Una 'congelación' transferida

Ni siquiera la agria situación crada por el plante de la oposición en el Parlamento, ha impedido que la negociación, forzada por la insuficiencia numérica y la necesidad de PNV y EA, avance. Tal y como marchaban las cosas hace ya un mes, los pactos entre los equipos de gobierno forales y el PSE-EE podría haberse cerrado hace tiempo. Sin embargo, su curso se ha visto directamente afectado por la conflictiva peripecia de los presupuestos del Gobierno vasco, de tal modo que a finales de año, sólo la Diputación alavesa (PP) tendrá listas sus cuentas, también con apoyo socialista.

El 14 de n...

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Ni siquiera la agria situación crada por el plante de la oposición en el Parlamento, ha impedido que la negociación, forzada por la insuficiencia numérica y la necesidad de PNV y EA, avance. Tal y como marchaban las cosas hace ya un mes, los pactos entre los equipos de gobierno forales y el PSE-EE podría haberse cerrado hace tiempo. Sin embargo, su curso se ha visto directamente afectado por la conflictiva peripecia de los presupuestos del Gobierno vasco, de tal modo que a finales de año, sólo la Diputación alavesa (PP) tendrá listas sus cuentas, también con apoyo socialista.

El 14 de noviembre pasado, el diputado foral de Presidencia de Vizcaya, José Luis Bilbao, desveló que se había alcanzado un principio de acuerdo con el PSE sobre los presupuestos de la diputación. Habría sido el primer gran pacto, con 134.000 millones de pesetas por medio, entre nacionlistas y no nacionalistas, desde la ruptura de su alianza en 1998. En Guipúzcoa, el equipo foral dirigido por Román Sudupe y las ejecutivas provinciales de PNV y PSE, iniciaban el mismo camino en busca de un acuerdo. En ambos territorios, aunque en Guipúzcoa más verdes, las cosas estaban, ya entonces, encarriladas.

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Sin embargo, la ejecutiva nacional del PNV colocó contra las cuerdas la negociación de las cuentas forales que los diputados generales tenían entabladas, al vincularla al destino que corrieran los presuputesos del ejecutivo autonómico, una vez que el secretario general del PSE, Nicolás Redondo, anunció que enmendaría a la totalidad éstos últimos.

Su portavoz, Joseba Egibar, advirtió, sólo una semana después del anuncio de José Luis Bilbao, de que su partido no admitiría la disociación de 'contenidos, talantes, presupuestos y personas' y señaló que la postura socialista hacia el presupuestos del Gobierno sería 'clave y determinante' para el futuro de los pactos forales. Fue un reto sorprendente, ya que en todos los casos son los ejecutivos de PNV y EA los que necesitan del apoyo o la abstención del PSE. El Gobierno guardó silencio ante las afirmaciones de Egibar y otro tanto hicieron los diputados generales.

Los socialistas decidieron congelar las negociaciones y pidieron aclaraciones tanto a Sudupe como a Josu Bergara, sobre su autonomía y capacidad negociadora. Sólo dos días después de la declaración de Egibar, el presidente de la ejecutiva del PNV, Xabier Arzalluz, vino a rectificarle, al admitir negociaciones diferenciadas entre los presupuestos forales y los del Gobierno y recordar que su partido ha mantenido alianzas diversas en unas y otras instituciones en numerosas ocasiones. Días más tarde, también el Gobierno vasco, por boca de su portavoz, Josu Jon Imaz, desvinculó uno y otro asunto.

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Aunque los contactos formales quedaron interrumpidos, ambas ejecutivas no dejaron de hablar en ningún momento, aunque fuera, como en el caso de los vizcaínos Iñigo Urkullu y Patxi López, en los pasillos del Parlamento.

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