Entrevista:MILOS ZEMAN | PRIMER MINISTRO DE LA REPÚBLICA CHECA

'Habrá otro telón de acero si la Unión Europea no se amplía para el año 2004'

Pocas alegrías ha conocido la República Checa en la primera década de su historia. La caída del comunismo se vio primero empañada por la separación de Eslovaquia y dio paso a una dura transición hacia la economía de mercado en la que el país milagro del Este ha registrado reiteradamente tasas de crecimiento negativas. El panorama político está tan fragmentado que Milos Zeman, de 52 años, socialdemócrata, gobierna gracias a un pacto de no agresión con el segundo partido más votado, el Partido Cívico Democrático (PCD), del anterior primer ministro, Václav Klaus, por el que éste se ...

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Pocas alegrías ha conocido la República Checa en la primera década de su historia. La caída del comunismo se vio primero empañada por la separación de Eslovaquia y dio paso a una dura transición hacia la economía de mercado en la que el país milagro del Este ha registrado reiteradamente tasas de crecimiento negativas. El panorama político está tan fragmentado que Milos Zeman, de 52 años, socialdemócrata, gobierna gracias a un pacto de no agresión con el segundo partido más votado, el Partido Cívico Democrático (PCD), del anterior primer ministro, Václav Klaus, por el que éste se compromete a no apoyar ninguna moción de censura. Zeman, que llegó anoche a Madrid, pedirá hoy al presidente del Gobierno, José María Aznar, apoyo para culminar el ingreso de la República Checa en la Unión Europea.

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Pregunta. ¿Puede decir que al menos la crisis económica de su país está siendo superada?

Respuesta. Cuando llegamos al poder, en 1998, la tasa de inflación era del 9%; ahora es del 4%. El PIB disminuía a razón de un 3% anual; ahora aumenta en un 3%. El nivel de vida caía en un 2%; ahora es más 3%. El paro aumentaba, ahora disminuye. Y la delincuencia crecía también, mientras que ahora ha disminuido en más de un 8%. Éstos son aburridos datos estadísticos, pero yo me siento orgulloso de ellos. Además, el crédito de cualquier país en una economía globalizada se debe medir por la inversión extranjera que recibe, y esa cifra se ha doblado durante los dos últimos años de mi mandato. Ésta es la respuesta a su pregunta con datos estadísticos, no con opiniones ni emociones.

P. El panorama político sigue, en cambio, complicado. ¿Cree usted que el pacto de gobernabilidad vigente podrá ser renovado tras las elecciones de 2002?

R. Lo primero que quiero decir es que el acuerdo de oposición ha sido alabado por la Comisión Europea en su último informe sobre la República Checa, porque ha traído estabilidad política y crecimiento económico. Ahora depende de los votantes que el acuerdo continúe tras las elecciones. Yo estoy totalmente seguro de que el Gobierno socialdemócrata ganará las próximas elecciones, porque hemos alcanzado nuestro objetivo básico de superar la crisis económica.

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P. ¿Cuáles son los principales problemas pendientes con la UE?

R. Está la reforma de la Justicia, que tiene como núcleo principal la necesidad de aumentar la eficiencia de los tribunales, porque son relativamente perezosos. La oposición dice que en el caso de los grandes delitos hay que proceder con gran cuidado, y yo estoy de acuerdo, pero ese cuidado no puede dar lugar a que los delincuentes sigan libres durante cinco o seis años. El segundo problema es la Ley de la Administración del Estado, y también aquí la tarea del Gobierno consiste en crear una Administración pública apolítica, sin influencia de los partidos, lo que es muy impopular.

P. ¿Cuál es su calendario para las negociaciones?

R. Queremos terminar de negociar en el 2002, y esperamos poder cerrar todos los capítulos bajo la presidencia española de la UE en la primera mitad de ese año. De ese modo, tendremos la posibilidad de ser miembros de pleno derecho de la UE en 2003.

P. ¿Eso es lo que le va a pedir a Aznar en Madrid?

R. Le voy a pedir su pleno apoyo al ingreso de la República Checa durante la presidencia de turno española y le voy a decir que hay una oportunidad real para que España, con su gran flujo de inversiones en el extranjero, participe en el proceso de privatización en Checoslovaquia.

P. ¿En qué sectores se podría concretar esa participación?

R. Hay áreas que están ya cerradas porque, por ejemplo, esperábamos la participación del Banco de Santander [BSCH] en la privatización del último gran banco checo, pero no presentaron una oferta. Sigue habiendo grandes oportunidades en la privatización de nuestras telecomunicaciones, de nuestro sector energético y de la química.

P. Volviendo a la fecha del 2003, va a ser difícil alcanzar esa meta dado que las elecciones pendientes en Francia y Alemania impedirán cerrar los capítulos clave durante la presidencia española.

R. Mire usted, siempre habrá elecciones en algún país, pero, en fin, yo acepto plenamente una de las conclusiones básicas de la cumbre de Niza: que será bueno que los países candidatos del grupo de cabeza sean miembros plenos en fecha que les permita participar en las elecciones para el Parlamento Europeo, que, como sabe, se realizarán en 2004.

P. ¿Y si se retrasara todavía?

R. En ese caso habría un serio peligro de desencanto e insatisfacción en los candidatos preparados para el ingreso porque, si uno está preparado y se le rechaza, esto podría fomentar actitudes del tipo de Haider, como racismo, xenofobia, y crear, exagerando, un nuevo telón de acero que resultaría peligroso. No olvide que Praga fue la capital de Europa durante el siglo XIV y que Berlín fue una pequeña ciudad del Reino checo.

P. ¿No ha echado de menos la dimensión de Checoslovaquia en estas negociaciones con la UE?

R. Yo me opuse a la división de la antigua Checoslovaquia, porque creo que fue un sin sentido. Se hizo por el egoísmo de los políticos del momento, ya que la división fue buena para los líderes que la hicieron, no para las naciones. Pero este proceso es irreversible, no es posible reintegrar la antigua Checoslovaquia, aunque habrá margen para una mayor cooperación entre Chequia y Eslovaquia en el marco de la Unión Europea.

Milos Zeman, durante la cumbre de la UE en Helsinki en 1999.AP

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