El Ejército israelí mata a cinco policías palestinos en Cisjordania

Arafat califica los hechos de 'sucio asesinato'

Arafat pidió una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU y el envío inmediato de observadores internacionales. Una bandera palestina deshilachada ondeaba ayer de manera arrogante sobre un miserable chamizo al pie de una destartalada carretera de tercer orden, cerrada al tráfico desde que se inició la revuelta palestina. Su misión era hasta ahora la de marcar territorios, para separar los gobernados por la Autoridad Nacional Autónoma de los administrados por Israel. Pero desde hoy su función también será la de recordar que allí se ha registrado uno de los episodios más sangrientos de...

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Arafat pidió una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU y el envío inmediato de observadores internacionales. Una bandera palestina deshilachada ondeaba ayer de manera arrogante sobre un miserable chamizo al pie de una destartalada carretera de tercer orden, cerrada al tráfico desde que se inició la revuelta palestina. Su misión era hasta ahora la de marcar territorios, para separar los gobernados por la Autoridad Nacional Autónoma de los administrados por Israel. Pero desde hoy su función también será la de recordar que allí se ha registrado uno de los episodios más sangrientos de la segunda Intifada; la muerte de los cinco policías palestinos.

'Escuché unos disparos hacia las dos de la madrugada. Me asomé a la ventana. En medio de la calzada de la carretera vi a uno de los policías tambaleándose. Comprendí que era un ataque israelí y llamé a la ambulancia. Cuando se dejaron de escuchar los tiros, salí a la calle', explica el comerciante Mahmud Zenuied, de 31 años, el último testigo presencial de los hechos, mientras trataba de reponerse de una noche en vela y apuraba el primer café de la mañana.

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Tres de los policías murieron de pie en el exterior de la casamata, con el arma en la mano, cuando trataban de adivinar exactamente de dónde venía el fuego. Otro compañero fue abatido a medio camino entre el chamizo que les servía de dormitorio del de la cocina. Al caer en el suelo empapó de sangre una bolsa llena pan. El último fue alcanzado en el interior de un inmenso hoyo, una fosa séptica al lado de la construcción en la que trató de esconderse para eludir los tiros. Sólo se salvó uno de los miembros del destacamento.

Las primeras investigaciones efectuadas sobre el terreno aseguran que el puesto palestino fue atacado desde el frente, una colina cercana, y también desde sus espaldas por francotiradores situados en lo alto de un edificio en construcción que las fuerzas israelíes ocuparon hace poco más de un mes para impedir que lo hicieran los palestinos.

Un portavoz de las fuerzas israelíes aseguró a la prensa, a modo de justificación, que los soldados habían disparado 'sobre unas sombras sospechosas que vieron moverse de manera poco clara'. El representante del Ejército desmintió sin embargo categóricamente que en el ataque se hubieran utilizado armas pesadas o fuego de ametralladoras.

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'Ha sido un sucio asesinato', afirmó a modo de conclusión el presidente Arafat en Gaza, pocas horas después del incidente y tras una agitada noche en la que las fuerzas israelíes dispararon por tierra, mar y aire contra objetivos situados a escasos metros de su residencia. Los disparos destruyeron diez blindados palestinos, que componían su única fuerza motorizada. Los bombardeos hirieron a unas veinte personas, pero Arafat logró salvar la vida.

El resto de la jornada se repitieron los incidentes; tiroteos y heridos en el asentamiento judío de Gilo, a las puertas de Jerusalén, donde dos mujeres resultaron lesionadas por disparos palestinos. Dos jóvenes murieron en la franja de Gaza, en las cercanías de la colonia de Gus Katif. 'No creo que haya una guerra si tenemos cuidado nosotros y los demás países de la región', afirmó categórico el primer ministro israelí, Ariel Sharon, desde el estrado del Parlamento de Jerusalén.

AP

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