España cede ante Alemania sin lograr un compromiso sobre las ayudas de la UE

Las ayudas europeas se discutirán en 2002

La estrategia seguida por el Gobierno español frente al alemán se derrumbó ayer con una rectificación sin precedentes en la actuación de España en la UE. Tras dos meses de resistencia numantina, y en una reunión de embajadores de los Quince, España dio ayer su luz verde a la pretensión alemana de retrasar siete años el principio de libertad de establecimiento de trabajadores de nuevos países de la UE en la actual Unión. A cambio, España no obtuvo garantía alguna sobre cómo paliar la posible pérdida de fondos europeos tras la ampliación.

Hasta ayer, el Gobierno español había mezclado amb...

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La estrategia seguida por el Gobierno español frente al alemán se derrumbó ayer con una rectificación sin precedentes en la actuación de España en la UE. Tras dos meses de resistencia numantina, y en una reunión de embajadores de los Quince, España dio ayer su luz verde a la pretensión alemana de retrasar siete años el principio de libertad de establecimiento de trabajadores de nuevos países de la UE en la actual Unión. A cambio, España no obtuvo garantía alguna sobre cómo paliar la posible pérdida de fondos europeos tras la ampliación.

Hasta ayer, el Gobierno español había mezclado ambas cuestiones en las negociaciones para la adhesión de nuevos países a la UE. El ministro de Exteriores, Josep Piqué, insistió en varias ocasiones en que España se oponía a esa moratoria de siete años, pero que podía ser 'flexible' si Alemania lo era también con el problema de las ayudas europeas para España.

Durante la reunión de ayer, sin embargo, España sólo obtuvo la promesa del embajador de Suecia, país que preside la Unión este semestre, de que en los próximos días se negociarán varios documentos sobre el problema de los fondos para ser difundidos, si se logra un acuerdo de los Quince, por parte del Consejo de Ministros de la UE y de la Comisión.

Ayer mismo ya se analizaron algunos de esos documentos, pero los embajadores optaron por consultar con las capitales antes de dar su apoyo a ninguno. No obstante, un portavoz alemán ya advirtió de que Berlín sólo firmará, 'en el mejor de los casos, una declaración general y global' en la que se reconozca que existe un problema sobre los futuros fondos europeos para países como España a raíz de la ampliación. 'Pero sólo lo haremos si el documento no prejuzga las negociaciones sobre los fondos estructurales', agregó.

Es decir, que Alemania, en contra del objetivo que ha perseguido España estas semanas, sigue negándose a suscribir un compromiso sobre la cuestión. La diferencia ahora radica en que Berlín tiene ya las manos libres a la hora de negociar, puesto que ayer logró que los Quince aprobaran la moratoria para los trabajadores de los nuevos países de la UE. Como único consuelo para España queda el hecho de que hasta ayer Alemania se negaba a debatir documento alguno al respecto y ahora ha dejado abierta alguna posibilidad.

Suecia aseguró ayer que en estos días, y a ser posible antes de la reunión de ministros de Exteriores del 11 de junio, intentará conseguir un consenso sobre esos documentos. Fuentes españolas se mostraron ayer confiadas, pero no aventuraron ninguna fecha ni el posible contenido de las declaraciones.

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Calendario oficial

En la reunión de embajadores también quedó claro que los Quince respetarán el calendario oficial sobre las negociaciones de adhesión, con lo que será en el primer semestre de 2002, bajo presidencia española, cuando se negocie la futura política de ayudas de la UE, tesis a la que también se oponía el Gobierno español. Pese a todo, la reunión fue calificada unánimemente de 'constructiva' por los distintos portavoces consultados, incluidos los españoles.

El radical cambio táctico formalizado ayer en Bruselas está basado, según portavoces españoles, en dos razones. De un lado, porque España ha sido acusada de bloquear las negociaciones de adhesión. 'Siempre hemos dicho que no somos un obstáculo para la ampliación', alegaron. Y, de otro, por la 'desorbitada reacción' registrada en la prensa internacional, sobre todo la alemana, contra la posición española.

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