Europa no es inmune

La crisis de EE UU golpea los resultados y las previsiones de países y empresas de la UE

Trimestre tras trimestre, desde marzo de 2000, Europa reduce su crecimiento. El euro y sus bolsas no levantan cabeza y empiezan a proliferar los anuncios de despidos masivos. Las repercusiones de la desaceleración de la economía de EE UU en Europa han llegado antes y con más intensidad de lo que se esperaba.El contagio ya está aquí, aunque el deterioro de la salud del enfermo es por ahora menor, y su diagnóstico, menos grave. La crisis de la economía de Estados Unidos ha saltado el Atlántico transportada por el comercio, las multinacionales, los movimientos de capitales y las bolsas. El Fondo ...

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Trimestre tras trimestre, desde marzo de 2000, Europa reduce su crecimiento. El euro y sus bolsas no levantan cabeza y empiezan a proliferar los anuncios de despidos masivos. Las repercusiones de la desaceleración de la economía de EE UU en Europa han llegado antes y con más intensidad de lo que se esperaba.El contagio ya está aquí, aunque el deterioro de la salud del enfermo es por ahora menor, y su diagnóstico, menos grave. La crisis de la economía de Estados Unidos ha saltado el Atlántico transportada por el comercio, las multinacionales, los movimientos de capitales y las bolsas. El Fondo Monetario Internacional ha revisado ya la previsión de crecimiento para 2001 en la zona euro al 2,5% (en otoño hablaba de un 3,4%) y la propia Unión Europea se dispone a hacer en breve otro tanto. Los indicadores de confianza de las empresas volvieron a bajar en Europa en marzo por tercer mes consecutivo y el crecimiento de la zona euro en el último trimestre de 2000 -un 3% interanual- también volvió a caer respecto a los dos trimestres anteriores (3,3% y 3,7%), lo que ha acrecentado las presiones para que el Banco Central Europeo (BCE) baje los tipos de interés -el Banco de Inglaterra lo hizo el último día 5- para ayudar a la reactivación del crecimiento. Incluso el director gerente del FMI, Horst Köhler, se ha sumado en los últimos días a este coro al señalar que 'un recorte de tipos por parte del Banco Central Europeo sin duda sería de gran ayuda para la economía europea'.

Hay exceso en el optimismo oficial sobre la economía europea y en el descuento de la desaceleración que hacen los mercados

Los principales responsables del BCE, sin negar ya la mayor, el debilitamiento de las economías europeas, replican con la máxima de 'esperar y ver' -la evolución de los precios domésticos y la situación al otro lado del Atlántico- antes de tomar una decisión. Win Duisenberg, el polémico presidente de esta entidad, que tan sólo hace un mes presumía de que la economía europea iba a mantenerse 'bastante robusta' este año, ha admitido en los últimos días que la situación en EE UU 'podría tener implicaciones para el área euro'. Pero eso no le ha impedido mantener invariable el precio del euro en la última reunión del consejo del BCE, el miércoles pasado.

En definitiva, Europa no es inmune, en contra de lo que se afirmaba hace unos meses, al accidentado aterrizaje de la economía de EE UU tras 10 años de crecimiento ininterrumpido. Ya no se habla de un relevo de la economía estadounidense por la europea como motor de arrastre de la economía mundial. La pregunta ahora, común a instituciones, gobernantes y empresarios, es hasta dónde y hasta cuándo llegará el deterioro de la economía de la Unión Europea y de la eurozona.

Como siempre, a la hora de dar respuesta a tan crucial pregunta, hay opiniones para todos los gustos. Hay optimistas y pesimistas.

'Estamos viviendo una dicotomía entre las previsiones oficiales para 2001 de crecimiento europeo, y en particular del español (previsiones que, en el actual contexto, nos parecen excesivamente optimistas), y unos mercados que descuentan una ralentización del crecimiento, a nuestro juicio, también excesiva. La ralentización del crecimiento europeo será importante, especialmente en el primer y segundo trimestres, pero consideramos que en el conjunto de 2001 el crecimiento no será inferior al 2,5%, aproximadamente un 1% inferior al de 2000, pero superior al de 1999, siendo una tasa no despreciable y superior a la descontada actualmente por los mercados', explica Ofelia Marín Lozano, jefa de análisis de Banca March.

Los optimistas, los que creen que el deterioro de la economía europea no irá a mucho más ni durará demasiado, argumentan a favor de su tesis, entre otras, estas cinco razones:

- Las tasas de interés de la eurozona ajustadas a la inflación crecieron en 2000 menos que en Estados Unidos (un 1%, frente a un 2,5%).

- Europa, como bloque económico, es relativamente autónomo. Sus ventas a EE UU representan sólo un 3% del PIB, con lo que la desaceleración de la demanda en aquel mercado repercute, como mucho, en unas décimas (un 0,3%, según cálculos de Citibank) en el crecimiento de su producto interior bruto. Además, el euro sigue débil frente al dólar estadounidense, lo que ayuda a las exportaciones de las empresas europeas (el mercado estadounidense absorbe sólo un 15% del total de ventas europeas al exterior).

- Políticas fiscales moderadamente expansivas. En enero entraron en vigor reducciones impositivas del 0,8% de la producción anual en Alemania, Francia e Italia... Otros países europeos estudian reformas tributarias.

- La deuda corporativa y de los hogares supone en EE UU el 140% de su PIB, y en Europa, sólo el 90%, según datos de Crédit Suisse First Boston.

- El desplome de los mercados bursátiles tiene mucho menos repercusión sobre el consumo en Europa que en Estados Unidos, porque el porcentaje de accionistas sobre el conjunto de la población es muy inferior.

Creen, además, que la desaceleración de la economía de Estados Unidos -fuente de casi todos los males- no será muy prolongada en el tiempo. La estimación más probable es que el crecimiento de su PIB en 2001 esté en torno al 2%, frente al 5% alcanzado el pasado año. 'Es una desaceleración muy notable, pero lógica tras una década de imparable crecimiento', señala Ofelia Marín. Además, agrega, 'el que esta desaceleración se afronte con una tasa de paro del 4,3%, con continuas ganancias en la productividad derivadas de la revolución tecnológica, con tipos de interés relativamente elevados y con superávit presupuestario -por tanto, con claros mecanismos para amortiguarla-, hace que los más prestigiosos organismos internacionales (OCDE, FMI, Reserva Federal de EE UU, G-10, BCE) consideren que la ralentización será pasajera, aunque es imposible precisar su duración. Respondería a un cambio del ritmo de crecimientos, que volverá a recuperar dinamismo en 2002'.

Visión negativa

Los más pesimistas, que son cada vez más, creen que la economía de Estados Unidos ha entrado o va a entrar en recesión y que la crisis va a ser mucho más profunda y algo más duradera de lo que se viene diciendo. Los efectos sobre la economía de los recientes recortes en los tipos de interés acordados por la Reserva Federal tardarán seis meses en notarse, y los de la reforma fiscal promovida por el presidente George Bush, bastante más, porque aún tiene que superar una complicada tramitación legislativa.

Algunos de estos analistas extienden su visión negativa a Europa. La globalización de los mercados, y el peso de EE UU y Japón en la economía mundial, no va a dejar indemne a Europa, aseguran. Resaltan, además, la velocidad con la que se han extendido las crisis bursátiles y financieras en las últimas décadas -el efecto tequila de México en 1994-1995 o la más reciente de los llamados tigres asiáticos en 1997-1998- de unos países a otros y de unos continentes a otros.

La caída de las bolsas europeas es, en su opinión, una prueba evidente del rápido contagio de la desaceleración de Estados Unidos. La desconfianza creciente de los empresarios alemanes y belgas, cuyo indicador anticipa la actividad futura de las corporaciones, es una segunda señal. Las expectativas sobre ganancias de las grandes compañías europeas también son menores y muchas ya se han sumado a la corriente del otro lado del Atlántico de recurrir a los despidos como forma de reducir costes y de contrarrestar los efectos que tiene ante sus accionistas y en los mercados el anuncio de unas expectativas de resultados peores de lo inicialmente previsto.

'¿Qué quiere esto decir?', se pregunta retóricamente Ofelia Marín, antes de responder: 'Simplemente, que la desaceleración de la economía de Estados Unidos afecta mucho más a algunas de las grandes compañías cotizadas europeas que al conjunto de la producción del Viejo Continente'. Esta experta ha analizado la exposición de las sociedades integradas en el índice Euro Stoxx, que son las de mayor capitalización de Europa, a la economía de EE UU (véase el cuadro adjunto). Para ello ha tenido en cuenta su presencia en aquel mercado y en los de Latinoamérica (por su fuerte dependencia de la evolución de la economía norteamericana), la proporción de sus ingresos en dólares (moneda que previsiblemente debe debilitarse en un escenario de menor crecimiento en Estados Unidos) y la actividad propia de cada empresa (no es lo mismo producir o vender petróleo, cuyo precio está determinado internacionalmente, que vender en Estados Unidos un bien de consumo no necesario (cosméticos de L'Oréal, productos de lujo de LVMH...).

Las últimas estimaciones de Thomson Financial IBES, compañía de investigaciones financieras, también son reveladoras. Espera que las utilidades de las 600 mayores empresas alemanas de distintos sectores crezcan un 16% este año, frente al 20% que preveían en diciembre. En síntesis, y desde el sentido común, un alto crecimiento con el que pueden vivir muy holgadamente estas compañías, aunque significativamente menor que el alcanzado el pasado año.

Los mercados, sin embargo, han preferido quedarse sólo con la segunda parte de esta aseveración y cotizar el vaso medio vacío. Desde la euforia injustificada de las cotizaciones hasta marzo de 2000 se ha ido cayendo hasta la injustificada infravaloración actual de buena parte de las compañías y las bolsas. ¿Pueden explicarse con la desaceleración de la economía de EE UU caídas del 30%-50% en los valores de las cinco mayores compañías cotizadas españolas que representan el 75% del Ibex? 'Es absurdo', afirma Marín, 'no dejamos de usar el teléfono, la luz o la gasolina por efecto de la ralentización en EE UU'.EMPRESAS

Despidos masivos

En la última semana de marzo, nueve multinacionales anunciaron 36.000 despidos y en lo que va de año se han anunciado más de medio millón de rescisiones de contratos. Parte de estas reestructuraciones afectan a plantillas europeas de grupos estadounidenses o japoneses y cada vez son más las multinacionales europeas -Ericsson, Nokia o Danone- que se suman a la tendencia extendida en EE UU de anunciar despidos cuando las expectativas de resultados son peores de las previstas. La evolución de las cifras de paro, a un lado y otro del Atlántico (pese al incremento de marzo en EE UU), no reflejan aún las consecuencias de estos anuncios y de reducciones de empleo no traumáticas -jubilaciones y prejubilaciones- que están acompañando a las fusiones y compras de empresas (sirvan como ejemplo las que llevan a cabo BSCH y BBVA). Las cifras de creación de empleo sí indican ya una cierta desaceleración. La situación del mercado laboral europeo, que es muy distinta a la del estadounidense por estar muy regulado a nivel nacional, matiza la repercusión de los anuncios masivos de rescisiones de contratos. Los costes legales y políticos son un freno a la desmesura de grandes grupos con cuantiosos beneficios que anuncian despidos masivos para ganar más. En Francia, un centenar de diputados ha pedido en los últimos días un boicoteo a los productos de Danone, tras su anuncio de cierre de fábricas y fuertes recortes laborales en este país, y se han suspendido subvenciones públicas para un centro de investigación de la multinacional. La indignación no ha sido menor contra Marks & Spencer, que cierra 18 almacenes en Francia. 'Es indigno en Europa que los trabajadores se enteren de sus despidos por la prensa o sólo unos minutos antes del anuncio público', ha denunciado también en Bruselas, en referencia a Marks & Spencer, la comisaria de Empleo y Asuntos Sociales de la UE.

La caída de los mercados europeos no se ha debido exclusivamente al influjo del Nasdaq y del Dow Jones de EE UU, el endeudamiento acumulado por las grandes compañías de telecomunicación en su carrera por hacerse con licencias UMTS de móviles, las inversiones que se requieren para el desarrollo de estas redes, y el retraso en las previsiones del lanzamiento de estos servicios, también ha contribuido al varapalo. El peso de estas compañías en los índices es muy elevado. Esta situación, y la reducción de operaciones de fusión y compra de empresas, está afectando a la banca de inversión, un sector que, junto al de Internet, absorbe buena parte de los despidos que se están produciendo.

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