Una exposición reúne en Rotterdam los dibujos de Bruegel el Viejo

La obra del maestro flamenco irá Nueva York

La gran retrospectiva, que se puede visitar hasta el 5 de agosto en el museo Boijmans van Beuningen, viajará luego al Metropolitan de Nueva York.

Mucho difiere esta exposición de la que se celebró en Berlín en 1975 donde, junto a los de otros contemporáneos, se expusieron muchos de los dos centenares de dibujos que entonces se atribuían a Bruegel. 'La diversidad de estilos, temas y técnicas llamó la atención de algunos expertos, que comenzaran a estudiar atentamente su vida y obra', explica Manfred Sellink, conservador de la exposición que ha pasado cinco años investigando la obra gráfi...

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La gran retrospectiva, que se puede visitar hasta el 5 de agosto en el museo Boijmans van Beuningen, viajará luego al Metropolitan de Nueva York.

Mucho difiere esta exposición de la que se celebró en Berlín en 1975 donde, junto a los de otros contemporáneos, se expusieron muchos de los dos centenares de dibujos que entonces se atribuían a Bruegel. 'La diversidad de estilos, temas y técnicas llamó la atención de algunos expertos, que comenzaran a estudiar atentamente su vida y obra', explica Manfred Sellink, conservador de la exposición que ha pasado cinco años investigando la obra gráfica de Bruegel. Hoy, las nuevas técnicas le reconocen la autoría de tan sólo 61 dibujos, 57 de los cuales se pueden ver en Rotterdam, junto a los que cuelgan 80 grabados, algunos de los cuales nunca se habían mostrado en público.

Para valorar las diferencias, los organizadores han incluido también, claramente separados, algunos de los dibujos que se le han atribuido erróneamente durante años.

Los últimos estudios han arrojado más luz sobre la obra de Bruegel, pero todavía son muchas las incógnitas que pesan sobre su vida. No se sabe con certeza si nació cerca de Breda o en Amberes, y aunque consta que se casó y que tuvo dos hijos, los historiadores no terminan de ponerse de acuerdo sobre su procedencia social, su formación, sus maestros, ni su forma de vida. 'Del análisis de sus dibujos -que en contra de la creencia generalizada constituyeron su principal actividad hasta poco antes de su muerte-, de las leyendas en latín y de la fina ironía con la que plasma los aspectos sociales, religiosos y políticos, podemos deducir ahora que el maestro estaba en contacto con los círculos humanistas de su tiempo', asegura Sellink.Llamado el Viejo para distinguirlo de su hijo, también pintor, Bruegel comenzó su carrera como dibujante de paisajes. La primera sala de la exposición incluye detalladas escenas de los Alpes e Italia -donde vivió por dos años, alrededor de 1550-, en los que incorpora a menudo casas y molinos flamencos. A su vuelta, posiblemente ya establecido en Amberes, se dedicó a realizar diseños para grabados, muy apreciados entre los grupos más cultos e intelectuales, que los reunían en álbumes. Su firma se empezó ya entonces a cotizar entre los mejores de Europa como se desprende de una lista de seguridades en la que un comerciante de Amberes ofrecía como garantía, entre otras cosas, 16 obras de Pieter Bruegel.

Organizadas temáticamente, las diversas salas de la muestra incluyen finas y detalladas escenas bíblicas (las menos), marinas, alegorías y plasmaciones de la vida de la campiña, todas ellas cargadas de detalles realistas con las que Bruegel legó importantes documentos gráficos de la vida de Flandes en el siglo XVI. Especial atención merece la presentación de la casi completa serie de los dibujos de Las siete virtudes, Los siete pecados capitales y El juicio final, colgados junto a los más finos grabados que se hicieron a partir de ellos.

A partir de su boda, en 1563 y tan sólo siete años antes de su muerte, Bruegel abandonó prácticamente el dibujo para centrarse de lleno en esa pintura crítica y costumbrista que le ha hecho famoso hasta nuestros días. De nuevo, hay incertidumbre sobre las razones del cambio. 'Posiblemente entró en contracto con la corte en Bruselas, que le pagaba mejor por los lienzos que por los dibujos', explica Sellink.

En los siglos que siguieron a la muerte del pintor, sus cuadros y dibujos cayeron en el olvido porque no correspondían a las reglas estéticas caracterizadas por el culto a los héroes, los santos y los soberanos, así como por el modo de pensar burgués y la contemplación romántico-idealista de la naturaleza. Sólo en el siglo XX, probablemente como consecuencia de las innovaciones artísticas de impresionistas, expresionistas y cubistas, que pusieron en entredicho los hábitos visuales heredados de la tradición, se volvió a prestar atención a su obra.

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