No sin las mujeres

Menos mal que el artículo de Soledad Gallego, el 9 de octubre, recuerda que en Afganistán, además de Bin Laden, malviven 17 millones de personas (por no hablar de los cinco millones que sobreviven en campos de refugiados en países fronterizos), de las que la mitad son mujeres y niñas condenadas al analfabetismo, la dependencia absoluta, el apartheid sexual y la criminalización.

La intervención militar extranjera y su apoyo a la Alianza del Norte previsiblemente cambiarán el Gobierno y su apoyo al terrorismo internacional, pero no el régimen de terror hacia sus propios habitantes,...

Menos mal que el artículo de Soledad Gallego, el 9 de octubre, recuerda que en Afganistán, además de Bin Laden, malviven 17 millones de personas (por no hablar de los cinco millones que sobreviven en campos de refugiados en países fronterizos), de las que la mitad son mujeres y niñas condenadas al analfabetismo, la dependencia absoluta, el apartheid sexual y la criminalización.

La intervención militar extranjera y su apoyo a la Alianza del Norte previsiblemente cambiarán el Gobierno y su apoyo al terrorismo internacional, pero no el régimen de terror hacia sus propios habitantes, especialmente sus mujeres, si, como dice Soledad Gallego, no hay una exigencia explícita de Occidente exigiendo los derechos humanos de las afganas con igual decisión que el desmantelamiento de los campos de adiestramiento de los terroristas.

Las organizaciones de mujeres españolas e internacionales llevamos cinco años enarbolando las resoluciones de la ONU y de la Unión Europea en ese sentido y no entendemos por qué ahora no se habla de ellas. En Afganistán, como en cualquier parte del mundo, no habrá paz ni democracia sin igualdad de derechos para las mujeres. Ni el hegemonismo militar, ni los intereses petrolíferos ni las campañas mediáticas podrán asentarse establemente sobre una sociedad civil desgarrada.