Cartas al director

Más profundidad

Soy ciudadano francés instalado en Madrid desde hace casi tres años y he leído últimamente muchas quejas sobre los servicios de la ciudad, en particular en cuanto a la limpieza.Si me permito dirigirme a usted es porque, en mi opinión, conviene pensar cada afirmación e intentar analizar las cosas más en profundidad antes de juzgar de manera contundente; ver, por ejemplo, cómo lo hacen las demás ciudades.

Y la verdad es que, por experiencia, sé que los inconvenientes de las grandes ciudades son en todas partes los mismos: excrementos repartidos por las aceras, cubos de basura que revienta...

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Soy ciudadano francés instalado en Madrid desde hace casi tres años y he leído últimamente muchas quejas sobre los servicios de la ciudad, en particular en cuanto a la limpieza.Si me permito dirigirme a usted es porque, en mi opinión, conviene pensar cada afirmación e intentar analizar las cosas más en profundidad antes de juzgar de manera contundente; ver, por ejemplo, cómo lo hacen las demás ciudades.

Y la verdad es que, por experiencia, sé que los inconvenientes de las grandes ciudades son en todas partes los mismos: excrementos repartidos por las aceras, cubos de basura que revientan, aceras abarrotadas de suciedad... Y tengo que confesar que los franceses lo hacen peor. Cualquiera que haya paseado por la Ville Lumiére , habrá podido comprobar que fuera de las zonas "escaparate", los barrios de la capital francesa no brillan por su pulcritud. Se sabe que París es una ciudad donde viven millones de animales de compañía (muchos más que aquí), y sus defecaciones se han convertido en problema número uno... Un problema que hasta ahora no han conseguido solucionar.

Desde un principio me ha marcado el hecho de ver en Madrid, noche tras noche, a los hombres de verde invadir las calles con sus mangueras y sus cubos. No sé cuántas personas pueden trabajar en estos servicios, pero estoy convencido de que no hay que menospreciar su trabajo ni sus esfuerzos. Es una cuestión de respeto.

En todo caso, resulta siempre mucho más sencillo y cómodo para las conciencias de nuestros conciudadanos echar la culpa a los servicios de limpieza sin mirarse en el espejo y preguntarse: ¿por qué las calles están tan sucias? Cuando se piensa en el tiempo que tarda un chicle en biodegradarse, creo que el espíritu cívico ya no tiene que ser sólo una palabra bonita. Gozamos en Europa de una libertad que no tienen los ciudadanos de ciertas ciudades de Extremo Oriente, en las que se puede multar a un transeúnte por tirar un papel en el suelo. Espero que no tengamos nunca que llegar a estos extremos, y si actuamos de manera responsable y respetuosa, no hay razones de temerlo.

Por mi parte estoy encantado con la calidad de vida que me proporciona Madrid y creo que el hecho de exigir un cierto nivel de servicio debe incluirse una reflexión más general, y profunda, sobre lo que cada uno puede hacer para mejorar la vida de todos.- Emmanuel Dupont-Machet. Madrid.

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