Crítica:FLAMENCO - VICENTE AMIGO

Guitarra de muchas ideas

Si el nuevo disco de Vicente Amigo se titula Ciudad de las ideas, la audición del concierto de presentación del mismo nos da el título de este texto. Vicente Amigo, guitarra de las ideas, guitarra de muchas ideas.Es así porque Vicente Amigo parece atender a los más diversos registros con una camaleónica actitud de querer identificarse con todos. Y lo logra, aunque para mi gusto se excede en la atención que presta a los absolutamente rítmicos, desequilibrando la balanza en contra de los temas que imponen templanza y sosiego y que son tres o cuatro, no más.

Los temas rítmicos ya sa...

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Si el nuevo disco de Vicente Amigo se titula Ciudad de las ideas, la audición del concierto de presentación del mismo nos da el título de este texto. Vicente Amigo, guitarra de las ideas, guitarra de muchas ideas.Es así porque Vicente Amigo parece atender a los más diversos registros con una camaleónica actitud de querer identificarse con todos. Y lo logra, aunque para mi gusto se excede en la atención que presta a los absolutamente rítmicos, desequilibrando la balanza en contra de los temas que imponen templanza y sosiego y que son tres o cuatro, no más.

Los temas rítmicos ya sabemos lo que sucede con ellos. Muchos instrumentos concurren en su desarrollo y en su interpretación, muchas percusiones -hasta cuatro a la vez-, y entre tanto chim-pam-pum la guitarra de Vicente Amigo es sólo uno más entre todos, y no precisamente destacado, ni brillante. ¿Generosidad del guitarrista que quiere ceder protagonismo a quienes le acompañan en el escenario? No lo sé.

Ciudad de las ideas

Guitarras, Vicente Amigo y José Manuel Hierro; Armónica, Antonio Serrano; percusiones, Tino di Geraldo y Patchi Cámara; cante, Blas Córdoba. Gran Teatro. Córdoba, 17 de octubre.

Lo que sí sé es queEL PAÍScuando se queda él a solas con su guitarra, y quizás uno o dos compañeros, oímos de nuevo la música intensa y doliente de uno de los guitarristas más flamencos de nuestro tiempo. La soleá que dedicó a su maestro Merengue de Córdoba, por ejemplo, o el bolero de su hijo Vicente, en el que la armónica eleva su voz junto a la guitarra en frases de extrema belleza. Ahí sí, ahí reconocemos a nuestro Vicente Amigo guitarrista de excepción, consciente de la dificultad de un arte al que él debe probablemente todo, aunque ahora, de vez en cuando, coquetee con otras tendencias musicales.

En el concierto que comentamos hubo cante también. Casi siempre coral, sin demasiado relieve, aunque uno de los cantaores, que curiosamente nos recordaba hasta físicamente a Dieguito El Cigala aunque fuese anunciado con otro nombre, sí tuvo oportunidades de introducir el grito, la pena, el quejío estremecedor tan de ley en el flamenco.

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