Cartas al director

Puntualizaciones

En el artículo de Timothy Garton Ash Los 'tories', más cerca de Haider que de Bush (publicado en EL PAÍS del 7 de septiembre de 2000), el anónimo traductor demuestra tener muy poco aprecio por el idioma de destino con el que trabaja. Así, redacta "encontrar una vía hacia delante" en lugar de "encontrar una vía hacia adelante", y "al Estados Unidos de George Bush" en vez de "a los Estados Unidos de George Bush".Pero, mientras que estos errores son fácilmente subsanables por el buen sentido del lector (ya que no por los buenos oficios, que brillan por su ausencia, del corrector de estilo)...

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En el artículo de Timothy Garton Ash Los 'tories', más cerca de Haider que de Bush (publicado en EL PAÍS del 7 de septiembre de 2000), el anónimo traductor demuestra tener muy poco aprecio por el idioma de destino con el que trabaja. Así, redacta "encontrar una vía hacia delante" en lugar de "encontrar una vía hacia adelante", y "al Estados Unidos de George Bush" en vez de "a los Estados Unidos de George Bush".Pero, mientras que estos errores son fácilmente subsanables por el buen sentido del lector (ya que no por los buenos oficios, que brillan por su ausencia, del corrector de estilo), la incompetencia del traductor en el idioma de origen vuelve indescifrables un par de frases del artículo.

El manifiesto preelectoral de los conservadores británicos "sugiere que podemos tener nuestro pastel y comérnoslo", dice el texto. Y, a renglón seguido: "Esto, en mi libro, o bien carece de honradez intelectual o es una clara estupidez". El lector habrá pensado que Garton Ash está remitiéndose a un libro suyo -y dando por supuesto, el muy fatuo, que todos sabemos cuál es-, del mismo modo que se preguntará qué pastel es ése que los británicos se van a comer.

En inglés, la frase hecha "both to have one's cake and eat it" equivale a nuestro "estar en misa y repicando", o a "nadar y guardar la ropa", u otros giros similares. Por su parte, "in my book" quiere decir, aproximadamente, "por lo que yo sé", "a mis ojos", "según mi experiencia", etcétera, y es expresión que tanto pueden usar los escritores de libros como las personas ágrafas.

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Me pregunto si la mala costumbre de no facilitar siempre el nombre del traductor de los textos extranjeros que publica EL PAÍS guarda alguna relación con los procedimientos, a todas luces insatisfactorios, que sigue el periódico para seleccionarlos.- Manuel Faerna García-Bermejo. Toledo.

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