Las 23 bibliotecas de idiomas reducen su horario al dejar de atenderlas los objetores

Educación descarta contratar nuevo personal y dice que los profesores deben suplir las vacantes

La progresiva desaparición de la figura del objetor de conciencia, que realizaba tareas sociales sustitutorias de la mili, ha obligado a reducir el horario y servicios de las bibliotecas de 23 escuelas públicas de idiomas de Madrid. Estas bibliotecas, que se nutrían básicamente de objetores para atender a unos 45.000 alumnos, ya no abren tantas horas como antes, ante la falta de personal que las atienda. La Consejería de Educación recuerda que los objetores no cubren puestos laborales, por lo que descarta contratar a nadie, y sostiene que deben ser los profesores quienes asuman ahora es...

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La progresiva desaparición de la figura del objetor de conciencia, que realizaba tareas sociales sustitutorias de la mili, ha obligado a reducir el horario y servicios de las bibliotecas de 23 escuelas públicas de idiomas de Madrid. Estas bibliotecas, que se nutrían básicamente de objetores para atender a unos 45.000 alumnos, ya no abren tantas horas como antes, ante la falta de personal que las atienda. La Consejería de Educación recuerda que los objetores no cubren puestos laborales, por lo que descarta contratar a nadie, y sostiene que deben ser los profesores quienes asuman ahora esa tarea.

Según la Consejería, las vacantes dejadas por los objetores deben ser suplidas por los profesores en horario de trabajo no lectivo, tal y como ocurre en el resto de los centros educativos. 'Nosotros estamos salvados hasta el 19 de diciembre', explica Margarita Navarro, directora de la Escuela Oficial de Idiomas de Aranjuez. 'Hasta entonces tendremos un objetor de conciencia para atender a los alumnos en la biblioteca; después, no', señala. Y añade: 'El año pasado empezamos a tener problemas porque no nos mandaron a ningún objetor; al final conseguimos encontrar a un voluntario'.

Este centro es uno de los pocos de la región que todavía realiza los servicios de préstamos de libros con normalidad y que mantiene la biblioteca abierta para que los estudiantes la utilicen como sala de lectura o empleen el material de consulta y audiovisual en las cabinas de autoaprendizaje.

Las otras 22 escuelas públicas de idiomas, con cerca de 45.000 alumnos que acuden a clases fundamentalmente por las tardes, se han quedado sin personal específico para sus bibliotecas tras el último sorteo de la mili (realizado en noviembre de 2000). Todas ellas han buscado soluciones parciales para evitar tener que cerrar a cal y canto: bien con profesores, que buscan un hueco en sus horarios para prestar libros a los estudiantes, bien con alumnos que, voluntariamente, se han ofrecido a dar ellos mismos el servicio. 'Es una pena, porque hay mucho dinero invertido y luego las instalaciones quedan infrautilizadas', reconoce Navarro.

'Cada escuela se ha buscado la vida como buenamente ha podido', asegura Pilar Montes, directora del centro de San Sebastián de los Reyes, una semana después de que se haya ido el último objetor de conciencia que les hacía de bibliotecario. En este centro son los propios profesores los que se han hecho cargo del préstamo de libros. 'Pero es un lío. Los horarios de atención se han reducido mucho. Además, nosotros no controlamos el programa informático de gestión de las bibliotecas, y es imposible supervisar el material', se lamenta la directora, quien advierte de que este año piensan 'volver a la carga' para que Educación envíe personal.

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Otro de los problemas que denuncia la jefa de estudio de la escuela de Leganés, Ana Rodríguez, es que los profesores sólo tienen tiempo entre clase y clase para poder prestar los libros a sus alumnos, pero no pueden mantener las bibliotecas abiertas al estudio durante toda la tarde. 'Los libros se siguen prestando, pero lo que no podemos es tener la biblioteca abierta como sala de lectura', dice.

Otras escuelas, como la de Alcorcón, han echado mano de los alumnos. 'Nosotros tenemos la suerte de contar con alumnos altruistas, con el objetor del año pasado -al que no le importa quedarse porque está haciendo estudios de biblioteconomía- y con un jubilado, que también viene', afirma su directora, Laura Simón. Aun así, Simón está convencida de que la solución idónea pasa por que Educación les dote de personal especializado. 'Los voluntarios terminan por dejarte colgado', explica Encarnación Sánchez, directora de la escuela de Collado Villalba, un centro que hasta marzo tenía la biblioteca abierta por las tardes ininterrumpidamente y que ahora ni tan siquiera tiene horario. 'Depende del tiempo libre que tengan los profesores entre clase y clase', comenta. Y añade: 'Lo que está claro es que no podemos ofrecer el servicio que daban antes los objetores'.

Fuentes de Educación aseguran que, 'con la supresión del programa de objetores de conciencia, los centros educativos deben ajustar su proyecto de biblioteca'. Recuerdan que los objetores 'en ningún caso podían ocupar puestos de trabajo' y que la labor de supervisión les correspondía a los propios profesores 'en su horario complementario'. Además, la Consejería subraya que las escuelas con mayor número de alumnos cuentan con un profesor con liberación total o parcial de horas lectivas para atender la biblioteca.

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