistas o para los técnicos del Centro de Restauración. Hubo también tentativas para la adquisición de los terrenos que permitirían abrir el Convento del Carmen a la calle de la Blanquería y aumentar la superficie útil. Llegó a plantearse la instalación allí de la Biblioteca Valenciana, lo que representaba una ubicación más céntrica que la actual pero no mejor. Creo que la instalación en el Convento del Carmen de las colecciones del XIX no es una mala opción y, en todo caso, se corresponde con la historia reciente del edificio que albergó en sus días el Museo de Bellas Artes, la Academia de San Carlos y la Escuela del mismo nombre.

Esta decisión ha planteado, sin embargo, dos líneas de oposición. Una es la que se refiere a la conocida como Sala del Embajador Vich. Existe el proyecto de desmontar los elementos del Palacio del Embajador Vich que hay en el Carmen y, junto con otros subsistentes, reconstruir, dicho sea sin la precisión terminológica que convendría, el Patio del Embajador en el Museo de Bellas Artes. Algunos se oponen a este desmontaje que consideran un atentado al valor patrimonial del Convento del Carmen y del tradicional barrio valenciano. No estoy seguro de que ello sea así, pero con las cautelas necesarias, entre otras las de procedimiento legal para llevarlo a cabo, la posibilidad de disponer sin fantasías de academia de la totalidad del patio renacentista es algo que tiene valor.

La otra línea de oposición es la que se refiere al despojo que sufrirá el IVAM de su sede alternativa si el Carmen se convierte en Museo del Siglo XIX. Es verdad que el reducido IVAM de los años noventa venia utilizando el Centro del Carmen como espacio de exposiciones temporales y que alguna de ellas tuvo el carácter de instalación en diálogo con los elementos y espacios de arquitectura de diversas épocas que constituyen el Convento del Carmen. No todas tuvieron ese carácter, ni todas las que lo tuvieron fueron logradas. A los catálogos y documentación gráfica publicados me remito. El Carmen fue una extensión del IVAM que permitía el desarrollo de su actividad, o hiperactividad, expositiva. En la definición legal del IVAM no hay, que yo sepa, ninguna adcripción del Carmen al Instituto ni ninguna asignación de funciones específicas al antiguo convento. Mientras tanto el Centro Julio González se ha ampliado, y lo va a ser más en un futuro, con lo que mantener adscrito el Centro del Carmen al IVAM puede resultar exagerado desde el punto de vista de la economía de medios. La imaginación creadora de los artistas encontrará otros espacios pregnantes y susceptibles de dialogar con productos de la modernidad donde instalar sus creaciones, incluido el propio Carmen si resulta conveniente. No entiendo la oposición dogmática a que las colecciones públicas, enriquecidas con los depósitos que se acepten, del arte del XIX se instalen en el Centro del Carmen. Nada de interés generalmente aceptado está en riesgo.

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Está de moda firmar algunas opiniones con la referencia a la condición de ex amigo del IVAM. Firmaré la mía en condición de Amigo del IVAM (número 22), sed magis amicus veritatis. Obvio es decir que a nadie más compromete esta opinión ni siquiera a mí mismo sobre otros asuntos de la administración cultural valenciana.

Enric M. Cuñat Sesé es alcalde de Alfara del Patriarca y ex director general de Patrimonio.

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