Anarquía y parroquia

Las casas baratas del Bon Pastor y el clero han estado unidas por el cordón umbilical de la historia. Cuando estalló la revolución de 1936, el cura Carles Ballart defendió la parroquia de Bon Pastor armado de dos pistolas. Fue inútil ante los rebeldes anarquistas. Acabada la munición, Ballart se convirtió en la primera víctima religiosa en Barcelona.La autarquía franquista coincidió en el barrio con un cura: el padre Botella. A su sombra, el barrio pasó a llamarse Buen Pastor, pero, al tiempo, las primeras y tímidas voces de contestación comenzaron a oírse. La explosión de los cu...

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Las casas baratas del Bon Pastor y el clero han estado unidas por el cordón umbilical de la historia. Cuando estalló la revolución de 1936, el cura Carles Ballart defendió la parroquia de Bon Pastor armado de dos pistolas. Fue inútil ante los rebeldes anarquistas. Acabada la munición, Ballart se convirtió en la primera víctima religiosa en Barcelona.La autarquía franquista coincidió en el barrio con un cura: el padre Botella. A su sombra, el barrio pasó a llamarse Buen Pastor, pero, al tiempo, las primeras y tímidas voces de contestación comenzaron a oírse. La explosión de los curas obreros llegaría más tarde. En los setenta, la boina y la larga boquilla del jesuita y sociólogo Ataúlfo Losada atrajeron a jóvenes con ganas de cambiar el mundo. Paradojas de la historia. La revuelta acabó vistiendo sotana.

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