Marruecos tiene previsto que su embajador regrese a España en los próximos días

El diplomático se incorporará a su puesto en breve tras más de cinco meses de ausencia

El embajador de Marruecos en España, Abdesalam Baraka, se reincorporará a su puesto en los próximos días poniendo así fin a una crisis diplomática con España de más de cinco meses de duración. El rey de Marruecos, Mohamed VI, regresó ayer a Rabat procedente de Beirut con la decisión tomada de enviar a Madrid a su representante, según fuentes marroquíes conocedoras de la resolución del monarca. Toda una serie de entrevistas y saludos cordiales entre mandatarios de ambos países han contribuido estas últimas semanas a mejorar el clima entre los dos países vecinos.

Baraka fue llamado a cons...

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El embajador de Marruecos en España, Abdesalam Baraka, se reincorporará a su puesto en los próximos días poniendo así fin a una crisis diplomática con España de más de cinco meses de duración. El rey de Marruecos, Mohamed VI, regresó ayer a Rabat procedente de Beirut con la decisión tomada de enviar a Madrid a su representante, según fuentes marroquíes conocedoras de la resolución del monarca. Toda una serie de entrevistas y saludos cordiales entre mandatarios de ambos países han contribuido estas últimas semanas a mejorar el clima entre los dos países vecinos.

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Baraka fue llamado a consultas por el soberano marroquí el 27 de octubre pasado. Aunque la nota verbal remitida entonces al Ministerio de Asuntos Exteriores español no precisó las razones de la iniciativa, el jefe de la diplomacia marroquí, Mohamed Benaissa, y su adjunto, Taeb Fassi-Fihri, sí explicaron en el Parlamento de Rabat sus motivaciones.

Ambos achacaron la decisión a la actitud de España sobre el contencioso del Sáhara; a la celebración en Andalucía de un seudo referéndum sobre la autodeterminación de ese territorio; a las críticas formuladas por la prensa española contra las instituciones marroquíes y a los injustos reproches de las autoridades españolas por la tolerancia de Rabat con la emigración ilegal a España, que en agosto pasado alcanzó una cifra récord.

Cinco meses después, la mayoría de estos problemas siguen pendientes, pero varios encuentros fugaces han allanado el camino de la reconciliación. Taeb Fassi-Fihri y su homólogo español, Miquel Nadal, almorzaron el 21 de marzo en Barcelona. Tras la reunión con el personaje que supuestamente más ha atizado la crisis con España, Nadal se declaró optimista.

Poco después, el presidente del Gobierno, José María Aznar, se reunió en Monterrey (México) con su homólogo marroquí, Abderramán Yussufi, y la semana pasada en Beirut felicitó a Mohamed VI por su reciente boda.

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El rey se refirió entonces a España en un tono menos punzante que el que empleó, en septiembre pasado, en una entrevista concedida al diario francés Le Figaro. También declaró a la revista libanesa Al Hawadith que deseaba mantener relaciones de 'buena vecindad' con España. Rabat, añadió, 'está trabajando' para que las relaciones con Madrid 'estén marcadas por el respeto mutuo (...)'.

Tras estos encuentros, dos publicaciones marroquíes, el semanario Demain y el boletín confidencial Insight, aseguraron el sábado que Abdessalam Baraka se reintegraría a su puesto esta misma semana. A sus amigos, Baraka ha asegurado que no se le había comunicado tal decisión.

Cuando el embajador esté de camino hacia Madrid, el ministerio de Asuntos Exteriores marroquí tiene la intención de publicar un comunicado confirmando su regreso al tiempo que se lo comunicará, mediante una nota verbal, a las autoridades españolas.

A continuación, ambos ministros de Exteriores deberían entrevistarse o, al menos, mantener una conversación telefónica tras la cual anunciarán el calendario de las reuniones bilaterales aparcadas desde que estalló la crisis.

Este era ya el esquema diseñado en diciembre por la diplomacia marroquí para normalizar la relación con Madrid. La concesión por el Consejo de Ministros, a la compañía Repsol, el 21 de diciembre, de sendas licencias de prospección cerca de Fuerteventura y Lanzarote, y a menos de cien kilómetros de la costa marroquí, incitó a Rabat a abortar su plan para reconciliarse con España.

A finales de febrero, la diplomacia española confiaba, de nuevo, en la inminencia de una normalización. El famoso bulo -la filtración de unas inexistentes entrevistas del ex presidente del Gobierno Felipe González en Marruecos- estropeó otra vez el plan.

Las consecuencias del bulo

Mohamed VI se mostró entonces especialmente indignado por unas declaraciones a Tele-5 del ministro de Exteriores, Josep Piqué, en las que señaló que 'todos los indicios' apuntaban a que el líder socialista sí se había reunido con Yussufi en Tánger. La expresión de Piqué suponía, según el monarca, un intento de 'criminalizar' a los marroquíes y a los españoles que se entrevistaban con ellos.

A lo largo de estos cinco meses, Rabat ha intentado que Aznar hiciese un gesto que le facilitase el envío de su embajador. El jefe del Gobierno siempre se ha resistido a ello, argumentando que Marruecos había provocado la crisis al retirar a Baraka y a ese país le correspondía resolverla ordenando al diplomático que volviese a España, donde sería, eso sí, muy bien acogido. 'Lo vamos a recibir con los brazos abiertos y con la intención clara de fortalecer una relación lo más estrecha posible', afirmó el sábado Piqué en Urús (Girona).

La larga llamada a consultas de Baraka, muy superior a lo que estipulan los usos diplomáticos, y las invectivas que se han vertido -Benaissa llegó a tachar de racista al Gobierno español- van a dejar, sin embargo, huellas duraderas entre ambos países vecinos.

Aunque el embajador regrese, 'las heridas tardarán tiempo en cicatrizar', afirma un diplomático español. 'Habrá que esperar, como mínimo, hasta el final de la legislatura para que nos volvamos a llevar como hace un año', cuando fracasó la negociación pesquera y Aznar advirtió a Marruecos de que esto tendría 'consecuencias'. El Gobierno de Rabat proyecta ahora hacer alguna oferta pesquera a España.

El presidente del Gobierno, José María Aznar, con el primer ministro marroquí, Abderramán Yussufi, en Monterrey.EFE

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