CARTAS AL DIRECTOR

Los silencios sobre la LOU

El artículo del profesor Sotelo La reforma imposible, del 11 de diciembre, merece un gran aplauso. Era ya hora de que una personalidad universitaria de relieve dijese que el problema de la endogamia en la contratación de profesorado no es un problema más, sino el mayor problema actual de nuestra Universidad. Era hora de decir que el problema de la calidad investigadora del profesorado está siendo desplazado en el debate público por otros como el de la elección del rector, mientras un debate serio sobre la mejora de la Universidad tendría como temas de máximo relieve las modalidades y me...

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El artículo del profesor Sotelo La reforma imposible, del 11 de diciembre, merece un gran aplauso. Era ya hora de que una personalidad universitaria de relieve dijese que el problema de la endogamia en la contratación de profesorado no es un problema más, sino el mayor problema actual de nuestra Universidad. Era hora de decir que el problema de la calidad investigadora del profesorado está siendo desplazado en el debate público por otros como el de la elección del rector, mientras un debate serio sobre la mejora de la Universidad tendría como temas de máximo relieve las modalidades y mecanismos de contratación del profesorado, los incentivos a la actividad investigadora del mismo, y la modernización -al ritmo de la investigación actual- de los contenidos ofrecidos a los estudiantes.

Lo que el profesor Sotelo ha desvelado era un secreto a voces. La endogamia está ya limitando severamente la calidad de la investigación (y, en consecuencia, la de la docencia) que se realiza en nuestra Universidad.

Reflexiónese sobre esto: los estudiantes movilizados contra la LOU no han hecho de la calidad investigadora del profesorado una de sus reivindicaciones principales. Es difícil pensar en una prueba más concluyente de que en nuestra Universidad la docencia y la investigación son cada vez más dos mundos separados, sin contacto entre sí. Y pese a ello nadie dice en voz alta, por ejemplo, que el profesor universitario que dirige tesis doctorales o se compromete en el adiestramento de investigadores posdoctorales tiene las mismas obligaciones docentes, y muy aproximadamente el mismo salario, que el profesor que no lo hace (la docencia posdoctoral obliga al profesor a mantenerse muy al día en su especialidad y es aún relativamente poco practicada en nuestro país, pese a que la Comisión Europea le dedica recursos económicos considerables y siempre en aumento). Una institución tan importante como la Universidad no merece estos silencios.

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