Editorial:

Plenos poderes

Estados Unidos comenzó ayer a movilizarse plenamente para responder al atroz ataque terrorista del 11 de septiembre. El presidente Bush recibió poderes casi absolutos para recurrir a la fuerza contra un enemigo aún no identificado. El Senado, en una resolución aprobada por unanimidad y ratificada por la Cámara de Representantes -reflejo de una sociedad en la que siete de cada 10 ciudadanos apoyan que su país entre en guerra-, ha autorizado al presidente a usar 'la fuerza necesaria y apropiada' no sólo contra los responsables de los atentados ('naciones, organizaciones o personas'), sino tambié...

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Estados Unidos comenzó ayer a movilizarse plenamente para responder al atroz ataque terrorista del 11 de septiembre. El presidente Bush recibió poderes casi absolutos para recurrir a la fuerza contra un enemigo aún no identificado. El Senado, en una resolución aprobada por unanimidad y ratificada por la Cámara de Representantes -reflejo de una sociedad en la que siete de cada 10 ciudadanos apoyan que su país entre en guerra-, ha autorizado al presidente a usar 'la fuerza necesaria y apropiada' no sólo contra los responsables de los atentados ('naciones, organizaciones o personas'), sino también contra quienes 'los ampararon'. Bush tiene en sus manos un cheque en blanco que no es fácil administrar bien.

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El objetivo, según la resolución, es 'prevenir cualquier acto futuro de terrorismo internacional contra EE UU'. No se trata sólo de reparar el daño causado, sino de erradicar esa hidra de múltiples cabezas. Un objetivo sin duda loable, aunque las guerras de carácter preventivo se sabe cómo empiezan, y no cómo terminan. Estados Unidos tiene su ejemplo propio en Vietnam. Esta 'guerra contra el terrorismo' es más de servicios de información que de combate militar convencional.

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En lo inmediato, las pesquisas se centran en descubrir la red que organizó los atentados y de atacar sus centros de mando y de financiación. El secretario de Estado, Colin Powell, ya ha apuntado hacia el millonario saudí Osama Bin Laden, aparentemente refugiado en Afganistán. Si las pistas y pruebas conducen a éste, no hay duda de que EE UU irá a por él y a por el régimen de los talibán, aunque el posible recambio para dirigir una alternativa a estos fundamentalistas extremistas, el general Massud, haya fallecido en el peor momento. Conviene recordar que toda potencia extranjera, desde los británicos hasta los soviéticos, que se ha metido en Afganistán, país abandonado a su mala suerte desde hace años, ha salido escaldada. Los talibán, tras unas primeras declaraciones más conciliadoras y defensivas, se mostraron ayer dispuestos a defenderse y, si son atacados, a la venganza 'por otros medios'. También Irán rechazó toda represalia contra un Estado.

La lucha contra el terrorismo no es simple, especialmente cuando los asesinos han demostrado estar dispuestos a morir en el intento y de forma anónima. Para este combate son tanto o más necesarios unos servicios de espionaje decididos a intercambiar información sin regateos, algo que ni siquiera suele ser fácil a escala nacional, que muchas armas de alta tecnología. La agencia de policía internacional (Interpol) constituyó ayer, en su cumbre en Madrid, por primera vez en su historia, una célula de crisis, bautizada como Grupo 11 de Septiembre. Pero quienes más información pueden aportar a EE UU son Israel -con unos servicios implantados sobre el terreno en todo Oriente Próximo- y Rusia, reticente a que ninguna fuerza extranjera pase por su territorio o de las antiguas repúblicas de la URSS, pero que da apoyo a las fuerzas que combaten al régimen de los talibán y que conoce el territorio.

No sólo en términos jurídicos ha conseguido Bush más de lo que pedía. También en dinero. Pidió 20.000 millones de dólares para hacer frente a esta crisis y el Congreso le ha dado el doble. La mitad, para la ayuda humanitaria a las víctimas y la reparación de infraestructuras, y el resto, para hacer la guerra. Del presupuesto estrictamente bélico podrá disponer de hasta 10.000 millones de dólares sin rendir cuentas. Bush fue ayer tajante: tras encajar el primer ataque, 'nosotros elegiremos cuándo terminar esta lucha'.

Consciente de que el enemigo estaba ya dentro de EE UU y que aún puede estarlo, y para prevenir otros posibles atentados, Bush ha autorizado una primera movilización de 50.000 reservistas para proteger las ciudades. El Departamento de Defensa convocó ayer de forma inmediata a 35.000 soldados y entre sus planes de emergencia figura la posibilidad de llamar a filas a un millón de hombres y mujeres. El gigante está en pleno ejercicio de calentamiento. Y a la luz de estos datos parece prepararse para una intervención no sólo aérea o de bombardeo.

Su acción, que podría ser colectiva junto a varios aliados o socios, ganaría en legitimidad si lograra el apoyo explícito del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, tras haber logrado el de la OTAN y el de la UE, aunque pueda ampararle el principio de legítima defensa. Las máximas instituciones de la UE y sus Gobiernos brindaron ayer, en una declaración solemne, su total apoyo a EE UU frente a este 'ataque contra la humanidad'. Sin embargo, nadie parece marcar una línea propia en una Europa que pone de relieve su crisis de liderazgo.

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