Ecuador declara el estado de emergencia en las Galápagos por la llegada de la marea negra

La mancha de combustible se distribuye en 3.000 kilómetros cuadrados de mar

Una semana después de que el barco Jessica, repleto de combustible altamente contaminante, encallara y empezara a verter líquido a escasa distancia de las Galápagos, los técnicos admiten que la situación es de alto riesgo en unas islas donde habitan 5.000 especies, de las que el 40% son únicas en el planeta. La pesada estructura del buque, de 65 metros de largo y 11 de ancho, sigue escorándose, cuando los expertos aseguran haber vaciado prácticamente los tanques del combustible que quedaba almacenado. Pero anoche, el ministro de Medio Ambiente ecuatoriano, Rodolfo Rendon, volvió a dar l...

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Una semana después de que el barco Jessica, repleto de combustible altamente contaminante, encallara y empezara a verter líquido a escasa distancia de las Galápagos, los técnicos admiten que la situación es de alto riesgo en unas islas donde habitan 5.000 especies, de las que el 40% son únicas en el planeta. La pesada estructura del buque, de 65 metros de largo y 11 de ancho, sigue escorándose, cuando los expertos aseguran haber vaciado prácticamente los tanques del combustible que quedaba almacenado. Pero anoche, el ministro de Medio Ambiente ecuatoriano, Rodolfo Rendon, volvió a dar la alarma al admitir que en el casco del Jessica se había abierto una segunda grieta por la que había vuelto a escapar combustible suficiente como para provocar una segunda marea negra.

Personal de Petroecuador, de la Marina Mercante y del Servicio de Guardacostas de EE UU trabajan en las labores de extracción del carburante. Un intento de remover el Jessica fracasó el lunes a causa del fuerte oleaje. El objetivo de la operación de rescate es hundir el barco en algún lugar seguro. El barco está varado a menos de una milla de la isla de San Cristóbal.

Tras la alarma inicial, la preocupación se torna en indignación a medida que se desentraña el rosario de irregularidades que rodea al Jessica. Se trata de un viejo buque construido en 1971 en Japón, que no reunía las condiciones para el transporte de tan peligrosa carga en una zona tan sensible. A la hora de empezar a pedir responsabilidades, el portavoz del Gobierno se ha apresurado a declarar que el Ejecutivo está libre de toda culpa. Pero las preguntas, de momento sin respuesta, apuntan a lo contrario. ¿Quién si no la Dirección General de la Marina Mercante autorizó al Jessica a navegar por aquellas aguas? ¿Cuándo se hizo la última revisión al barco? ¿Por qué la nave no tenía seguro contra contaminación como es preceptivo en estos casos? ¿Por qué el capitán viajaba sin bitácora? ¿Quiénes son los administradores de la compañía propietaria del Jessica? ¿Por qué, si el barco estaba encallado desde hacía una semana, no se dio la voz de alarma hasta el sábado? De momento se sabe que el capitán está 'bajo vigilancia', según la terminología del comunicado oficial, y que la nave, según la Dirección de la Marina Mercante, estaba contratada por la operadora turística Canodros para abastecer al Galápagos Explorer, una de las embarcaciones turísticas que recorren el archipiélago.

Cinco especies de vertebrados en peligro

Cinco especies vertebradas que sólo existen en las islas Galápagos constituyen la mayor preocupación de los científicos ante el avance de la mancha contaminante. Cuatro de ellas son aves: el millar de pingüinos que habita en la isla Isabela, las 500 parejas de gaviota de lava, los 5.000 ejemplares de petrel patapegada (especie en peligro de extinción) y las 800 parejas de cormorán no volador. La quinta especie es la iguana marina, de la que no hay un censo exacto porque fluctúa constantemente. 'Si cualquiera de estas especies resultara afectada sería dramático', advierte el biólogo Fernando Espinoza, director de la Fundación Charles Darwin. Para la protección y cuidado de estas joyas de las Galápagos se han establecido dos centros de rescate en la isla Santa Cruz y la isla San Cristóbal. Anoche llegaron al archipiélago 11 científicos de Canadá, Brasil y Suráfrica, especialistas en el rescate y salvación de animales afectados por la contaminación. De momento, el combustible vertido por el Jessica ha alcanzado a tres colonias de lobos marinos de las islas Santa Fe, San Cristóbal, Santa Cruz e Isla Lobos. Cada una de ellas tiene una población fluctuante en torno a los 500 ejemplares. Fernando Espinoza explica que las crías y los ejemplares jóvenes son los más expuestos, ya que pueden quedar ciegos. 'Los adultos quedan sucios por el combustible, pero pueden ser lavados sin mayores riesgos'. Tanto la Fundación Darwin como el parque nacional Galápagos ha adquirido detergentes con antisépticos y calmantes para este tratamiento. Las tortugas marinas también se verán afectadas por el desastre, y en este caso los cuidadores poco pueden hacer, excepto en aquellos ejemplares que quedan varados. Las especies que hasta el momento se han visto más afectadas son el piquero de patas azules y el pelícano, aunque en estos casos los científicos subrayan que hay una buena población de ellas y no únicas en el planeta. Las iguanas marinas corren peligro, sobre todo porque pueden ingerir algas contaminadas. Hay importantes especies de aves marinas que, de momento, no están en riesgo. Por ejemplo, las 12.000 parejas de albatros de Galápagos, que anidan en la isla Española, muy lejos de donde se produjo el accidente o las fragatas que no bajan al agua para alimentarse. Las especies terrestres están a salvo. Entre ellas, las tortugas, símbolo del archipiélago, que viven en las partes altas, y las iguanas, que no se acercan a las playas.

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