Reportaje:

Tres profesores para dos alumnos

Dos únicos estudiantes cursan Composición en el Conservatorio Superior de San Sebastián

Sara Varas y Mikel Chamizo, los dos únicos estudiantes de Composición del Centro Superior de Música del País Vasco, aún no han descubierto su personalidad musical, pero tienen tres espejos en los que mirarse, reflejar sus ambiciones y ahuyentar sus temores, fundamentalmente a quedarse con las partituras en el cajón. Sus tres profesores de la especialidad, Ramón Lazcano, Gabriel Erkoreka y Zuriñe F. Gerenabarrena, son el ejemplo de que escribir música no tiene por qué ser sinónimo de frustración: su trabajo ha sido reconocido y la mayoría de sus obras estrenadas, en un momento en el que los pro...

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Sara Varas y Mikel Chamizo, los dos únicos estudiantes de Composición del Centro Superior de Música del País Vasco, aún no han descubierto su personalidad musical, pero tienen tres espejos en los que mirarse, reflejar sus ambiciones y ahuyentar sus temores, fundamentalmente a quedarse con las partituras en el cajón. Sus tres profesores de la especialidad, Ramón Lazcano, Gabriel Erkoreka y Zuriñe F. Gerenabarrena, son el ejemplo de que escribir música no tiene por qué ser sinónimo de frustración: su trabajo ha sido reconocido y la mayoría de sus obras estrenadas, en un momento en el que los programadores no se distinguen por su audacia.

En eso coinciden profesores y alumnos, en que trabajan bajo la sombra de Bach o Verdi, por ejemplo, y en que en la práctica compiten con ellos. 'El público escuchan encantado la Novena de Beethoven 15 veces, en lugar de abrirse a música maravillosa de otros autores', dice Chamizo. Zuriñe Gerenabarrena lo confirma: 'Los programadores no se arriesgan porque tienen miedo a no llenar la sala'.

El panorama no invita a convertirse en compositor y Varas y Chamizo entienden hasta cierto punto la frustración de quienes tratan de despuntar hoy en este mundo. Pero les puede su vocación. El tolosarra, de 21 años, estudió Oboe y decidió cambiar la dirección de su carrera musical cuando se dio cuenta de que era incapaz de plasmar las ideas que afloraban en su cabeza. Igual que Varas, pianista vitoriana de 20 años. Ahora ambos buscan su propio estilo junto a los tres profesores de la especialidad. 'Es un lujo', coinciden.

Erkoreka, Gerenabarrena y Lazkano tienen trayectorias e inquietudes distintas. Pero parten de una idea y un pensamiento común en torno a la composición y la enseñanza. 'Queremos', dice Erkoreka, 'que el alumno inicie su propia búsqueda, tratamos de fomentar en ellos la inquietud para que vayan descubriendo cuál es su propia personalidad musical'. En su trabajo, no imponen límites. 'Ellos te dan unas pautas y te hacen sugerencias. Y si los sabes justificar, adelante', confirma Varas.

Tanto ella como Chamizo tienen más de cuatro años y medio por delante y en el futuro más cercano, este curso, 14 asignaturas: las de la especialidad; contrapunto, armonía, orquestación y técnicas de composición y otras generales. Pero su formación no puede quedarse en esto. 'Un músico se hace viendo lo que hay fuera, conociendo gente y músicas diversas'. Lo dice Lazcano con conocimiento de causa. Él estudió en París -su lugar de residencia-, Montreal y Roma. Erkoreka, que recibió recientemente el Premio de Composición del Instituto Nacional de las Artes y de la Música, también sale constantemente al extranjero, como Gerenabarrena.

Sus carreras hacen ahora casi imposible que coincidan en San Sebastián. Pero hablan con frecuencia de su departamento por teléfono o vía correo electrónico. Porque confían en que el Centro Superior de Música ayude a dinamizar la vida musical en Euskadi, que, para Gerenabarrena, 'anda un poco resfriada'.

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De izquierda a derecha, Gabriel Erkoreka, Mikel Chamizo y Sara Varas, en el Conservatorio.JAVIER HERNÁNDEZ

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