Seis indicadores para una selección

Para elaborar la clasificación, se han establecido seis indicadores básicos que toman en consideración aspectos económicos, de calidad asistencial y funcionalidad. Los indicadores de calidad engloban los índices de mortalidad y de complicaciones (infecciones, hemorragias posquirúrgicas, trombosis posquirúrgicas), ajustados por riesgo, esto es, en función de las diferencias en las características de los centros (tamaño, localización o docencia; no se ha estudiado la investigación) y por el tipo y gravedad de los pacientes tratados.Cuando las defunciones o las complicaciones son inferiores a las...

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Para elaborar la clasificación, se han establecido seis indicadores básicos que toman en consideración aspectos económicos, de calidad asistencial y funcionalidad. Los indicadores de calidad engloban los índices de mortalidad y de complicaciones (infecciones, hemorragias posquirúrgicas, trombosis posquirúrgicas), ajustados por riesgo, esto es, en función de las diferencias en las características de los centros (tamaño, localización o docencia; no se ha estudiado la investigación) y por el tipo y gravedad de los pacientes tratados.Cuando las defunciones o las complicaciones son inferiores a las esperadas, según las previsiones fijadas de cada hospital, la calidad asistencial es buena.

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Por lo que se refiere a los indicadores de funcionalidad, el primero de ellos es la estancia media ajustada por casuística y gravedad, es decir, la medición del tiempo de estancia media en virtud del riesgo e importancia de los procesos asistidos. Un estancia inferior a la media indica un consumo más eficiente de los recursos hospitalarios, además de un menor riesgo para el paciente.

Otro indicador de funcionalidad es el índice de ocupación, que debe ser superior a la media para no tener recursos hospitalarios ociosos. El último es el coeficiente de ambulatorización, referido al número de pacientes dados de alta por el hospital y derivados a la actividad ambulatoria, y al número de intervenciones de cirugía mayor ambulatoria. Cuando más alto sea este índice, mejor es el coste-efectividad del hospital.

Por último, la evaluación económica se reducen a la medida del coste por unidad de producción, ajustado por casuística y tipo de actuación, que tiene en cuenta los gastos de explotación y el total de la actividad realizada por cada centro para medir el grado de eficiencia con que atiende a sus pacientes. Es decir, cuando los gastos del hospital con relación a su actividad asistencial son inferiores a la media estimada, los costes determinan una buena gestión económica y una mejor utilización de los recursos disponibles.

A partir de estos criterios se obtiene una gran diversidad de resultados entre unos hospitales y otros, sean cuales sean sus características.

En cualquier caso, sí indican el grado de mejora de cada centro comparativamente con el que constituye la referencia de su grupo.

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