Tribuna:

Mutante

Hoy tambien debería ser uno de los 365 días mundiales contra el sida, esta pandemia calamitosa.Tras el infame asesinato de Ernest Lluch recordamos con justicia que durante su ministerio tuvo lugar la extensión universal de la asistencia sanitaria. Una de las decisiones consecuentes (desgraciadamente, otras no lo fueron tanto) de los gobiernos socialistas, y una de las causas por las que nuestro Sistema de Salud Pública está -o ha estado- entre los mejores. Algo se compensa así la tacañería en otros gastos sociales y los bajos niveles salariales respecto al resto de Europa y Estados Unidos.Los ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Hoy tambien debería ser uno de los 365 días mundiales contra el sida, esta pandemia calamitosa.Tras el infame asesinato de Ernest Lluch recordamos con justicia que durante su ministerio tuvo lugar la extensión universal de la asistencia sanitaria. Una de las decisiones consecuentes (desgraciadamente, otras no lo fueron tanto) de los gobiernos socialistas, y una de las causas por las que nuestro Sistema de Salud Pública está -o ha estado- entre los mejores. Algo se compensa así la tacañería en otros gastos sociales y los bajos niveles salariales respecto al resto de Europa y Estados Unidos.Los infectados por el VIH y los enfermos de sida, cuyo tratamiento farmacológico cuesta unas 160.000 pesetas mensuales, son atendidos sin desembolso por su parte, igual que tampoco nadie ha de hipotecar la casa para operarse de apendicitis.

Pero a veces no basta, porque estamos hablando de una dolencia que todavía se oculta incluso al entorno más cercano, un mal que hasta cuando permite la realización de una vida "normal" (cada vez más a menudo, por fortuna), sigue invalidando para muchas tareas. Y que permanece agazapado para recrecer, envalentonado, a poco que bajemos la guardia.

Por eso es tan peligroso el menor descuido en los tratamientos, cuando el virus muta y aparecen resistencias, porque el "arsenal" terapéutico ya no le hace ni cosquillas. Y por eso es tan importante estimular la adhesión a una farmacopea que resulta, hoy por hoy, el único "remedio" contra la otrora ineludible mortalidad.

O sea, justo lo contrario de lo que podría suceder tras la anunciada retirada de pensiones no contributivas de 40.000 pesetas a muchas personas infectadas. Porque quienes las necesitan, abandonarán la disciplina curativa (para cobrar hay que hospitalizarse a menudo), igual que algunos reclusos prefieren empeorar para abandonar la prisión, aunque vayan directos a un centro de terminales. El agravamiento de quienes portan un virus rebelde, además de caro es una bomba de relojería por el peligro de transmisión. No ahorremos en el chocolate del loro: sin ingresos no se puede estar, y la calidad de vida no la dan sólo las pastillas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En