Tribuna:POLÍTICA DE EMPLEO

Derecho a autodeterminarse

La mitad de los que están en edad de trabajar, no tienen empleo.

Todo comienza por un empleo digno. Nuestras sociedades se asientan en la cultura del trabajo, sin que en nuestro horizonte generacional se puedan vislumbrar alternativas a este inexorable mecanismo de armazón y cohesión social.

La cultura del trabajo y su valorización obliga a que el objetivo central de toda política sindical se asiente en el derecho al trabajo y la dignificación del empleo.

Todas las sociedades, para ser compatibles con cualquier concepto aceptable de 'orden social' deben resolver dos problemas relacionados entre sí: destinar la mano de obra a funciones producti...

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Todo comienza por un empleo digno. Nuestras sociedades se asientan en la cultura del trabajo, sin que en nuestro horizonte generacional se puedan vislumbrar alternativas a este inexorable mecanismo de armazón y cohesión social.

La cultura del trabajo y su valorización obliga a que el objetivo central de toda política sindical se asiente en el derecho al trabajo y la dignificación del empleo.

Todas las sociedades, para ser compatibles con cualquier concepto aceptable de 'orden social' deben resolver dos problemas relacionados entre sí: destinar la mano de obra a funciones productivas apreciables o proporcionarles medios de sustento y subsistencia, es decir ingresos salariales o protección social.

En las sociedades modernas, el principal modelo que regula, tanto la inserción en la actividad como la participación en los resultados de la producción es el contrato de trabajo. La cimentación del 'orden social' en base al contrato de trabajo se está erosionando. La mitad de los que están en edad de trabajar, no tienen empleo o lo hacen de manera precaria e indeseada. No tienen derecho a autodeterminarse. No tienen trabajo decente y no tienen vida decente. Muchos de ellos son pobres con trabajo cuando ya pensábamos que trabajo y pobreza eran incompatibles.

¿Quiénes son los que no tienen derecho a autodeterminarse? Los parados, los 'precarios' definidos por la inestabilidad contractual, los bajos salarios y los altos potenciales riesgos laborales, los desanimados que ni siquiera se inscriben en el desempleo, los que están obligados a un trabajo a tiempo parcial de modo forzoso, los estudiantes eternos, muchos prejubilados forzosos de pequeñas empresas sin planes de jubilación dignos, los falsos autónomos desprotegidos, los sujetos a distintas formas de 'tratamiento social del paro'.... En definitiva, los de la precariedad 'de la subsistencia'.

Hay muchos ciudadanos vascos que están de más. El empleo ha sido y sigue siendo en la política vasca una variable residual de la política económica y ésta es, asimismo, una variable residual y marginal del conjunto de la política vasca. No pretendo deslegitimar el derecho del discutible y controvertido derecho a la autodeterminación. Simplemente, creo en las personas sujetos de derecho y creo que el trabajo es el motor de todo el bienestar social y la calidad de vida.

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Cuando señalamos que en Euskadi se feminiza la pobreza, en las que son claro ejemplo las familias monoparentales, e irrumpen los trabajos remunerados 'femeninos' de carácter precario, estamos denunciando un rasgo preocupante de desigualdad social y de la infravaloración en la que se encuentra la mujer como personas que prácticamente soportan la totalidad del trabajo no remunerado.

Nuestro objetivo es el del pleno empleo con derechos, no el 'pleno subempleo' del señor Aznar. El pleno empleo es una condición imprescindible para la cohesión de nuestro modelo social. Existen muchos dirigentes políticos en la sociedad vasca autodeterministas en lo político y neoliberales en el empleo. Existen y los soportamos porque camuflan sus concepciones políticas conservadoras bajo el debate del permanente conflicto, de los derechos del pueblo y de la soberanía política.

Un ejemplo práctico es el debate de la reducción de la jornada y el reparto del trabajo. La ofensiva neoliberal pretende degradar el trabajo en la escala de valores sociales, con el objetivo de convertirlo en un costo cada vez más reducido. Las estrategias de desregulación y flexi-explotación (flexibilidad en el sentido de reducir la seguridad y los derechos de los trabajadores) son incompatibles con la reducción de jornada y el reparto de trabajo, que entre otras cosas además de contribuir a la lucha contra el desempleo, abren nuevas esferas de actividades libres y creativas, fomentan el tiempo libre y el ocio, mejoran la calidad de vida y facilitan la convivencia y las responsabilidades familiares.

La autodeterminación de las personas es la reivindicación más elemental de los derechos: El derecho a proyectar el porvenir, para lo que es necesario garantizar la calidad del empleo y superar un sentimiento de impotencia y resignación. Me rebelo cívicamente frente a la degradación del trabajo y reivindico la dignidad del mismo como parte esencial de la dignidad y de la libertad de los ciudadanos.

Carlos Trevilla es secretario general de UGT-Euskadi.

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