Crítica:XI BIENAL DE FLAMENCO

Baile en el teatro, un flamenco distinto

El baile flamenco en el teatro -concebido para el teatro- es notoriamente distinto al pensado para otro escenario. La compañía de ballet exige una estructura estable, un trabajo continuo, un cuerpo de baile y unos solistas. Es otra cosa, que se refleja en todo lo que llega al público, desde el planteamiento del ballet hasta la estética, siempre más académica. A veces tanto que lo puramente flamenco sufre violencia para adaptarse a ella.El Ballet Nacional de España tiene experiencia en el tema y hoy resuelve estos problemas con suficiencia. En el programa que ha traído a Sevilla lo demostró en ...

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El baile flamenco en el teatro -concebido para el teatro- es notoriamente distinto al pensado para otro escenario. La compañía de ballet exige una estructura estable, un trabajo continuo, un cuerpo de baile y unos solistas. Es otra cosa, que se refleja en todo lo que llega al público, desde el planteamiento del ballet hasta la estética, siempre más académica. A veces tanto que lo puramente flamenco sufre violencia para adaptarse a ella.El Ballet Nacional de España tiene experiencia en el tema y hoy resuelve estos problemas con suficiencia. En el programa que ha traído a Sevilla lo demostró en la obra de mayor entidad, Oripandó, gracias a las coreografías de cuatro jóvenes estrellas del baile que aquí demuestran imaginación y conocimiento de recursos técnicos para realizar un trabajo nunca fácil. Hacen sucesivamente un repaso a determinados estilos del baile flamenco, que con la particular visión de cada uno adquieren personalidad y sentido propios.

Ballet Nacional de España

Nereidas (Najarro), Soledad (Canales), Mirabrazo (Canales), Oripandó (Galia, Galván, Bayón, Currillo). Dirección: Aida Gómez. Sevilla, teatro de la Maestranza, 26 de septiembre.

El baile flamenco colectivo encierra una dificultad añadida, porque es arte por principio individual que en grupo no cuenta con la libertad que le es característica. En Oripandó se han obviado todas las dificultades y se ha logrado armonía, adecuación en los movimientos, belleza plástica. Los bailarines realizan una excelente labor sobre música creada ad hoc, música muy bella y original que no pierde el horizonte de la ortodoxia flamenca. Hubo verdaderos hallazgos, como las guajiras que cantó Palacín con su habitual versatilidad. Las alegrías fueron otro de los mejores temas, con partes a dos en que Huertas y Ortega demostraron capacidad, sentido del ritmo e imaginación excepcionales.

Antes lo más destacable fue Mirabrazo, sobre la figura de Carmen Amaya y con coreografía de Canales, que se nos quedó un tanto desangelada en relación a quien la inspiraba. Tampoco Aida Gómez, pese a su gran clase, nos parece bailaora para este empeño.

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