Columna

Niños solos

Unicef acaba de advertir del incremento del maltrato y de la explotación sexual infantil en España. Son niños que forman parte de la escalofriante cifra de dos millones de menores que sufren violencia en el mundo y son manipulados por redes de prostitución, muy relacionadas con las de inmigración y que se aprovechan de su calamidad última. Juan José Ortiz Bru, el director del área de Desarrollo Humano de Unicef, se refiere a esta cantidad como una realidad de la que 'sólo se conoce la punta del iceberg, porque no hay cifras oficiales'. En el año 2000 se registraron en España 28 denuncias por c...

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Unicef acaba de advertir del incremento del maltrato y de la explotación sexual infantil en España. Son niños que forman parte de la escalofriante cifra de dos millones de menores que sufren violencia en el mundo y son manipulados por redes de prostitución, muy relacionadas con las de inmigración y que se aprovechan de su calamidad última. Juan José Ortiz Bru, el director del área de Desarrollo Humano de Unicef, se refiere a esta cantidad como una realidad de la que 'sólo se conoce la punta del iceberg, porque no hay cifras oficiales'. En el año 2000 se registraron en España 28 denuncias por coacción a la prostitución, 103 por corrupción de menores y 56 por pornografía infantil. Como apunta Ortiz Bru, consta que existen muchos más casos no descubiertos o denunciados. Por su parte, el Servicio de Atención a Víctimas de la Violencia Doméstica de la Policía Municipal de Madrid ha atendido, sólo entre enero y junio pasados, a 46 menores víctimas de maltrato. Gracias a una llamada anónima, probablemente la de alguien con un corazón incapaz de seguir soportando, al otro lado del tabique, los quejidos y el llanto de una niña de un año, la policía pudo detener el otro día al presunto artífice de las mordeduras, los hematomas, los chichones, los arañazos y el pánico que presentaba; un hombre presuntamente heterosexual, pues se trata del compañero sentimental de la madre de la criatura.

La referencia a la orientación sexual del presunto indeseable no es caprichosa. La nueva Ley de Parejas de Hecho aprobada en la Asamblea de Madrid no contempla la posibilidad de adopción o acogimiento por parte de parejas homosexuales; en tales casos, la única posibilidad que tienen los niños solos que esperan un hogar es que uno de los dos miembros de la pareja solicite la adopción de forma independiente. Pero sucede que el Ejecutivo regional sólo permite la adopción a personas casadas, por lo que las personas solas que solicitan un bebé deben acudir a la adopción internacional. El Gobierno reconoce que no hay estudios que indiquen que los niños criados con homosexuales sufran perjuicios, pero tampoco al contrario. Es lo mismo que sucede, por ejemplo, con el padre heterosexual barbudo: que no hay estudios que indiquen que la imagen de esa barba sea dañina o no para la formación del niño. Un argumento igual de absurdo. Y mientras se elabora tal estudio familiar (oficialmente, una entelequia, si se tiene en cuenta que no está permitido este tipo de familia), los niños sin familia siguen sin familia.

Qué contradictoria y fatal es la moral de la derecha española, representada en nuestros foros democráticos por el Partido Popular. Digámoslo claro: según la moral de estas personas tan rectas, es preferible un bebé sin hogar, un niño solo abocado en muchos casos a la marginalidad social, al desarraigo, a la prostitución, al desequilibrio emocional, a la tristeza; es preferible a un niño al que estrechen dos, cuatro, seis, ocho brazos. Brazos sin género, porque el amor no lo tiene. ¿Han pensado estos decentes que los homosexuales tienen a su vez familia y esos niños solos se encontrarían con unos abuelos, unos tíos, unos primos, unos amigos? ¿Cómo se atreven los obispos de Madrid a afirmar que la homosexualidad 'es un modelo de vida que no sólo no corresponde a la naturaleza y dignidad de la persona, sino que atenta contra ella', negando así a tantos niños solos el amor y el cuidado que tienen para ellos muchos homosexuales? Si esos niños solos pudieran ver la habitación que les tendrían preparada, el árbol de Navidad que adornarían con ellos, sus regalos de Reyes, su ropita conjuntada, considerarían un atentado contra su naturaleza y contra su dignidad las palabras de esos obispos que defienden no sé qué familia. Si los bebés desamparados pudieran hablar...

Algo no cuadra en la moral de la derecha y son los niños solos las principales víctimas de esa incoherencia. 'Dejad que los niños se acerquen a mí', dijo Jesucristo, un hombre sin casar. El cardenal Rouco debería reflexionar sobre el significado de esta máxima cristiana. Y todos ésos sus fieles con mayoría absoluta que envían christmas de Unicef, pero han propiciado que unos niños que serían los reyes de la casa sigan solos una Navidad más, sometidos a la injusticia de su caridad. Si los bebés desamparados pudieran votar...

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