Un estudio atribuye a un meteorito la gran extinción de hace 250 millones de años

Fue mayor que la que acabó con los dinosaurios

Las especies tardaron entre 8.000 y 500.000 años en desaparecer, lo que para los investigadores es un microsegundo en tiempo geológico. Los conocidos trilobites, de los que llegó a haber más de 15.000 especies, fueron una de las víctimas de este acontecimiento que marca la frontera entre el periodo pérmico y el triásico.

La hipótesis del impacto de un objeto extraterrestre ya había sido estudiada, pero no se había encontrado ninguna pista a su favor. El meteorito que provocó la extinción de los dinosaurios, por ejemplo, que cayó junto a la península de Yucatán (México), de...

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Las especies tardaron entre 8.000 y 500.000 años en desaparecer, lo que para los investigadores es un microsegundo en tiempo geológico. Los conocidos trilobites, de los que llegó a haber más de 15.000 especies, fueron una de las víctimas de este acontecimiento que marca la frontera entre el periodo pérmico y el triásico.

La hipótesis del impacto de un objeto extraterrestre ya había sido estudiada, pero no se había encontrado ninguna pista a su favor. El meteorito que provocó la extinción de los dinosaurios, por ejemplo, que cayó junto a la península de Yucatán (México), dejó en los estratos geológicos de la época del impacto residuos de iridio, un elemento químico de clara procedencia extraterrestre. Sin embargo, en los estratos de hace 250 millones de años no se han hallado restos de iridio.

Pero los investigadores han encontrado algo finalmente: unas moléculas de carbono llamadas fullerenos que curiosamente guardan en su interior átomos de determinados gases que, como el iridio, sólo pueden proceder del espacio. Los fullerenos son moléculas en forma de pelota hueca, como un balón de fútbol, y pueden funcionar como una jaula para otros compuestos. En este caso, los gases enjaulados son dos formas específicas -dos isótopos- de helio y argón que no se dan en la Tierra. Además, ya se han encontrado fullerenos en restos de meteoritos que a su vez incluían en su composición química los mismos gases extraterrestres.

Sin embargo, no se ha determinado el lugar del impacto. Los fullerenos delatores se han encontrado en tres lugares muy distantes: el sur de China, el suroeste de Japón y el norte de Hungría. Son lugares conocidos por los geólogos porque en ellos la erosión ha dejado expuesta la capa de sedimentos de la frontera pérmico-triásico. Los fullerenos aparecen en concentraciones muy altas en la capa fronteriza y muy bajas en los sedimentos anterior y posterior, afirman los autores.

Sí ha sido posible estimar el tamaño del meteorito en entre seis y 12 kilómetros de diámetro. Los investigadores se basan en que, de haber sido mayor, los fullerenos con argón y helio se hallarían en mayor cantidad y más dispersos, y si hubiera sido más pequeño, sus efectos no habrían sido tan devastadores.

Pero no hay que interpretar que la colisión fue responsable directa de la extinción. A pesar de la relativa rapidez con que desaparecieron las especies, fueron los efectos colaterales del choque los verdaderos culpables: violentas erupciones volcánicas y cambios en el contenido en oxígeno del agua marina, en el nivel del mar y en el clima. Eso explica que un número tan alto de especies resultara afectado, como explica Becker: 'Para hacer que se extingan el 90% de los organismos hay que atacarles por más de un frente'.

Su colega Robert Poreda, de la Universidad de Rochester, abunda: 'El impacto de un bólido de este tamaño libera un millón de veces más energía que el terremoto más intenso de los registrados en la Tierra en el último siglo. Debió ser como un terremoto de magnitud 12 en la escala de Richter'.

Las erupciones que siguieron hicieron que en la región de Siberia se expulsaran 1,6 millones de metros cúbicos de lava durante un millón de años. Los volcanes emitieron toneladas de cenizas y cantidades masivas de dióxido de carbono a la atmósfera. El dióxido de carbono es un gas de efecto invernadero y, por tanto, con efectos sobre el clima. Pero además las cenizas podrían haber bloqueado la llegada de la luz solar a la Tierra, impidiendo la fotosíntesis de las plantas y desencadenando un colapso en la cadena alimenticia.

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