Un villancico salvador
Casi diría que salvó el concierto un villancico que Niña Pastori estrenó en la propina que concedió al público. Un villancico bastante original, con sentimiento, ocasionalmente con marcha, que se sale de lo convencional en un género tan tremendamente convencional como este propio, y casi exclusivo, de las fechas navideñas.Lo demás, por atenerse al pie de la letra, y de la música, a lo que Niña Pastori viene haciendo habitualmente, nos dejó fríos. Una serie de temas de su repertorio, casi todos muy conocidos, y que ella hace con gran acompañamiento de ritmo -Chaboli a la cabeza del grupo...
Casi diría que salvó el concierto un villancico que Niña Pastori estrenó en la propina que concedió al público. Un villancico bastante original, con sentimiento, ocasionalmente con marcha, que se sale de lo convencional en un género tan tremendamente convencional como este propio, y casi exclusivo, de las fechas navideñas.Lo demás, por atenerse al pie de la letra, y de la música, a lo que Niña Pastori viene haciendo habitualmente, nos dejó fríos. Una serie de temas de su repertorio, casi todos muy conocidos, y que ella hace con gran acompañamiento de ritmo -Chaboli a la cabeza del grupo, multiplicándose con diversos instrumentos-, sin cambiar matices ni tonalidades y de una forma harto monocorde, puesto que las canciones son parecidas entre sí: rumbas, tanguillos, bulerías y poco más. Las referencias jondas, cuando las hay, se diluyen en esa música estridente que nos recuerda más la discoteca que un concierto flamenco. A su público le encanta, evidentemente, y el poco que había en la sala aplaudió como si fuera mucho. El villancico lo merecía, porque realmente nos pareció nuevo y distinto de lo que estamos ya empezando a oír hasta la saciedad.
Niña Pastori
Centro Cultural de la Villa, 15 de diciembre.