Un viaje en el tiempo y la distancia

El templo de Debod estaba situado al sur de Egipto, en la Baja Nubia, muy cerca de la primera catarata del Nilo y del gran centro religioso dedicado a la diosa Isis, en la isla de Filé. El rey Meroe Adijalamani inició su construcción a comienzos del siglo II antes de Cristo. Este rey mandó levantar una capilla dedicada a los dioses Amón e Isis. Posteriormente, distintos reyes de la dinastía ptolemaica construyeron nuevas estancias alrededor del núcleo principal, hasta darle un aspecto semejante al actual. Tras anexionarse Egipto al Imperio Romano, los emperadores Augusto y Tiberio culminaron s...

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El templo de Debod estaba situado al sur de Egipto, en la Baja Nubia, muy cerca de la primera catarata del Nilo y del gran centro religioso dedicado a la diosa Isis, en la isla de Filé. El rey Meroe Adijalamani inició su construcción a comienzos del siglo II antes de Cristo. Este rey mandó levantar una capilla dedicada a los dioses Amón e Isis. Posteriormente, distintos reyes de la dinastía ptolemaica construyeron nuevas estancias alrededor del núcleo principal, hasta darle un aspecto semejante al actual. Tras anexionarse Egipto al Imperio Romano, los emperadores Augusto y Tiberio culminaron su construcción y su decoración. A partir del siglo VI, quedó abandonado.

'Cuando fue construido se dedicaba al rito diario. Su fin principal era mantener el orden cósmico, ya que el pueblo egipcio era una cultura muy conservadora. Siempre pedían que las cosas se quedaran tal y como las hizo el Demiurgo', explica Antonio Martín Flores, arqueólogo y conservador del templo.

Pero no se quedaron igual. La Unesco (Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) hizo un llamamiento internacional en 1960 para salvar los monumentos y lugares arqueológicos de la Baja Nubia ante la construcción de la presa de Asuán. España obtuvo en 1968 el templo de Debod como agradecimiento por la ayuda prestada en el salvamento de Abu Simbel. Después fue reconstruido y abierto al público en el paseo del Pintor Rosales, en 1972. Cada año visitan el lugar unas 60.000 personas.

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