OPINIÓN DEL LECTOR

Carta al vicepresidente de El Monte

Antes de todo quiero acusar recibo de su amable misiva de fecha 31 de mayo de 2001 en la que me informaba, como impositor de El Monte, de la posición de seis de los ocho representantes de los impositores en el Consejo de Administración de El Monte, sobre las 'maniobras que desde ciertas instancias políticas se están promoviendo para forzar la renovación de los órganos de gobierno de nuestra entidad' (sic).

No puedo dejar de trasladarle mi grata sorpresa al recibir, por primera vez desde que soy cliente de esta entidad, una carta personalizada de alguno de los representantes de los impos...

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Antes de todo quiero acusar recibo de su amable misiva de fecha 31 de mayo de 2001 en la que me informaba, como impositor de El Monte, de la posición de seis de los ocho representantes de los impositores en el Consejo de Administración de El Monte, sobre las 'maniobras que desde ciertas instancias políticas se están promoviendo para forzar la renovación de los órganos de gobierno de nuestra entidad' (sic).

No puedo dejar de trasladarle mi grata sorpresa al recibir, por primera vez desde que soy cliente de esta entidad, una carta personalizada de alguno de los representantes de los impositores en el Consejo de Administración de El Monte, acción sin duda digna de alabar puesto que supone crear mecanismos de transparencia y claridad tan necesarios para acercar a los impositores a sus representantes.

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Pero no puedo dejar de mostrar mi extrañeza por que este mecanismo (cuyo gasto corre por cuenta de El Monte, como no podría ser de otra manera) no sea utilizado por los otros representantes de los impositores, lo que me hace dudar de la honestidad de la intención 'informadora' de la misma, toda vez que el posicionamiento que me traslada coincide con la acción de la dirección de esa caja.

Aún más, me sorprende este esfuerzo de informar a los impositores curiosamente cuando lo que está en peligro es su propia continuidad en el seno del citado Consejo de Administración.

Pero, independientemente de las motivaciones que le han llevado a informarme de su posicionamiento, me gustaría entrar en el fondo de la cuestión y trasladarle algunas opiniones que, como impositor y cliente, me surgen ante el acelerado proceso de fusión con la Caja de San Fernando y la exigencia de renovación de cargos por parte del Gobierno de la Junta de Andalucía, motivo de su misiva.

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Por el tono y el contenido de la carta, se entiende que la intención de la Junta de Andalucía es la de obstaculizar un proceso de fusión de forma torticera que será 'buena para las dos entidades, para sus empleados y, sobre todo, para sus clientes' (sic). Yo añadiría que sobre todo es buena para los actuales equipos de administración de ambas entidades, entre los que se encuentra usted.

Pero creo que se pueden discutir los supuestos beneficios de dicha fusión.

Primero, y por las informaciones aparecidas en prensa, la gestión de ambas cajas ha sido más bien mediocre, con una política inmobiliaria arriesgada, que ha puesto en peligro las cuentas de ambas entidades, lo que me hace dudar de la capacidad de la actual dirección y pone en cuestión la idoneidad de que los equipos directivos de ambas entidades piloten el proceso de fusión.

En segundo lugar, y aclarando antes que no creo necesario para Andalucía la caja única, de todas las posibles combinaciones la peor fusión es la de San Fernando y El Monte, ya que fracciona financieramente el territorio de nuestra comunidad, impidiendo una sana competencia territorial entre cajas andaluzas, y fomentando localismos disparatados (¿qué futuro le espera por ejemplo a La General de Granada, granadina 100% pero minúscula en medio del proceloso futuro de la Unión Europea?). En este sentido, hay que aplaudir decisiones como la de las cajas rurales, que han iniciado en Andalucía un inteligente proceso de fusión sin localismos.

En tercer lugar, y en referencia al supuesto beneficio para los trabajadores de ambas entidades, ya se han manifestado los sindicatos sobre la pérdida de empleo (eventual sobre todo) que va a suponer la fusión por la duplicidad de oficinas -fruto de la elección para la fusión de cajas del mismo territorio-, por lo que tampoco es creíble el interés de los trabajadores en la fusión.

Por todo ello, me parece más lógico apostar por fusiones transprovinciales, que vertebren Andalucía, fortalezcan las entidades e incentiven la competencia, como sería la fusión de El Monte con CajaSur y La General, por un lado, y San Fernando, Unicaja y Caja de Jaén, por otra.

Pero comprendo que intereses personales o políticos, como el suyo, apuesten por fórmulas que aseguren sillones y prebendas.

A estas alturas, parece que todos y todas se han decantado por cajas de ahorro que sigan aprovechándose de la ingenuidad del cliente con poca cultura financiera (jubilados, trabajadores de baja cualificación, etcétera) a los que cobran comisiones desmedidas, y dejar que cajas foráneas se queden con el mercado de clientes con alta cultura financiera (Caja Madrid y La Caixa) con eficaces servicios on-line, bajas comisiones, etcétera.

Finaliza su misiva con la siguiente afirmación: 'Será preciso hacer oír la voz de los impositores', pero lo importante para El Monte, según se puede interpretar por las facilidades obtenidas por usted para trasladar su opinión, es asegurar que los presidentes de ambas entidades sigan ocupando sus respectivos sillones tras el proceso de renovación de ambas cajas, situación imposible de asegurar de cumplirse las indicaciones del Gobierno de la Junta de Andalucía.

Mucho más se podría decir sobre el tema, pero sabiendo que su tiempo es tan importante como el mío y que su decisión, como la mía, ya está fijada sin posibilidad de cambiar de opinión, finalizo la presente deseándole un final feliz como representante de los impositores de El Monte, así como agradeciéndole la amabilidad al informarme de su posición sobre la cuestión.

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